Retroceso en libertades bajo el gobierno socialista

‘Our World In Data’: España se hunde en el Índice de Libertad de Expresión desde que Sánchez okupó La Moncloa

El retroceso de España en los rankings de libertad de expresión y las maniobras parlamentarias para silenciar voces críticas inquietan al periodismo nacional

'Our World In Data': España se hunde en el Índice de Libertad de Expresión desde que Sánchez okupó La Moncloa
Censura PD

En la España de 2025, la que gobierna el marido de Begoña, la libertad de expresión ha pasado de ser un valor casi incuestionable a convertirse en motivo de debate, alarma y titulares.

Desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, los datos internacionales dejan claro que nuestro país ha perdido posiciones relevantes en los índices globales.

Según el último informe publicado por  Our World In Data, España ha visto descender su puntuación en libertad de expresión desde un notable 0,91 (cuando el amo del PSOE asumió el poder) hasta 0,86 puntos en 2024. Lejos quedan aquellos años dorados de principios del milenio, cuando rozábamos el sobresaliente con 0,96 puntos.

Este descenso no es anecdótico: países como Nigeria, Jamaica o Honduras ya superan a España en este ranking internacional.

Más doloroso aún resulta ver cómo naciones bálticas como Letonia, Lituania o Estonia también nos adelantan.

Actualmente, hay hasta 30 países con mayor libertad de expresión que el nuestro según este índice, lo que ilustra una tendencia preocupante para quienes defienden una prensa libre y plural.

¿Qué mide realmente este índice?

El barómetro elaborado por el Instituto V-Dem evalúa factores tan diversos como:

  • Censura gubernamental y mediática
  • Libertad académica y cultural
  • Hostigamiento a periodistas
  • Libertad de debate para mujeres y hombres
  • Perspectivas y pluralidad en medios impresos y audiovisuales
  • Presencia y voz crítica en los medios

España suspende especialmente donde más duele: en el trato gubernamental hacia los periodistas incómodos y en la catalogación como “agitadores ultra” a quienes se atreven a cuestionar las políticas oficiales. No se trata solo de retórica: las leyes que consideran “delito de odio” opiniones legítimas o las campañas para desacreditar medios críticos han marcado un antes y un después.

El espejismo del ranking: RSF mejora la nota… pero la letra pequeña asusta

Frente a estos datos, hay quien esgrime con orgullo que España ha escalado siete puestos hasta alcanzar su mejor posición histórica (el puesto 23) en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa elaborada por Reporteros Sin Fronteras (RSF).

Esta subida se explica por la menor tensión política vivida en 2024 —un año sin las tormentas electorales ni manifestaciones masivas de 2023— y por una caída en las agresiones físicas a reporteros.

Sin embargo, ni todo lo que sube es necesariamente bueno ni toda mejora es mérito propio. RSF advierte que esta posición privilegiada se debe tanto a mejoras internas como al deterioro generalizado del contexto internacional; la mayoría de países han retrocedido drásticamente. Además, persisten problemas estructurales: las presiones legales contra periodistas —conocidas como SLAPP— siguen aumentando y se emplean como método insidioso para intimidar e intentar silenciar voces incómodas mediante demandas abusivas.

El Congreso bajo sospecha: la maniobra Patxi López y la ‘Brunete Pedrete’

A este clima enrarecido se suma una polémica reciente que ha encendido todas las alarmas: la reforma del reglamento del Congreso para restringir aún más la labor periodística dentro de la Carrera de San Jerónimo. Bajo el liderazgo del socialista Patxi López, se impulsa una normativa que permite retirar acreditaciones a periodistas considerados “perturbadores” o que atenten contra “la dignidad” del Parlamento o sus miembros. El sistema contempla desde apercibimientos hasta suspensiones temporales e incluso expulsión definitiva.

El argumento oficial es garantizar un ambiente respetuoso ante episodios recientes protagonizados por comunicadores con actitudes provocadoras o filiación política explícita. Sin embargo, los críticos —con PP y Vox al frente— ven en esta reforma una peligrosa puerta abierta a la censura institucionalizada. Temen que se consolide un relato único desde Moncloa y que se purgue del Congreso a quienes no bailen al son oficialista.

No menos relevante es el papel jugado por algunos periodistas afines al Gobierno —la llamada ‘Brunete Pedrete’— que han respaldado públicamente estas restricciones e incluso han abandonado ruedas de prensa cuando colegas incómodos hacían preguntas directas al portavoz socialista. El caso reciente con EDATV sirve como ejemplo ilustrativo: ante preguntas incómodas, Patxi López respondió con desdén mientras varios informadores afines salían indignados de la sala, evidenciando un clima hostil hacia los medios disidentes.

Las consecuencias: periodismo acorralado y democracia vigilada

El resultado es un ecosistema mediático cada vez más polarizado y encorsetado:

  • Los medios críticos enfrentan campañas para desacreditarles como “pseudoperiodistas”.
  • Las iniciativas legislativas buscan restringir su acceso a instituciones clave.
  • Se normaliza el hostigamiento judicial mediante demandas estratégicas.
  • La pluralidad informativa peligra cuando los propios colegas legitiman prácticas excluyentes.

Todo ello repercute directamente sobre el derecho ciudadano a recibir información veraz y plural. Como alertaba recientemente una conocida periodista desde los pasillos del Congreso: “Hoy callan a unos; mañana pueden callar a cualquiera”.

Curiosidades y datos llamativos sobre el caso

  • En 2006, España alcanzó su máximo histórico en libertad de expresión según Our World In Data (0,96 puntos). Hoy está por debajo incluso del nivel medio europeo.
  • Aunque España mejoró siete puestos según RSF, ese avance se debe tanto a mejoras internas como al desplome global; no hay motivos claros para sacar pecho.
  • La reforma impulsada por Patxi López prevé un consejo consultivo mixto (políticos y asociaciones profesionales) para decidir sobre expulsiones… Un sistema que recuerda más a comités disciplinarios soviéticos que a democracias liberales.
  • La denominación “Brunete Pedrete” alude irónicamente a aquellos periodistas considerados palmeros del poder socialista —una etiqueta cada vez más utilizada por medios alternativos.
  • El término SLAPP (Strategic Lawsuits Against Public Participation) se cuela cada vez más en debates parlamentarios y judiciales; España sigue sin regular eficazmente este tipo de demandas.

En definitiva, mientras algunos celebran posiciones honorables en rankings internacionales, otros advierten sobre una tendencia preocupante: menos libertad real para informar libremente y más obstáculos para quienes ejercen el periodismo incómodo. Y todo ello con una sonrisa irónica desde La Moncloa… al menos mientras nadie haga preguntas demasiado molestas.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído