Ya le tienen calado.
Pedro Sánchez es como el famoso algodón del anuncio.
Ya no engaña a nadie. Y en Europa han optado por tenerle al margen de las grandes decisiones.
Lo que está claro es que en política exterior, los silencios pesan más que los discursos. Y el silencio de las firmas españolas al pie de la nueva declaración europea sobre Ucrania se ha escuchado en Madrid como un portazo.
Varios líderes europeos, junto a Ursula von der Leyen, han sellado un texto de apoyo a Kiev y de presión a Rusia en el que no figura Pedro Sánchez ni ningún representante del Gobierno español, un gesto interpretado en Bruselas como un aviso serio sobre la posición de España en la Unión Europea en pleno debate sobre la paz y la seguridad del continente.
La exclusión llega tras una secuencia de citas y documentos clave donde el Ejecutivo fue relegado de la foto de familia, intensificando la percepción de aislamiento en vísperas de movimientos diplomáticos de alto voltaje entre Donald Trump y Vladímir Putin.
Para entender la magnitud del revés, conviene fijarse en los firmantes y en el mensaje. El comunicado, rubricado por la presidenta de la Comisión y por los líderes de Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia y Finlandia, subraya que “el camino a la paz en Ucrania no puede decidirse sin Ucrania”, reafirma el apoyo militar y financiero sostenido y rechaza cualquier alteración de fronteras impuesta por la fuerza, principios que fijan el marco europeo ante las conversaciones internacionales de las próximas semanas.
Que España no aparezca en ese consenso visible, cuando se discute la arquitectura de seguridad europea para la próxima década, no es un detalle menor: afecta a influencia, a acceso a la letra pequeña y, sobre todo, a credibilidad ante aliados y socios.
Qué han firmado y por qué importa
- Un texto conjunto que blinda tres ejes: apoyo a Kiev, presión a Moscú y principio de “nada sobre Ucrania sin Ucrania”. La declaración anticipa criterios para cualquier negociación futura, incluyendo un alto el fuego verificable y el rechazo a cesiones territoriales forzadas.
- La puesta en escena: Von der Leyen y seis líderes con peso político y militar, incluyendo a los gobiernos de París, Berlín, Roma y Varsovia. Esa foto crea un “núcleo duro” operativo que condiciona la agenda europea de seguridad.
- El contexto: la cita prevista entre Trump y Putin ha elevado la urgencia de un mensaje europeo coordinado, más aún tras señales de repliegue estadounidense y debates sobre el gasto en defensa en la OTAN.
El problema para Moncloa no es solo la ausencia en la firma. Es la reiteración. España ya quedó fuera de la cumbre de seguridad convocada en Londres el fin de semana, que reunió a altos representantes europeos y estadounidenses, reforzando la idea de que las conversaciones críticas han comenzado a transitar por canales en los que el Gobierno no tiene asiento estable.
Editoriales y análisis en medios europeos y españoles han enmarcado este segundo desaire como síntoma de una pérdida de interlocución fiable, un intangible que se traduce en menos voz cuando se reparten costes, capacidades y contratos vinculados a la reconstrucción ucraniana y a la industria de defensa.

