El magnate ruso sorprende con un legado inédito

Pavel Durov, fundador de Telegram, repartirá su fortuna de 17.000 millones entre sus más de 100 hijos

El creador de Telegram planea dejar toda su riqueza a sus 106 hijos, fruto de donaciones en clínicas de fertilidad y relaciones personales

Pavel Durov
Pavel Durov. PD

Cuando creíamos haberlo visto todo en el mundo de las grandes fortunas tecnológicas, Pavel Durov —fundador de Telegram y uno de los empresarios más herméticos del sector— vuelve a sorprender a propios y extraños. No solo por la dimensión de su patrimonio, estimado en 17.000 millones de dólares, sino por la peculiar forma en la que ha decidido repartirlo: a partes iguales entre sus 106 hijos. Sí, ha leído bien: ciento seis descendientes, producto tanto de relaciones personales como de donaciones de esperma en una docena de países.

Alejado del habitual perfil mediático de Silicon Valley, Durov ha sido siempre un defensor acérrimo de la privacidad digital y el rechazo al control estatal. Pero ahora, con esta revelación publicada en una entrevista para Le Point, lleva ese espíritu disruptivo al terreno más personal: el legado familiar y la gestión del dinero.

¿Quiénes son los herederos?

Pavel Durov es padre biológico reconocido de seis hijos nacidos en el seno de tres relaciones diferentes. El resto —más de un centenar— han llegado al mundo gracias a sus donaciones en clínicas de fertilidad repartidas por lugares tan diversos como Estados Unidos, España o Tailandia. Lo curioso es que el propio Durov apenas conoce personalmente a muchos de ellos. Su motivación, según cuenta, fue inicialmente ayudar a un amigo con problemas para concebir, pero pronto le sedujo la idea de “dejar huella genética” a gran escala.

En palabras del magnate: “Todos son mis hijos y tendrán los mismos derechos. No quiero que se despedacen después de mi muerte”. Así, ha dejado claro que ni fundaciones ni proyectos filantrópicos recibirán parte alguna del botín: todo quedará en familia.

Reparto millonario… pero con condiciones

El plan no es tan simple como poner dinero en manos inexpertas. Durov ha establecido que ninguno podrá acceder a su parte antes del año 2055. Quiere evitar lo que él llama “el síndrome del heredero”: prefiere que crezcan lejos del influjo tóxico del dinero fácil. “Quiero que vivan como personas normales, que construyan su vida por sí mismos, que aprendan a confiar en sí mismos”, recalca el fundador.

Si la fortuna se mantuviera estable hasta entonces y se reparte entre 106 descendientes, cada uno recibiría cerca de 160 millones de dólares. Una cifra astronómica incluso para los estándares tecnológicos actuales.

Filosofía vital y estrategia legal

Más allá del espectáculo mediático, la decisión tiene un trasfondo estratégico. En plena tormenta legal sobre Telegram —la aplicación está bajo escrutinio en Europa por supuesta permisividad ante actividades ilícitas—, este movimiento sirve también para “blindar” el patrimonio familiar ante posibles litigios futuros. Durov parece aplicar su visión tecnocrática no solo al software, sino también a su propia biografía.

La medida encaja con su rechazo frontal a los sistemas políticos convencionales y su apuesta por una suerte de ingeniería social aplicada al linaje propio. El mensaje es claro: ni estados ni fundaciones manejarán el legado Durov.

Telegram y los retos tecnológicos

Mientras tanto, Telegram continúa como uno de los grandes actores globales en mensajería instantánea. La plataforma —con más de 800 millones de usuarios activos— destaca por su enfoque en privacidad y seguridad, aunque no ha estado exenta de polémicas regulatorias.

Durov ha liderado la compañía apostando fuerte por la innovación y la integración progresiva de avances en inteligencia artificial (IA). Recientemente, Telegram ha incorporado algoritmos para mejorar la moderación automatizada en grupos masivos y ha comenzado a experimentar con asistentes basados en IA generativa para facilitar búsquedas internas y mejorar la experiencia del usuario. Esta integración tecnológica no solo refuerza la eficiencia operativa sino que plantea desafíos éticos sobre privacidad y control algorítmico.

Un pionero atípico: IA y legado humano

No deja de ser irónico que quien promueve una aplicación donde los bots inteligentes campan a sus anchas apueste ahora por una red familiar gigantesca como forma definitiva de “preservar el linaje humano”. Durov parece conjugar dos obsesiones contemporáneas: dejar una huella genética real —con cientos de hijos repartidos por todo el mundo— e impulsar herramientas digitales cada vez más autónomas gracias a la IA.

En un mundo donde muchos millonarios tecnológicos sueñan con trascender digitalmente o colonizar Marte, Durov prefiere multiplicarse aquí abajo y confiar su futuro (y su fortuna) a una multitud que apenas conoce pero siente como propia.

Reflexiones finales

Resulta difícil saber si esta estrategia servirá para cimentar una dinastía o será simplemente otra extravagancia millonaria. Lo cierto es que Pavel Durov, fiel a su estilo, ha vuelto a desafiar las convenciones: ni filantropía empresarial ni sucesión tradicional; solo un ejército silencioso —y muy bien financiado— repartido por medio planeta.

Mientras tanto, Telegram sigue creciendo impulsada por avances tecnológicos como la IA generativa y la automatización inteligente. Y al mismo tiempo que luchamos por descifrar el futuro digital, alguien ya está diseñando su propio futuro… uno con cientos (literalmente) de herederos esperando pacientemente su turno.

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