Que nos podemos pillar otra vez los dedos, entra dentro de lo posible.
Entre otras razones, porque el paisano necesita como el agua aferrarse al sillón presidencial, para intentar desde La Moncloa frenar el rosario de procesos judiciales por corrupción, que envuelven a sus parientes y a su partido.
A lo que se suma que proetarras, separatistas catalanes de derechas e izquierdas y zarrapastrosos periféricos no vislumbran un personaje mas bizcochable como presidente del Gobierno de España y tienen todavía muchas factiras que pasarle al cobro.
Pero no lo tiene fácil Pedro Sánchez.
Las próximas semanas se presentan decisivas para el marido de Begoña.
El tipo encara un periodo de enorme incertidumbre política, marcado por dos retos inmediatos: la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2026 y las elecciones autonómicas en Andalucía.
Ambos escenarios pondrán a prueba no solo la resistencia del actual Ejecutivo de coalición, sino también la capacidad de sus socios para mantener una mínima cohesión parlamentaria.
A día de hoy, 24 de agosto del 2025, la legislatura navega entre aguas turbulentas.
Los presupuestos, largamente prorrogados desde 2023, se han convertido en el termómetro definitivo sobre la viabilidad del proyecto gubernamental del amo del PSOE.
La amenaza de un adelanto electoral sobrevuela el ambiente político y, si los socios tumban las cuentas, podría precipitarse una convocatoria general anticipada que coincidiría con las elecciones andaluzas a comienzos de 2026.
CORRUPTO…
¡Pedro Sánchez, HDP! Gritaban. pic.twitter.com/ASMt3P6mqv— Diablo Cojuelo (@CojueloDiablo) August 23, 2025
El desgaste del Gobierno y el tablero presupuestario
Sánchez ha anunciado que presentará finalmente el proyecto presupuestario para 2026. Será la primera vez en la legislatura que el Ejecutivo lo haga, tras funcionar casi dos años con las cuentas prorrogadas. El presidente se muestra decidido a negociar «con todos los grupos parlamentarios», pero no esconde que las condiciones impuestas por algunos socios resultan casi imposibles de asumir.
- Junts, liderado por Carles Puigdemont, exige la ejecución previa de partidas presupuestarias pendientes —que cifra en 50.000 millones para Cataluña— y otras demandas como avances en la oficialidad del catalán en Europa.
- Podemos plantea líneas rojas: rechaza cualquier incremento en gasto militar comprometido con la OTAN y exige medidas sociales como rebajas forzadas del alquiler y un giro diplomático respecto a Israel.
Estas demandas complican enormemente cualquier posibilidad realista de sacar adelante los presupuestos. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tendrá que lidiar con una negociación asfixiante donde el llamado «cupo catalán» y otras concesiones territoriales volverán a estar en el centro del debate. El fracaso podría no solo dinamitar la legislatura, sino también afectar su futuro político como candidata socialista a la Junta andaluza.
Andalucía: laboratorio electoral y tumba para los socialistas
En Andalucía, la situación es crítica para el PSOE. Los últimos sondeos muestran un panorama devastador para los socialistas:
- El PP de Juanma Moreno consolida su mayoría absoluta con alrededor del 41,7% de los votos y entre 55 y 57 escaños —la mayoría está en 55—.
- El PSOE, liderado por Montero tras el relevo forzado de Juan Espadas, cae a mínimos históricos: solo un 19,8% del voto y entre 24 y 26 escaños (frente a los 30 actuales), arrastrado por escándalos recientes como el caso Cerdán y una percepción pública erosionada por años de crisis interna.
- VOX experimenta un crecimiento constante y se consolida como tercera fuerza con hasta un 14,7% de voto (16-18 escaños), lo que garantiza su peso decisivo si Moreno pierde por poco la mayoría absoluta.
- La izquierda alternativa (Por Andalucía y Adelante Andalucía) suma apoyos pero no logra revertir la tendencia general.
El hundimiento socialista tiene nombre propio: María Jesús Montero. Su designación como candidata responde más a una lógica interna del partido que al entusiasmo electoral. La falta de liderazgo carismático ha generado dudas incluso entre votantes tradicionales.
Mientras tanto, Juanma Moreno refuerza su perfil moderado y gestiona hábilmente tanto las crisis internas como el desgaste natural del poder. Las encuestas confirman su “inmunidad” relativa ante escándalos o desgaste institucional. Por contraste, el PSOE parece incapaz de frenar su caída libre, víctima tanto de errores propios como del avance imparable de sus rivales.
Castilla y León: entre cenizas políticas e incertidumbre
El fuego político también arde en Castilla y León, donde una oposición fragmentada no logra presentar un candidato creíble frente al avance continuado del PP regional ni contener el ascenso sostenido de VOX. Las estructuras socialistas en esta comunidad sufren una crisis crónica agravada por la falta de renovación interna y liderazgos potentes.
Las encuestas otorgan a VOX un crecimiento sostenido que amenaza con consolidar un bloque conservador dominante en todo el interior peninsular. El humo literal e institucional —marcado estos días por incendios forestales devastadores— sirve como metáfora perfecta para describir una batalla política librada sobre “tierra quemada”, donde las opciones progresistas apenas logran germinar.
El propio Sánchez insiste públicamente en su intención de agotar la legislatura hasta 2027 aunque no logre aprobar nuevos presupuestos. Sin embargo, esta resistencia puede ser más una estrategia comunicativa que una realidad plausible si los apoyos parlamentarios se evaporan o si las citas electorales (especialmente Andalucía) confirman la debacle socialista.
Si se cumplen los peores pronósticos para Montero en Andalucía y fracasan las cuentas públicas en el Congreso:
- Se abriría un escenario casi inevitable de adelanto electoral.
- Los comicios generales podrían coincidir con unas andaluzas marcadas por el hundimiento socialista.
- VOX consolidaría su papel como tercera fuerza nacional e imprescindible para mayorías alternativas.
- El PP reforzaría su hegemonía territorial en España.
La oposición interna dentro del PSOE es cada vez más visible tras varios ciclos electorales adversos. Sin embargo, ninguna corriente alternativa ni liderazgo emergente parecen capaces hoy de revertir este proceso antes de las próximas citas clave.
Perspectivas inmediatas: entre la aritmética parlamentaria y el calendario
Los próximos diez meses serán cruciales:
- Septiembre marcará el inicio formal de negociaciones presupuestarias.
- En primavera se celebrarán probablemente las elecciones andaluzas.
- Si fallan ambas pruebas (presupuestos/andaluzas), Sánchez perderá capacidad política real para resistir hasta 2027.
Mientras tanto:
- El clima social se mantiene tenso ante posibles recortes o ajustes derivados del bloqueo presupuestario.
- Los movimientos políticos independentistas endurecen sus posiciones ante lo que perciben como incumplimientos reiterados del Gobierno central.
- Las fuerzas alternativas —tanto a izquierda como derecha— aprovechan cada crisis interna para consolidar sus bases electorales.
En este escenario complejo e incierto, Pedro Sánchez afronta quizás su reto más difícil desde que accedió al poder: sobrevivir políticamente entre exigencias inasumibles, socios imprevisibles y adversarios crecientes tanto dentro como fuera del partido.
El destino inmediato del presidente depende ya no solo de su pericia negociadora o capacidad comunicativa, sino sobre todo del pulso inminente entre presupuestos y urnas andaluzas. Lo que ocurra hasta mediados de 2026 decidirá si puede aspirar realmente a completar mandato o si deberá ceder paso antes al próximo ciclo político español.
