La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Víctor Barrio, torero eterno

Ayer te entregaste a la liturgia de vestirte el traje de luces como otras veces. Aunque esta era especial. Como a muchos otros toreros, la oportunidad se te escapaba de las manos. A tus 29 años, pasaste como una estrella fugaz hace unos años por Madrid, lo cual te valió para un ramillete de tardes en las plazas de nuestra España. Pero, como le ocurre a la mayoría de chavales preñados de esa ilusión absoluta, por estar ajeno al circuito de intereses que copan empresarios y apoderados, apenas toreabas ya. Lo escribiste en Twitter unos días antes: tu mente estaba en Teruel. Era una corrida televisada. Un triunfo grande podía ser el bálsamo contra una retirada prematura. Como la de tantos, tantísimos otros…

En todo eso pensarías mientras tus compañeros de cuadrilla te ayudaban a vestirte de torero en el hotel, mientras la furgoneta aparcaba frente a la plaza, mientras encarabas en silencio el callejón y, tal vez, mientras te inclinabas frente al pequeño altar de la capilla. Con todo tu corazón te clavaste de rodillas para recibir al tercero de la tarde. Lorenzo, como Islero, Burlero o Avispado, salía como lo hacen todos los toros de chiqueros. Nadie piensa que es el último toro de un torero que, unos minutos antes, entre el sonido de la banda y el brillo del sol, hacía el paseíllo y saludaba al respetable. Nadie estaba preparado para esto. Hacía más de 30 años de lo del Yiyo, el último torero muerto en el santo coso. Tal vez estábamos todos demasiado amodorrados, analizando los dimes y diretes que apenas bosquejan lo central de la tauromaquia: es el único arte en el que el artista que lo plasma puede morir.

En estas horas hay mucho ruido. Yo mismo he caído en la trampa y he respondido ramplón a los aspirantes de persona que celebran (sí, celebran) tu muerte. Pero me arrepiento. Traspasado tu corazón por un pitón traidor, este es solo momento de silencio y homenaje callado. Basta ya de querer demostrar a los ciegos que los taurinos no somos alimañas que disfrutamos con el sufrimiento de un animal. Ni siquiera hoy es día de dar argumentos en defensa de aquello que, solo desde la razón, es casi imposible defender. Basta ya de las palabras. Que reine la paz por ti, torero. Que toda tu vida, de aquí a la eternidad, sea paz. Nunca soñaste que fuera así, pero todos te recordaremos ya, para siempre, como un torero gigantesco. Has dado tu vida por una quijotada, por un sueño que solo alcanzan un puñado de escogidos.

En un tiempo de crisis brutal de la tauromaquia (¿cuándo no estuvo en crisis este arte que amamos con las entrañas?), tu inesperado e involuntario sacrificio ha servido para purificarla, para hacerla más sagrada. Nunca había visto morir a un torero en mi tierra. Parecía algo del pasado. De hecho, todos nos habíamos creído un poco ese mantra: “Con los adelantos médicos que hay ahora, un torero ya no corre peligro ni en una plaza de tercera”. Estábamos muy equivocados: cuando un pitón busca un corazón soñador, cuando es el día elegido aunque nadie lo supiera, no se puede escapar de la muerte. No volveré a una plaza nunca más con sordina. Jamás saldré de ella con hastío, aunque “no pase nada”. Si esta frase se enuncia es porque, al menos, los tres maestros que se han vestido de luces en lo que parecía una tarde cualquiera, vuelven al hotel a ducharse como una tarde cualquiera. Vivos.

Gracias por ser Quijote, maestro Víctor Barrio. Jamás te olvidaremos, torero eterno.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Lo más leído