Son muchos los que en esa hora mágica de la medianoche de San Silvestre, ni toman uvas, ni festejan nada
(Carmen Bellver).- Dentro de las festividades Navideñas se cuela Noche Vieja, la más pagana de todas las conmemoraciones. La cita anual frente al televisor mirando el reloj sentenciar el año, mientras descolgamos las doce uvas de la suerte, o las del ritual de los últimos tiempos, porque no en todos los sitios se sigue la tradición de las uvas. Pero indudablemente hay una buena dosis de adrenalina inyectada en vena directamente por los medios. En Noche Vieja es imprescindible divertirse, bailar, beber, comer, vestirse con una prenda de rojo. No sé, cada año me sorprendo con una nueva anécdota que incita a exorcizar los malos vientos para empezar con buen pie el año.
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