Una choni política Leyre Diez y un hombre tranquilo, Santos Cerdán, fueron elegidos por un villano para urdir historias y tramas desesperadas y comerse el marrón, no por casualidad, sino por sus aptitudes y méritos.
Goteras Cerdán, porque estaba interesado en obras, era discreto, estaba pillado y, además, no sabía cantar. «Antoñita la fantástica», por su parte, era una charo que dice ahora por orden de Ferraz que tiene un «despacho de difamación de la UCO», pero que es autónoma, y que todo se le ocurrió a ella, pero resulta que le pagaba Zarrías, que viene a ser como el Pepiño Blanco andaluz. Pero descubierto el pastel, Pedro Goteras ha decidido que Otilia se dé de baja y y se ha enterado esta mañana que Cerdán era un malvado peligrosísimo. Los va dejando caer por la borda para aligerar el bote y tratar de salvarse él.
Esto ya lo hemos visto antes con el PSOE. El gobierno de Felipe Gonzalez empleó personas bien formadas, como Barrionuevo y Vera en una organización paralela para defender al Estado de una banda asesina, ETA. El fin era más que loable, pero aparecieron chapuzas, financiaciones e ilegalidades en asuntos de extrema gravedad.
Son unos chapuceros, aunque lo de Sanchez es diferente. Por una parte el caso Koldo, donde Ábalos, Cerdán se quedaban parte de la financiación ilegal que está asomando por el sumidero. Por otra está creando sus propias cloacas para destruir lo poco que queda en pie del Estado que él mismo ha desecho, -unos pocos jueces valientes y las fuerzas de seguridad,- a los que pretende mancillar para salvar su culo y el de su familia, cercada por la justicia.
Estas chapuzas las fabrican para tapar la viñeta anterior Pedro, Goteras y Otilia que hicieron un trío para llevar a cabo dificiles reparaciones y para que siendo sólo tres, no hubiese fugas de tebeo, de esas que acaban con uno de ellos encima del chorro, donde está ahora Santos Cerdán.
Con Yolanda mirando para otro lado, el patrón ha empleado sin contrato, pero cobrando, a un electricista capataz que se interesa por las obras pero no se mancha las manos y una fontanera de buen año usando métodos rústicos para llevar a cabo sus trabajos en las cloacas del Estado. Goteras y Otilia son fijos periódicos discontinuos para tapar fugas y goteras. Ellos se encargan de buscar pinches, sicarios y testaferros.
Estas buñuelos y estas castañas han sido organizadas desde el PSOE para el amo por antoñitas fantásticas, delincuentes de medio pelo y abogados de hampones despechados deseosos de trepar en la organización como su amo, buscando favores y perdones a cambio de trabajos sucios para intentar salvar al patrón del cerco que, lo poco que queda en pie del estado de derecho, está poniendo a los delitos y abusos de su familia y su partido, «la Rosa nostra».
Y es que una cosa son los servicios secretos y de inteligencia de un país, y otra muy diferente una organización de torrentes dispuestas a matar civilmente con chapuzas a quienes Pedro Goteras presidente considera sus enemigos porque están investigando al presidente del gobierno y su familia.
Acuden a sus órdenes a desacreditar a la UCO, por ser una de las pocas instituciones que no ha logrado controlar, a pesar de haberlo intentado con el tránsfuga Marlaska y el nombramiento de distintas directoras de la guardia civil, mientras los socialistas cantan a coro Ultraderecha oé, ultraderechá oé….
El PSOE es un comic infantil que como el de Ibañez representa las chapuzas de un gobierno que accedió al poder con un pucherazo por ambición, sin la competencia necesaria y que en su huida hacia adelante adopta métodos gansteriles. Sanchez no se va, porque no se puede ir. Se iría caminito del exilio o de Jerez.
Sanchez es el trilero, Ábalos y Cerdán los fontaneros y Otilia la que ha dicho que si no limpian la organización van a acabar todos en el exilio en Taiwan.
El caso es que estas historietas acaban siempre igual, en la última viñeta. Caos y huida. Ellos han empezado a correr delante y él les seguirá después. Sanchez es un peligro y los que siguen aplaudiendo es porque están a sueldo. Todas estas chapuzas exigirían la dimisión y bastarían para un exilio pero Pedro Goteras y Otilia siguen corriendo hasta la última viñeta.
Victor Entrialgo
