EL GIRO INESPERADO LLEGÓ EN LOS AÑOS 90

El pueblo pirenaico que volvió a nacer tras ser desalojado

Una pequeña localidad del Valle de Tena, fue literalmente borrada cuando un proyecto hidráulico obligó a sus habitantes a abandonar sus casas, sus tierras y sus recuerdos

El pueblo pirenaico que volvió a nacer tras ser desalojado

En pleno Pirineo aragonés existe un lugar capaz de resumir, en apenas unas calles, toda una lección de resiliencia colectiva. Lanuza, una pequeña localidad del Valle de Tena, fue literalmente borrada cuando un proyecto hidráulico obligó a sus habitantes a abandonar sus casas, sus tierras y sus recuerdos. Lo que podría haber quedado para siempre como una triste historia de despoblación forzosa terminó convirtiéndose en un sorprendente ejemplo de recuperación rural y renacimiento arquitectónico.

Un desalojo forzoso que cambió la vida de un valle entero

La historia de Lanuza dio un giro radical en 1961, cuando la Confederación Hidrográfica del Ebro aprobó la construcción del embalse destinado a regular el caudal del río Gállego. Lo que para las instituciones era una obra necesaria, para la población local supuso un desarraigo irreversible. Los cerca de cien vecinos que habitaban el pueblo tuvieron que abandonar paulatinamente sus hogares.

A medida que avanzaban las expropiaciones, las viviendas quedaban vacías y el pueblo se iba apagando hasta quedar completamente deshabitado en torno a 1975. Además, durante los años de abandono, las casas fueron saqueadas y los elementos de valor desaparecieron. La degradación fue tal que Lanuza parecía abocado a convertirse en una ruina definitiva. Paradójicamente, lo que lo salvó fue un error en los cálculos iniciales: el nivel del agua no alcanzó la cota prevista y parte del casco urbano quedó fuera de la zona inundada.

Los vecinos transformaron escombros en un destino único

El giro inesperado llegó en los años 90, cuando un grupo de antiguos vecinos decidió recuperar lo que quedaba del pueblo. Su iniciativa no solo fue un acto de nostalgia, sino un proyecto de reconstrucción ambicioso que exigió la recalificación de terrenos y una negociación con la Confederación Hidrográfica del Ebro.

La rehabilitación respetó al máximo la arquitectura tradicional del Valle de Tena: viviendas de piedra y pizarra, chimeneas troncocónicas, calles estrechas y un urbanismo que combina estética medieval y funcionalidad contemporánea. Hoy, conviven más de 30 edificios restaurados, alojamientos turísticos y una cuidada oferta gastronómica.

Entre montañas, cultura y agua: un destino irresistible

Su ubicación privilegiada, a orillas del embalse y rodeado de picos del Pirineo, lo convierte en un escenario perfecto para los amantes de la naturaleza. La Iglesia de El Salvador, reconstruida sobre restos románicos, actúa como símbolo del resurgir del pueblo y como punto de partida para descubrir rincones llenos de encanto: plazas empedradas, fuentes históricas, bancales y miradores con vistas espectaculares del valle.

El embalse que un día marcó su desaparición es hoy uno de sus principales reclamos turísticos. Deportes como el piragüismo, el pádel surf, los hidropedales o las canoas permiten disfrutar del entorno desde una perspectiva única. Además, rutas como el Camino Natural del Embalse de Lanuza, especialmente popular en verano, ofrecen la posibilidad de observar aves acuáticas y disfrutar de un paisaje cambiante según la estación. No hay que olvidar que cada mes de julio, Lanuza acoge el Festival Pirineos Sur, cuyo emblemático escenario atrae a miles de visitantes.

Un acceso sencillo para un lugar que merece el viaje

A pesar de encontrarse en plena montaña, la localidad es sorprendentemente accesible. Desde Huesca, apenas 85 kilómetros separan la capital del Pirineo en un trayecto de poco más de una hora. También está bien conectado con grandes ciudades: Barcelona se encuentra a unas cuatro horas por carretera y Madrid a unas cinco, lo que facilita escapadas tanto de fin de semana como estancias más largas.

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Autor

José Antonio González Gómez

Redactor español-venezolano, licenciado por la Universidad Católica Andrés Bello. Cuenta con más de 10 años de experiencia, trabajando en radio, diversas agencias de publicidad internacionales como Foote, Cone & Belding, medios digitales, la administración pública y como freelancer.

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