Desde entonces, su esposa y copresidenta, Melinda, ha agregado su firma. La carta ha abordado temas que van desde la innovación hasta los súper poderes y las grandes apuestas sobre el futuro. Pero este año, la pareja de filántropos está probando un formato diferente, marcando el hito del décimo aniversario, cuando el fundador de Microsoft comenzó a trabajar en la Fundación Bill y Melinda Gates a tiempo completo, con una carta titulada Se hacen diez preguntas difíciles.
En la carta, y en una breve entrevista con The Washington Post, el dúo discutió su esfuerzo por responder a algunas de las preguntas más frecuentes, y no siempre favorecedoras, que reciben de personas que escudriñan su trabajo.
«Las preguntas que recibimos de otras personas agudizan nuestro enfoque y nos ayudan a perfeccionar lo que estamos haciendo», dijo Melinda Gates en su oficina con vistas al lago Washington, en las afueras de Seattle. «Cuando tienes que escribir sobre ellos y explicar a la gente cómo piensas, creemos que hace que la base sea más cognoscible también para las personas».
Con una dotación de más de USD 40,000 millones, la fundación Gates tiene una escala y un alcance que toca la mayoría de los rincones del mundo, ofreciendo subvenciones y cerrando acuerdos de financiación con organizaciones de todo tipo, desde la reducción del consumo de tabaco en China hasta las instalaciones sanitarias en África y la reforma de las escuelas públicas de Estados Unidos. La carta de los Gates, publicada hace unos días, incluye respuestas a preguntas tales como por qué trabajan con corporaciones, si están imponiendo sus valores en otras cultures y por qué la fundación no da más dinero a Estados Unidos (la Fundación Gates gastó casi USD 500 millones en su programa de Estados Unidos en 2016, lo que supone el 11 por ciento de sus gastos directos en subvenciones y contratos de caridad).
En la misiva, los Gates dijeron que habían aprendido mucho de sus esfuerzos educativos, «pero el reto ha sido replicar los éxitos a una escala mayor». Reconoció que algunos de sus críticos no hablan por temor a perder dinero, aunque fomentan la retroalimentación. Dijo, además, que las preocupaciones sobre su legado no son lo que impulsa su donación y reconoció que si bien «no es justo que nuestra riqueza abra puertas que están cerradas para la mayoría de las personas», «no hay nada secreto acerca de nuestros objetivos como base».
Fuente original: Jena McGregor,Infobae/Leer más
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