El laboratorio suele ser escenario de descubrimientos que transforman nuestra comprensión del mundo, pero lo que ha logrado el equipo de Cambridge parece sacado de una novela de ciencia ficción. Han creado una forma de vida completamente nueva y, para sorpresa de muchos, más eficiente que cualquiera surgida en los cuatro mil millones de años de evolución terrestre. No se trata de una criatura monstruosa ni de un ser multicelular, sino de una modesta bacteria Escherichia coli que ha sido bautizada como Syn57, y que funciona con apenas 57 codones genéticos frente a los 64 tradicionales.
A día de hoy, 28 de agosto de 2025, este avance representa el punto culminante en una carrera científica que comenzó en 2010 con la primera célula bacteriana sintética. Desde entonces, investigadores han ido eliminando la redundancia del ADN bacteriano. En 2019 ya se consiguió reducir el número de codones a 61 sin perder funcionalidad vital, pero Syn57 lleva esa simplificación aún más lejos.
El código genético: ¿menos es más?
Para entender la revolución, hay que adentrarse en el manual genético universal. Todos los seres vivos conocidos utilizan combinaciones de tres letras de ADN –los famosos codones– para construir proteínas. La naturaleza emplea 64 codones para codificar apenas 20 aminoácidos y las señales que indican cuándo parar. ¿Resultado? Un sistema plagado de duplicidades.
La creación de Syn57 supuso reescribir más de 101.000 líneas del genoma bacteriano, eliminando siete codones «innecesarios» (cuatro para serina, dos para alanina y uno para parada), sustituyéndolos por otros equivalentes. Este ajuste quirúrgico permitió liberar espacio en el genoma y asignar nuevas funciones bioquímicas, abriendo la puerta a organismos programables con capacidades inéditas.
Según Akos Nyerges, biólogo sintético de Harvard, este tipo de avances permite explorar qué límites tolera la vida y probar códigos alternativos que podrían revolucionar desde la industria farmacéutica hasta la gestión ambiental.
Tabla comparativa: código genético natural vs. Syn57
| Característica | Naturaleza (E. coli) | Syn57 (Cambridge) |
|---|---|---|
| Número de codones | 64 | 57 |
| Redundancia genética | Alta | Baja |
| Funciones asignadas | Aminoácidos y parada | Aminoácidos y parada (sin duplicidad) |
| Potencial evolutivo | Limitado | Ampliado |
Aplicaciones: medicina, ecología y biotecnología
Las implicaciones son vastas y van mucho más allá del laboratorio. Bacterias diseñadas como Syn57 podrían:
- Producir medicamentos complejos o sustancias farmacológicas a demanda.
- Degradar contaminantes industriales o plásticos en procesos biológicos optimizados.
- Actuar como microfábricas para transformar residuos en materiales valiosos, como demuestra el reciente caso de una E. coli capaz de convertir botellas de plástico en paracetamol.
Este último ejemplo pone en evidencia cómo la biología sintética puede aprovechar rutas metabólicas alternativas para llevar a cabo reacciones químicas imposibles para organismos naturales.
¿Vida artificial sin biología clásica?
El avance británico se suma a otras investigaciones internacionales que redefinen los límites entre lo natural y lo artificial. Un equipo liderado por el español Juan Pérez-Mercader logró crear vesículas sintéticas autorreplicantes utilizando luz y polímeros –sin ADN ni proteínas biológicas– capaces de crecer y reproducirse por sí mismas. Aunque estos sistemas no poseen información genética clásica, muestran variación heredable y comportamiento adaptativo, acercándose sorprendentemente a la definición mínima de vida.
Riesgos y debates: ¿podemos domar lo sintético?
No todo es entusiasmo desmedido; existen advertencias importantes sobre los riesgos potenciales. Organismos sintéticos con quiralidad invertida –las llamadas bacterias espejo– podrían superar las defensas inmunológicas humanas o animales y provocar impactos imprevisibles en los ecosistemas. El concepto fue anticipado por Louis Pasteur hace casi dos siglos, al descubrir que ciertas moléculas existen como imágenes especulares no superponibles.
La comunidad científica subraya la necesidad urgente de regular estos avances antes de que escapen al control humano. Si bien las posibilidades terapéuticas son enormes, también lo son los retos bioéticos y ecológicos.
Curiosidades científicas: cuando la biología rompe sus propias reglas
- En el proceso de crear Syn57, los investigadores tuvieron que modificar manualmente más de cien mil instrucciones genéticas… ¡un trabajo digno del mejor programador informático!
- La redundancia genética es tan abundante que algunos codones pueden cumplir exactamente la misma función. Es como tener siete palabras distintas para decir “hola” y decidir quedarse solo con las imprescindibles.
- El descubrimiento del fenómeno llamado quiralidad por Pasteur fue inspirado por cristales que desviaban la luz polarizada en direcciones opuestas; todo empezó observando ácido tartárico en vino fermentado… ¡y acabó revolucionando la biología!
- Las bacterias artificiales pueden servir no solo para fabricar medicamentos sino también para limpiar vertidos tóxicos o reciclar plásticos; algunos expertos ya las llaman “microfábricas verdes”.
- La creación más radical hasta ahora son vesículas autorreplicantes sin ADN ni enzimas tradicionales: su ciclo vital depende únicamente del autoensamblaje molecular dirigido por luz verde.
- Hay quien compara estos avances con reescribir las reglas del ajedrez… ¡pero jugando con piezas inventadas!
El futuro parece estar hecho tanto de ciencia como de ingenio: cuando los laboratorios desafían los límites establecidos por millones de años de evolución, cualquier cosa puede suceder… incluso descubrir formas de vida más eficientes que las creadas por la propia naturaleza.
