Un genio, pura finura e talento, de los que ya no quedan en el periodismo español (Alfonso Ussía despelleja viva a Rosa María Mateo: «Bajo esa máscara de simpática elementalidad había un descarado resentimiento»).
Una vez más Alfonso Ussía vuelve a echar mano de la ironía en su columna de La Razón para encargarse de dos de sus «musas» favoritas: Anna Gabriel y Marta Rovira, «presas» del olvido más «ingrato» desde que dieron la espantada para evitar la cárcel (Alfonso Ussía se cachondea de la ‘beata’ Elisa Beni y de su voz de «puré de patatas»).
Y es que según relata Ussía con mucha guasa:
«La política es ingrata y olvidadiza, como la vida misma. Los grandes revolucionarios que escapan a otros países para no ser perseguidos o asesinados por los fascistas, transcurrido un tiempo de calculada desaparición, entran en el saco de la indiferencia y el olvido. Y hay dos personas, dos admirables mujeres en esa situación».
En su relato de ciencia ficción de este 29 de agosto de 2018, el periodista aventura:
«Hace años, después de rechazar las ofertas de los Pujol y Mas, tuve que optar por elegir mi ingreso en las filas de ERC o de la CUP.
Dos fuerzas irresistibles me arrastraban hacia ellas. En ERC mandaba y militaba Marta Rovira, mi niña de los caracoles, a la que vi crecer en su apasionado y arriesgado independentismo. Y de la CUP, me llamaba y seducía la simpatía, naturalidad y belleza de Anna Gabriel».
Como subraya ‘Esdiario’, se burla Ussía de que Gabriel no pudo cumplir su sueño parisino de formar parte «del grupo comercial de perfumes de la casa Dior»:
«Y desesperada, se dejó el pelo como un casquete, abandonó los desodorantes y contribuyó de manera decisiva al triunfo del independentismo catalán. Pero una y otra figuraban en las listas de la persecución fascista».
«Fui consultado por enviados de ERC y la CUP para oír mis recomendaciones en la elección del lugar del heroico destierro. Rechacé las opciones de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, y los ricos Emiratos del Golfo Pérsico, aunque los últimos no me desagradaban del todo. Pero son países con sociedades poco evolucionadas en los derechos de la mujer.
De tener Marta o Anna un tilintintín cualquiera, podrían llegar a ser azotadas o lapidadas en plaza pública. En vista de ello, elegí para mis heroínas un exilio millonario pero sin riesgos. Suiza. Anna se transformó en veinticuatro horas y recuperó la belleza perdida, y Marta siguió como siempre, es decir, bastante mal, la pobre».
Y es que con no poca retranca, deja caer que los independentistas catalanes han inventado el «exilio millonario«:
«A saber, se le exige dinero al Estado Español para pagar los gastos de los exiliados del Estado Español. No imaginé que la trampa tuviera tanto éxito».
No todo van a ser buenas noticias, bromea:
«Anna, que no ha encontrado trabajo en estos siete meses de horrible exilio en Suiza, ha engordado en exceso y añora la sana alimentación mediterránea. Y Marta, mi niña de los caracoles, ha pensado en entregarse a la malvada justicia española porque no aguanta más la tristeza acomodada de los suizos».
Por eso clama con cachondeo:
«Las necesitamos. Marta Rovira y Anna Gabriel resultan imprescindibles por lo que representan. La firmeza, la resistencia, la honestidad, y el sacrificio revolucionario. Es muy fácil vivir un exilio en Venezuela, entrar en un supermercado, buscar el sector chocolatero y toparse con una estantería medio vacía con escasas tabletas de una sola marca. Chocolates Maduro. Pero hacerlo en un establecimiento suizo, y tener que elegir entre tantas delicias es agobiante. La libertad de los fascistas es siempre agobiante».