José Rodríguez predice que los sucesos de El Aaiún pueden reproducirse en las Islas

El Día insinúa revueltas independentistas en Canarias

El soberanismo peculiar del rotativo no alcanza a su 'adorada' Gran Canaria

El Día insinúa revueltas independentistas en Canarias
José Rodríguez, a la derecha, editor-presidente de El Día.

Los domingos toca ración de antiespañolismo en las editoriales de El Día. Cada semana, hay que reconocerlo, el director/editor, José Rodríguez, se supera en sus apreciaciones y aparte de la dosis de independencia habitual, vuelve a machacar con el hecho de que Ceuta y Melilla deben ser de Marruecos, amén de que atisba que en Canarias pudiera producirse una revuelta similar a lo que ha sucedido en estos días en el Sáhara.

El editorialista arremete contra quienes defienden la españolidad de nuestas ciudadaes autónomas y afirma sin ambages que «algún atrevido ha dicho, o ha dado por seguro, que la situación de Ceuta y Melilla es distinta a la que se dio en el Sahara de 1975, cuando los españoles fueron expulsados a patadas de ese territorio, al igual que lo fueron de sus demás colonias, y al igual, asimismo, que serán expulsados de Canarias si antes no obran con sensatez y se van por las buenas».

Añade que «quien piense que Ceuta y Melilla serán siempre españolas se equivoca por completo. Ambas ciudades caerán. No porque lo diga EL DÍA o José Rodríguez, que es su responsable máximo, sino porque ambas están en territorio marroquí y, en consecuencia, le pertenecen a Marruecos».

En cuanto a lo que está aconteciendo en el Sáhara, José Rodríguez afirma que es lógico «porque el era una colonia que perdió su condición de tal y pasó de depender de un país que está en otro continente (algo completamente absurdo), a estar integrada en la nación que tiene a su lado. Porque el Sáhara era una colonia, aunque sus habitantes tuviesen carnet de identidad español y contasen con sus procuradores en Cortes con sus turbantes y sus chilabas; es decir, con un remedo de los actuales Perestelo y Oramas en las Cortes del Rey Juan Carlos».

Asegura el editorialista que «podemos decir que el Sáhara está siendo la punta del iceberg de lo que puede suceder aquí, en este Archipiélago, en cualquier momento. Nos entristeceríamos, porque somos pacifistas hasta el extremo de repudiar cualquier violencia, venga de donde venga, pero el pueblo está harto de que lo engañen. La gente está muy alterada por tener que hacer cola para comer una vez al día, mientras los políticos y los sindicalistas almuerzan y cenan en restaurantes de lujo».

Por eso, recalca, «lo reiteramos no para cansar al lector sino porque estamos plenamente convencidos de que será así, la misma explosión social que se ha producido en el Sahara puede ocurrir en Canarias. Rogamos a Dios que ponga su mano para que no lleguemos a ese extremo. Y en caso de producirse, no será porque España abandone estas Islas lo mismo que abandonó el Sahara (que ojalá lo haga), sino por los abusos de los partidos políticos; por la existencia, cada vez mayor, del hambre, los harapos y la miseria».

«Sabemos que hay muchos políticos cínicos y tan comprometidos con su partido y su procedencia peninsular, o de Las Palmas, que no quieren la independencia. Pero la independencia llegará. Y con ella lo hará la libertad, la identidad y la dignidad para unos ciudadanos, los canarios, que podrán ir por el mundo con la cabeza alta, que es como van los ciudadanos libres, y no humillados y sojuzgados por su condición de indígenas coloniales y colonizados, además de ultraperiféricos de un continente que está alejadísimo de nosotros».

Finalmente, El Día remacha su argumentación indicando que «la independencia llegará, volvemos a afirmarlo, y con ella desaparecerá la corrupción galopante que padecemos hoy en día, que es otro de nuestros males. Una nueva política, lo decimos una vez más, a cargo de hombres y mujeres con la mente y las manos limpias, capaces de trabajar por su pueblo sin entregarse de manera vergonzosa a los intereses de quienes nos colonizan desde hace casi seis siglos, como lo ha hecho la Niña socialista de Madrid».

«Mientras tanto, debemos soportar muchas desvergüenzas. Entre ellas, el silencio de los medios de comunicación españoles sobre lo que está sucediendo en estas Islas. Un mutismo lógico porque España no quiere soltar la finca canaria; la teta canaria, y que nos perdone el lector por hablar así, pero es de esta forma como se expresan nuestros campesinos».

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