A veces, la realidad supera cualquier guion de Hollywood: setenta rinocerontes africanos, después de pasar sus días en una granja de cría tan controvertida como mediática en Sudáfrica, han puesto rumbo a una nueva vida salvaje en Ruanda.
No llevaban pasaporte ni maleta, pero sí consigo el peso de la esperanza de toda una especie.
La operación, que ha generado tanto expectación como debate, es una de las mayores reintroducciones de rinocerontes jamás realizadas en el continente africano y plantea preguntas cruciales sobre el futuro de estos gigantes prehistóricos, su vulnerabilidad y su relación con los seres humanos.
El espectacular traslado desde Sudáfrica hasta Ruanda no solo marca un hito logístico y biológico, sino que también reabre la discusión sobre las estrategias para salvar a los rinocerontes del abismo de la extinción.
Los protagonistas son animales criados durante años en condiciones semicautivas, cuya liberación ha sido posible gracias a la colaboración entre gobiernos, ONG y expertos internacionales, todos decididos a revertir el dramático declive de la especie.
70 rhinos reared at controversial captive breeding farm set free in RwanDAhttps://t.co/AXLTPfsaRa
By Amy Gunia, CNN
Published 11:52 PM EDT, Thu June 19, 2025 pic.twitter.com/yoYvDPJ4ai— www.Jonny Clock1977.us (@JonnyClock1977) June 20, 2025
El peligro de extinción: un desafío global
El destino del rinoceronte africano nunca ha sido tan incierto. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cataloga al rinoceronte negro como “en peligro de extinción”, con menos de 6.500 ejemplares en todo el planeta y una disminución del 1% solo en el último año debido a la caza furtiva y la destrucción del hábitat. Las cifras no dejan lugar al optimismo fácil: en 1970 había más de 70.000 rinocerontes negros; hoy sobreviven apenas una fracción.
No solo el negro está amenazado. El rinoceronte blanco del norte ha sido declarado “posiblemente extinguido”, mientras que otras subespecies como el rinoceronte de Java se encuentran al borde del colapso poblacional. Sin embargo, algunos esfuerzos coordinados han logrado éxitos puntuales: por ejemplo, la población del rinoceronte blanco del sur pasó de menos de 100 individuos a más de 20.000 gracias a programas intensivos de conservación.
La cría en cautividad —como la practicada en la polémica granja sudafricana— es vista por muchos expertos como un mal necesario ante el imparable avance del furtivismo. Pero no está exenta de críticas: se cuestiona si estos animales pueden readaptarse plenamente a su entorno natural o si su “liberación” supone realmente un beneficio para los ecosistemas donde se insertan.
¿Supone un peligro para los humanos?
La imagen del rinoceronte como bestia peligrosa e impredecible es tan antigua como injusta. Aunque estos animales pueden mostrar un comportamiento territorial o defensivo, rara vez atacan sin provocación directa y suelen evitar a los humanos siempre que es posible. Los incidentes graves son muy poco frecuentes y normalmente ocurren cuando un individuo se siente acorralado o amenazado.
En realidad, el mayor peligro lo representa el ser humano para ellos: la caza furtiva por sus cuernos, impulsada por el comercio ilegal y creencias supersticiosas sobre supuestos poderes curativos, es la principal causa del declive poblacional. Además, la expansión agrícola y minera sigue reduciendo dramáticamente su hábitat natural.
Por tanto, si bien conviene respetar siempre las normas básicas al visitar reservas o parques donde habitan estos colosos —como mantener distancia y evitar movimientos bruscos—, lo cierto es que los encuentros entre humanos y rinocerontes suelen resolverse sin mayores sobresaltos.
Estrategias innovadoras para frenar su desaparición
La liberación masiva de rinocerontes en Ruanda forma parte de una tendencia creciente hacia las reintroducciones controladas y la creación de santuarios genéticamente diversos. Kenia, por ejemplo, está ejecutando traslados similares para aliviar la sobrepoblación en algunas reservas y favorecer nuevos núcleos reproductivos que garanticen diversidad genética.
Algunas medidas sorprenden por su audacia: en Sudáfrica, el descorne preventivo (retirar los cuernos sin dañar al animal) ha reducido hasta un 78% los casos de caza furtiva en ciertas reservas. Aunque polémica entre activistas, esta práctica parece estar dando resultados tangibles sin efectos ecológicos negativos significativos a día de hoy.
A estas acciones se suman avances tecnológicos como sistemas avanzados de vigilancia por satélite o inteligencia artificial aplicada al monitoreo ambiental. Sin embargo, todos coinciden en que la cooperación internacional y el compromiso local son imprescindibles para asegurar el éxito a largo plazo.
Curiosidades sobre los rinocerontes
- Los rinocerontes pueden pesar más de 2.000 kilos y correr a velocidades superiores a los 50 km/h… ¡mejor no pillarles cabreados!
- Su piel puede llegar a medir hasta cinco centímetros de grosor y les protege tanto frente a depredadores como frente al sol africano.
- A pesar de su aspecto imponente, tienen un oído muy agudo y una vista más bien limitada.
- Cumplen un papel ecológico vital: ayudan a dispersar semillas y modelar el paisaje vegetal africano.
- Los cuernos están formados por queratina —la misma sustancia que compone nuestras uñas— aunque tristemente valen más que el oro en el mercado negro.
- El nombre “rinoceronte” significa literalmente “nariz con cuerno”, una descripción bastante gráfica pero precisa.
- Pueden comunicarse entre sí mediante sonidos graves casi imperceptibles para los humanos y marcas olfativas.
- Los ejemplares liberados en Ruanda podrán ser observados dentro del Parque Nacional Akagera, convirtiéndose así en embajadores vivos del renacer conservacionista africano.
Este episodio marca un antes y un después tanto para los propios animales como para quienes luchan cada día por garantizar que las generaciones futuras puedan seguir admirando uno de los mamíferos más antiguos —y fascinantes— del planeta.
