Jafet Barreto

La desilusión de Ciudadanos

La desilusión de Ciudadanos
Jafet Barreto.

En el contexto nacional pocos son los que, a día de hoy, siguen manteniendo la esperanza en la formación naranja como un partido regenerador. Cuentan algunos que irrumpieron con el propósito de acabar con el tan dañino bipartidismo y que se identificaba a Albert Rivera, en determinados sectores, como una especie de Suárez del s.XXI. Lo curioso de todo ello es que, desde un principio, para muchos al igual que para mí, ni las mejores encuestas consiguieron «cegarnos», percatamos la poca credibilidad, ambigüedad del discurso, las promesas que cambiaban según soplara el aire…

Y de la nada, de repente, ahí estaban. Ciudadanos, de partido residual en Cataluña, pues en diciembre de 2014 no tenía ni un 3% de apoyo en el CIS, poco después, una encuesta de El País lo situaba con casi un 9% en enero. Y, así, comenzó todo. Los grandes medios de comunicación se preocuparon y ocuparon, muy bien, de que los españoles tuviésemos garantizadas todas las comidas con Albert Rivera y su partido naranja de fondo. ¡Si es que hasta lo sufrimos de copiloto de Jesús Calleja en el Rally de Baja Aragón! Un partido que se presentaba como el cambio, que supo ganarse la empatía de muchos, sobre todo, desde el momento que UPyD, por coherencia, sensatez, no aceptó el ofrecimiento de «matrimonio» para concurrir, juntos, a las elecciones municipales y autonómicas de la mano. Aunque, ya puestos… y dado que el paso de los años nos permite siempre analizar las cosas más objetivamente, de aquella alianza electoral chafada se supo muy bien canalizar «el desprecio» ante toda España, «amortizar» y, también, entrar por la puerta grande de la política española. ¿Serían reales esas intenciones de fusión? Quién sabe… Lo que sí tenemos claro es que, acto seguido, los opinadores del todo, empezaron con la «cantinela». Se tildó a Rosa Díez de autoritaria, de afán de protagonismo, de adueñarse del proyecto de UPyD, entre muchas cosas… con la misma celeridad con la que los otros trasladaban, precisamente, las mismas propuestas de esta formación pero, a ojos de algunos medios, dada la divulgación que acaparaban, parecían que desvelaban por aquellos instantes la mismísima fórmula secreta de la Coca-Cola.

Los magentas cosecharon más de un millón de votos, obtuvieron presencia en varias instituciones y soportaron a muchos «Marco Junio Bruto» que, desde dentro, a la antigua usanza, con el caballo de Troya, engatusaron y traicionaron a un país. Por todo ello, hay quienes siguen considerando, con el paso de los años, que el auge y caída de UPyD, es digno de estudio en todas las facultades de Ciencias Políticas. Yo sigo pensando que «aquellos rebeldes magentas» hicieron lo correcto.

Mateo 7:15-20, nos recuerda que «por sus frutos los conoceréis» y, a día de hoy, a UPyD se le conoce por su lucha, «pulcritud», por sentar en el banquillo a corruptos, por dar a conocer el caso Bankia, Rato, tarjetas ‘black’… mientras a otros por «apuntalar», aún más, al bipartidismo en aquellos lugares donde era, precisamente, más que necesario abrir las ventanas. En fin, ya saben ustedes que nuestro refranero es muy sabio y dada la ocasión, «vienen al pelo», el «dime de qué presumes y te diré de qué careces», el «dime con quién andas, y te diré quién eres»… ¿O no? ¿Siguen, a estas alturas, pensando que UPyD y Ciudadanos defendían lo mismo o que era una simple estrategia para apartar a UPyD?

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