Carlos Carnicero – Rajoy y la profecía maya.


MADRID, 02 (OTR/PRESS)

La cultura Maya consiguió una precisión matemática en el cómputo del tiempo. Y en diciembre de 2012, exactamente el día 21, está fechado un gran cambio, el final de una era de más de cinco mil años de continuidad. No se trata, precisamente, del final del mundo. ¿O sí?

Tengo mucho respeto por las civilizaciones antiguas: no necesitaron grandes transformaciones tecnológicas para alcanzar un conocimiento sorprendente. Tenían tiempo, sobre todo, para reflexionar por lo que lograban interpretar de los equilibrios del universo.

Algo me dice que estaban en lo cierto. La eclosión del siglo XXI, fundamentalmente por la globalización y las tecnologías, está promoviendo cambios sustanciales en la progresión de la humanidad hacia el asentamiento de los valores esenciales de los hombres y los mujeres.

La globalización se ha constituido en el marco adecuado para la impunidad de los poderosos; sobre todo de la dictadura de los poderes y la economía financiera sobre los ciudadanos y las naciones. No hay límites regulados a la forma de operar del capitalismo financiero.

El mundo, tal y como lo hemos conocido en las últimas décadas, está a punto de desaparecer con los contrapesos que los valores de la democracia habían alcanzado en las cotas de igualdad. La diferencia ha tomado carta de naturaleza en una sociedad que vuelve a ser de castas.

Con la caída del comunismo, el capitalismo dejó de necesitar disimulos y contrapesos para frenar el avance del comunismo. A partir de la década de los noventa, el neoliberalismo no necesitó hacer concesiones porque el enemigo no tenía influencia ni capacidad de torcer la mano a los dueños y administradores del capital.

Ahora, los mismos que han generado la crisis financiera y económica que empezó en 2008, se han constituido en gendarmes de su solución.

No se les puede parar solo porque han contagiado la respuesta de grupo frente a la respuesta universal de los perjudicados.

El poder de los «think tank» ha conseguido establecer dogmas indiscutibles que se popularizan por la vía de la repetición con formulaciones sencillas, falsas, pero asentadas en el pensamiento colectivo.

El sustrato es que para que la economía sobreviva hay que favorecer a los gestores del capitalismo. La perversión se asienta también en que la crisis es época de oportunidad para los poderosos. Los recortes se convierten en negocios por la vía de los mecanismos de privatización. La clase media se comprime para dar paso a esas oportunidades de la casta de los elegidos. Y los niveles más desfavorecidos de la sociedad se sumergen en la pobreza y en la pendiente de la marginalidad.

La única forma de revertir este proceso es una gran alianza entre las clases medias y los más pobres para organizar una rebelión en la que el poder del consumo sea una palanca que no soporten los gestores de esta economía de casino.

La primera premisa es universalizar la respuesta a las agresiones a cada grupo. No fragmentar las respuestas de funcionarios, médicos, pensionistas, despedidos, desempleados, discapacitados sino afrontar cada recorte como una agresión al colectivo y dar una respuesta de todos.

El calendario Maya es una advertencia de la disolución de las certezas que creíamos consolidadas. No sería mala fecha el 21 de diciembre para encaminar la rebeldía.

Si los partidos institucionalizados y los sindicatos no entienden su responsabilidad de liderazgo, surgirán nuevas formas de articulación social y no está garantizado que a la violencia del poder se le responda con una violencia legítima de la sociedad. El Boletín Oficial del Estado y las disposiciones de los organismos internacionales son obuses lanzados contra la población. No producen sangre, pero sus destrucción es letal. Aún estamos a tiempo. Todavía no hay baterías antiaéreas contra esos bombardeos. Pero las hay: solo falta articular la rebeldía.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído