En la política española, pocas herramientas son tan demoledoras como la hemeroteca. Y si hay un protagonista recurrente en estos archivos recientes es Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y secretario general del PSOE.
La amnistía a los líderes independentistas catalanes, conocidos popularmente como golpistas tras el referéndum ilegal y la declaración unilateral de independencia de 2017, ha sido uno de los ejes del debate público en los últimos meses. Sin embargo, lo que resuena estos días con fuerza no es solo el contenido de la ley, sino las reiteradas negativas de Sánchez a aprobar una amnistía, promesas que ahora la realidad política ha dejado en entredicho.
Resulta especialmente llamativo que el propio Sánchez haya negado hasta en cuatro ocasiones la posibilidad de conceder una amnistía a los encausados por el procés. Durante años defendió ante micrófonos y tribunas que tal medida era inconstitucional y contraria al espíritu democrático. No obstante, tras las elecciones generales y ante la necesidad de recabar apoyos parlamentarios, el líder socialista cambió de posición para garantizarse la investidura, abriendo así un nuevo capítulo de tensión institucional y división social.
Cataluña, amnistía y golpistas: el giro político que divide España
La aprobación de la ley de amnistía ha supuesto un antes y un después en las relaciones entre el Gobierno central y Cataluña. Para buena parte del electorado progresista, se trata de una apuesta por el diálogo y la convivencia; para sus críticos, especialmente desde las filas conservadoras y constitucionalistas, es un pago político a cambio del respaldo parlamentario de partidos independentistas. En esta ecuación aparece siempre el término «golpista», utilizado para referirse a los líderes catalanes juzgados o condenados por los hechos de 2017.
El reciente aval del Tribunal Constitucional (TC) a la ley ha encendido aún más los ánimos. Por seis votos a favor y cuatro en contra, el TC ha declarado que la norma se ajusta a la Constitución Española, rechazando así el recurso presentado por el Partido Popular. Esta decisión ha sido recibida con alivio por los socios parlamentarios del Gobierno, pero también con duras críticas por parte de juristas, asociaciones judiciales y amplios sectores ciudadanos que consideran que la medida erosiona principios básicos como el imperio de la ley y la igualdad ante la justicia.
¿Y ahora qué? Consecuencias legales e institucionales
Aunque el TC ha dado luz verde a la ley de amnistía, lo cierto es que su aplicación no es automática ni universal. Por ejemplo, Carles Puigdemont, expresidente catalán fugado en Bélgica, sigue sujeto a procesos judiciales pendientes —especialmente por malversación— y mantiene vigente una orden nacional de busca y captura. Eso sí: podrá recurrir al propio TC solicitando medidas cautelares para suspender esa orden mientras se resuelve su caso.
El aval del Constitucional refuerza legalmente una medida muy polémica, pero no disipa las dudas sobre su encaje ético ni sobre su impacto en la percepción pública de las instituciones. El Consejo General del Poder Judicial llegó a afirmar que esta ley «convierte la justicia en una quimera» y «genera una casta jurídicamente irresponsable e impune», unas declaraciones que resumen bien el clima de enfrentamiento institucional actual.
Pedro Sánchez: «La sentencia del Constitucional es muy buena noticia para España. Estamos cerrando una crisis que nunca debió salir de la política».
Buena noticia para él. Amnistía a unos golpistas porque necesita sus votos para seguir en el poder.
Asco.pic.twitter.com/BuhrbDlDkU
— Guaje Salvaje (@GuajeSalvaje) June 26, 2025
Pedro Sánchez frente al espejo: contradicciones políticas y desgaste
El giro discursivo de Pedro Sánchez respecto a la amnistía ha alimentado una narrativa de desconfianza hacia su liderazgo. La hemeroteca recoge declaraciones tajantes en las que aseguraba que jamás aprobaría una medida así porque «no cabe en la Constitución». Sin embargo, una vez más se demuestra que en política lo imposible solo tarda un poco más.
Entre las curiosidades más comentadas en tertulias políticas destaca cómo este episodio recuerda otros virajes históricos protagonizados por líderes socialistas: desde los indultos parciales hasta reformas exprés del Código Penal adaptadas a las necesidades coyunturales del Ejecutivo. El sanchismo —como ya lo denominan tanto adversarios como analistas— parece haber convertido el pragmatismo extremo en su principal seña identitaria.
- La aprobación definitiva de la ley coincide con un momento delicado para el Gobierno, salpicado por casos judiciales e investigaciones sobre miembros del entorno presidencial.
- La reacción social sigue polarizada: mientras unas 3.000 personas se manifestaban recientemente en Madrid apoyando al líder socialista, otras tantas protestaban ante lo que consideran un atentado contra el Estado de Derecho.
- La decisión del TC no afecta por ahora al regreso inmediato de Puigdemont ni borra todas las causas abiertas derivadas del procés, pero sí permite iniciar recursos que podrían cambiar su situación procesal.
- El debate continúa vivo en Cataluña: mientras algunos celebran lo que consideran un triunfo político histórico, otros lo ven como un ejemplo más de cómo «la ética social» queda supeditada al juego político.
