El giro vital del ex número uno del tenis español

Carlos Moyá: de entrenador en el banquillo de Nadal a ‘lobo’ en la jungla financiera de Wall Street

Carlos Moyá sorprende tras dejar el tenis profesional y embarcarse en una aventura financiera inspirada en Wall Street

Carlos Moyá: de entrenador en el banquillo de Nadal a 'lobo' en la jungla financiera de Wall Street

A 10 de mayo de 2025, el nombre de Carlos Moyá vuelve a sonar con fuerza, pero no por una nueva hazaña en las pistas ni por un nuevo Grand Slam junto a Rafael Nadal.

El ex número uno del mundo, leyenda del tenis español y hasta hace unos meses entrenador de Rafa, ha decidido cambiar la raqueta por el parqué, la tierra batida por los gráficos bursátiles. Su nuevo reto: sumergirse en el universo financiero de Wall Street, ese ecosistema donde los títulos se cotizan en verde y rojo y donde las victorias se miden en puntos… pero de bolsa.

No es un salto al vacío ni una ocurrencia fruto del aburrimiento post-tenístico.

Moyá llevaba tiempo gestando este giro vital. «En España hay muy poca cultura financiera. Es algo que no piensas a los 20 años, pero es muy importante para alguien de esta edad tener a alguien al lado que te aconseje», confesaba recientemente el mallorquín. Moyá reconoce que, aunque no se considera experto, siempre le ha gustado leer sobre inversiones y aprender sobre economía y gestión patrimonial. Una inquietud que, tras décadas al más alto nivel deportivo y financiero –al menos en lo que respecta a gestionar grandes sumas generadas como deportista de élite–, ahora busca canalizar en su particular aventura neoyorquina.

De campeón de Roland Garros a gurú de la inversión

La trayectoria deportiva de Carlos Moyá es impecable. Campeón de Roland Garros en 1998, líder indiscutible del tenis nacional durante la transición entre las generaciones de Bruguera y Nadal, y primer español en alcanzar el número uno mundial en la ATP. A su palmarés hay que sumar una veintena de títulos individuales y la Copa Davis levantada en 2004 junto a un jovencísimo Nadal. Tras colgar la raqueta en 2010, fue capitán español en la Davis y desde 2016 hasta finales de 2024, arquitecto silencioso del renacer competitivo del manacorí.

Pero Moyá siempre fue consciente de una realidad poco glamurosa: dos tercios de la vida están por vivir tras dejar el deporte profesional. Por eso, mientras entrenaba a Nadal o dirigía equipos nacionales, ya invertía tiempo (y probablemente dinero) en entender cómo funciona ese mercado que tanto fascina como asusta a los mortales: «El jugador de tenis no lo tiene en la cabeza. Te sientes invencible muchas veces. Entras en una burbuja donde todo te va bien… pero ese dinero se acaba», argumenta con la franqueza habitual que le caracteriza.

Una retirada sin dramas y un futuro sin ataduras

El fin de su etapa como entrenador principal de Rafa Nadal coincidió con el ocaso deportivo del balear –una despedida algo deslucida según Moyá– y con el deseo personal del mallorquín de tomarse un respiro lejos del circuito: «Me centro en disfrutar del momento… lo que me gustaría es estar tranquilo unos meses en casa, sin presión», declaraba hace apenas unas semanas. Sin embargo, esa tranquilidad parece tener fecha de caducidad; su inquietud intelectual y su olfato para detectar oportunidades le han llevado directamente al corazón financiero mundial.

El propio Moyá admite que no se ve como un lobo feroz ni pretende emular a Jordan Belfort –el célebre “Lobo de Wall Street”– pero sí aspira a aprender y desarrollarse lejos del tenis: «Siempre me ha encantado formarme… ahora tengo más tiempo», asegura. Su objetivo es claro: garantizar su futuro económico y el de los suyos desde una perspectiva realista y formativa.

Entre el escepticismo y la admiración: ¿funcionará su apuesta?

No faltan voces escépticas ante este cambio tan radical. El mundo del deporte está plagado de ejemplos de grandes figuras que han intentado reinventarse fuera del foco mediático sin demasiado éxito. Sin embargo, Moyá cuenta con varias ventajas: disciplina forjada en mil batallas, red internacional fruto de su carrera tenística y esa humildad mallorquina que le impide vender humo o lanzarse a aventuras sin red.

Él mismo reconoce sus limitaciones («No me considero experto…») pero también su capacidad para rodearse siempre «de los mejores». Sabe que no es lo mismo leer sobre bolsa entre torneo y torneo que plantar cara a brokers curtidos en el parqué neoyorquino; aún así, pocos dudan de que si alguien puede sobrevivir –y prosperar– entre tiburones financieros, ese es Carlos Moyá.

El legado deportivo sigue muy presente

Mientras se empapa de análisis técnico y estrategias bursátiles, Moyá sigue siendo referencia obligada cuando se habla del éxito español en las pistas. Su relación con Nadal –más allá del vínculo profesional– es uno de los grandes activos emocionales del tenis nacional. No ha dudado tampoco en pronunciarse sobre la evolución generacional que encarnan figuras como Carlos Alcaraz o Jannik Sinner, mostrando tanto admiración como cierto escepticismo ante nuevas filosofías menos obsesivas con el sacrificio absoluto. Y si algo deja claro este nuevo capítulo vital es que el mallorquín siempre tendrá un pie (o medio corazón) dentro del mundo del tenis.

Diez curiosidades (y alguna rareza) sobre Carlos Moyá

Para quienes piensan que ya lo saben todo sobre el campeón mallorquín:

  • Es diestro para jugar al tenis… pero zurdo cerrado para casi todo lo demás.
  • Ganó Roland Garros en 1998 derrotando a Corretja tras un épico torneo.
  • Fue el primer español número uno mundial ATP.
  • Lideró a España en la Copa Davis 2004 junto a un joven Rafa Nadal.
  • Tras retirarse como jugador profesional, ejerció solo un año como capitán nacional.
  • Compagina su pasión por las inversiones con aficiones tan diversas como la lectura o el pádel.
  • Se casó con la actriz Carolina Cerezuela; juntos tienen tres hijos.
  • Defiende públicamente la necesidad de educación financiera para deportistas.
  • Admite sentirse “invencible” durante sus mejores años… pero también vulnerable ante lo efímero del éxito deportivo.
  • Considera imposible repetir lo vivido entrenando a Nadal; mantiene intacta su admiración por el balear.

Y una extra para los nostálgicos: aún recuerda aquel partido perdido contra Pete Sampras como “el mayor aprendizaje” de su carrera.

En resumen, Carlos Moyá afronta este nuevo partido vital convencido (aunque sin perder ese toque escéptico tan suyo) de poder triunfar donde otros naufragan: Wall Street espera al campeón… ¿Habrá tie-break?

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