Pocas circunstancias generan tanto interés y discusión como las experiencias cercanas a la muerte.
Relatos sobre túneles resplandecientes, revisiones fugaces de toda una existencia y sensaciones de paz plena han cruzado fronteras culturales y temporales.
Sin embargo, la ciencia ha decidido no dar la espalda a uno de los más grandes misterios de la conciencia humana: ¿qué sucede en el cerebro justo cuando nos acercamos al umbral final?
En los laboratorios, la muerte ya no se ve como un simple apagón.
Investigaciones recientes han demostrado que, en los momentos críticos, el cerebro no se sumerge en el silencio.
Por el contrario, entra en un estado de hiperactividad sorprendente.
Este fenómeno, lejos de ser un mero detalle anecdótico, está siendo cuidadosamente documentado y analizado, revelando una compleja y fascinante coreografía neuroquímica.
El modelo NEPTUNE: la neurociencia toma protagonismo
Un grupo de investigadores de la Universidad de Lieja ha introducido el modelo NEPTUNE (Teoría Neurofisiológica Evolutiva Psicológica para Entender la Experiencia Cercana a la Muerte), un enfoque innovador que combina fisiología, química y evolución para esclarecer lo que ocurre en estos momentos críticos. Según NEPTUNE, tres factores provocan esta tormenta en el sistema nervioso central:
- Hipoxia: escasez de oxígeno en el cerebro.
- Hipercapnia: acumulación excesiva de dióxido de carbono.
- Alteración del metabolismo energético cerebral: a causa del colapso de las funciones vitales.
Estos tres elementos crean un entorno extremo dentro del cerebro. En lugar de apagarse, este órgano se inunda de actividad, activando rutas neuronales que dan origen a las experiencias más comunes asociadas a las ECM: separación del cuerpo, visiones luminosas y estados de euforia o trascendencia.
Tormenta de neurotransmisores: la química del último instante
Lo que realmente sorprende a los científicos es la tormenta neuroquímica que se desencadena en esos momentos críticos. Cuando el cuerpo está al borde del colapso, el cerebro libera una avalancha de sustancias:
- Serotonina: Sus picos pueden inducir sensaciones místicas y una disolución del ego, lo que explica esa sensación de unidad o trascendencia que muchos experimentan.
- Endorfinas: Alivian el dolor y generan una intensa sensación de bienestar; esto puede ser lo que explique esa inesperada paz reportada por quienes regresan tras un coma.
- Dopamina y noradrenalina: Estas sustancias amplifican la carga emocional asociada a los recuerdos, alimentando esa clásica «película de la vida».
- Glutamato: Puede provocar distorsiones visuales y temporales, dando origen a los célebres túneles luminosos.
- Ondas gamma: Registradas tanto en estudios con animales como con humanos; estas oscilaciones cerebrales están ligadas a memoria y percepción. Su pico en el momento crítico sugiere una actividad cerebral coordinada sorprendentemente intensa.
Un hallazgo notable es que mientras mayor es el nivel de dióxido de carbono en sangre, más intensas suelen ser las ECM. Este gas parece actuar como un potente modulador de la conciencia en situaciones extremas.
Entre biología y evolución: ¿una estrategia defensiva?
El modelo NEPTUNE también sugiere que estas respuestas no son meros accidentes biológicos; podrían tener un sentido evolutivo. La hipótesis plantea que ante una amenaza extrema, el cerebro activa este estado alterado como estrategia para afrontar la situación: reducir el miedo, facilitar decisiones rápidas o incluso preparar al individuo para una posible reanimación. Aunque aún queda mucho por investigar, pensar que la mente lucha por sobrevivir hasta el último instante añade una capa extra de asombro a estos fenómenos.
Curiosidades científicas y anécdotas: lo insólito al borde vital
- En un experimento con ratas, tras detenerse su corazón, los científicos notaron un aumento inesperado en actividad cerebral y serotonina; esto abre la posibilidad de que justo antes del apagón cerebral se viva una auténtica fiesta neuroquímica.
- Algunos pacientes en coma desconectados artificialmente han mostrado ondas gamma tan intensas que expertos han comparado su actividad cerebral con personas meditando profundamente o recordando experiencias significativas.
- Se ha sugerido que el cuerpo podría liberar DMT (N,N-dimetiltriptamina), una sustancia psicodélica natural durante situaciones críticas. Las experiencias provocadas por DMT presentan sorprendentes similitudes con las ECM: visiones intensas o encuentros con seres son algunos ejemplos comunes.
- La explicación detrás de esa «película de la vida» podría estar vinculada a una hiperactividad temporal en las redes memorísticas junto con liberación simultánea de dopamina y noradrenalina; esto potenciaría los recuerdos más significativos emocionalmente.
- Estudios diversos han revelado que personas provenientes de culturas y religiones dispares relatan experiencias casi idénticas; esto refuerza la idea de una base neurobiológica universal más allá del contexto cultural o aprendido.
Quién diría que en ese momento tan frágil entre vivir y dejar ir, nuestro cerebro decide ofrecer un espectáculo repleto de luces, emociones y recuerdos. Si alguna vez has escuchado a alguien afirmar haber «visto pasar su vida en un segundo», ahora comprendes que hay mucho más detrás del misterio científico sobre ese instante donde mente y cuerpo se asoman juntos al abismo.
