En su último programa, el escritor y periodista Jaime Bayly lanzó una bomba informativa que, de confirmarse, desnudaría una de las mayores obsesiones del régimen chavista: la supervivencia. Basándose en revelaciones del agente de inteligencia estadounidense Marshall Billingsley, Bayly aseguró que Nicolás Maduro no gobierna desde Miraflores, sino desde un búnker subterráneo monumental, estratégicamente escondido bajo la rampa presidencial número cuatro del aeropuerto de Maiquetía, un lugar vinculado desde hace años al Cartel de los Soles y al tráfico internacional de drogas.
Se trata, según la primicia, de un complejo de cinco niveles enterrados a 40 metros de profundidad. Un refugio diseñado para resistir ataques aéreos y equipado con todas las comodidades propias de un palacio subterráneo: gimnasio, sala de cine privada y lujos que contrastan con la miseria que asfixia a millones de venezolanos en la superficie.
Un refugio de lujo… y de huida
Bayly afirmó que el mandatario eligió Maiquetía como base secreta para estar a un par de metros de sus jets privados, convencido de que esa cercanía le permitiría huir de inmediato si un ataque con misiles de Estados Unidos se volviera inminente. La obsesión por la fuga es central en el relato: todo está pensado alrededor de un escape rápido y estratégico, como si Maduro viviera atrapado bajo la permanente amenaza de la guerra.
El periodista añadió que, en el búnker, solo tienen entrada íntima Maduro, su esposa Cilia Flores y los sobrinos de esta. Figuras clave del chavismo como Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López participan en reuniones en el refugio, pero no duermen allí. Esa restricción, destacó Bayly, refleja tanto la desconfianza interna como la supremacía del círculo familiar sobre el resto de los jerarcas bolivarianos.
Delirio y desesperación en las alturas del poder
En su análisis, Bayly describió una Venezuela oficial cada vez más encerrada en narrativas de amenazas externas. Tras la denuncia de Padrino de que aviones espías estadounidenses habrían penetrado en el espacio aéreo venezolano, Bayly retrató al ministro de Defensa como “un hombre flaco y cadavérico” que hoy se aferra a discursos conspirativos para justificar la vulnerabilidad del régimen.
La tensión con Estados Unidos se refleja en otro episodio confirmado por Bayly: un destructor de la Marina norteamericana interceptó en aguas internacionales a un buque venezolano, contradiciendo de lleno la versión oficial de Caracas, que aseguró que la confrontación ocurrió en aguas territoriales.
Un retrato de aislamiento y paranoia
El relato presentado por Bayly pinta a un Maduro cada vez más aislado de su propio círculo, parapetado en una fortaleza blindada bajo tierra, gobernando desde las sombras entre lujos secretos y la sensación de que en cualquier momento los misiles podrían caer. Es la imagen de un poder que ya no se ejerce desde un palacio abierto a las multitudes, sino desde un claustro subterráneo, levantado a golpes de miedo, lujo y paranoia.

