Muy largo ha sido el camino
que recorrió nuestra especie
desde el remoto pasado
que desde el simio partiese
apoyada en la Razón,
en la flecha se convierte,
que nos lleva a progresar
hasta el momento presente.
Y fuimos neandertales
ese fue el paso siguiente
que derivó en cromañones
mucho más inteligentes
hasta llegó el homo sapiens
que ya el no va más parece.
Hasta aquí todo fue bien;
de pronto, aquéllo se tuerce
y el hombre que fue capaz
desde primeros satélites
de llegar hasta la Luna
pero ahí no se detuvo
pues al infinito espacio
sondas muy lejos se pierden,
o pasar de la esperanza
de edad, casi adolescente
a los cerca de noventa
que logramos actualmente,
tal nos alcanzara un rayo
el avance se detiene
y comienza un retroceso
sepa Dios dónde nos lleve.
Ignoramos las razones
a que el desastre se debe
pero que está sucediendo
es algo más que evidente.
Tal vez fuera la informática
que nos hizo dependientes
de máquinas que razonan
mucho más rápidamente;
si ellas piensan por nosotros,
pasan a ser nuestras mentes
y cada vez menos sapiens
la gimnasia no se ejerce
y los órganos se atrofian
hasta morir lentamente.
Pueden ser otras las causas
del proceso decadente;
La Razón se está apagando
cuesta abajo, sin la frenen,
el algo no discutible
que a diario puede verse
cómo el mundo más se hunde
guerras, opresión creciente,
gobiernos que destrozan
su países ferozmente…
y masas que los apoyan
encantados, conocerles.
Así que, en no muchos siglos,
a los árboles regresen
los nuestros tataranietos,
en llanto y crujir de dientes,
simios velludos de nuevo
llenos de piojos y liendres.
Lo tendremos merecido
puesto que hay que ser imbéciles
para no ver el peligro
sobre nosotros se cierne;
y, encima, aplaudir felices
a lo que encima nos viene.
Que requiescat, pues, in pace,
aquella especie ascendente
capaz de alcanzar la Luna…
y en la Luna está, inconsciente.
