Putin accedió al poder en el año 2000 con el objetivo de poner freno al descontrol de los oligarcas que había dejado la era de Yeltsin.
En ese tiempo, aquellos magnates dominaban empresas estratégicas sin una auténtica lealtad hacia el Estado.
Con mano firme, reorganizó el panorama: reemplazó a los independientes por allegados de confianza. A pesar de las severas sanciones de EE.UU. y la UE, esa élite sigue apoyando la guerra en Ucrania y el esfuerzo bélico.
Desde 2022, las sanciones han tenido un impacto notable.
Se bloquearon activos de miles de oligarcas, incluyendo a Putin y Serguéi Lavrov.
Se prohibieron ventas de petróleo que superen los 60 dólares por barril y se desconectaron bancos rusos del sistema Swift.
Sin embargo, las fortunas de los oligarcas rusos han ascendido hasta alcanzar los 625.500 millones de dólares en 2025, marcando un récord. Utilizan flotas ficticias, paraísos fiscales y criptomonedas para evadir bloqueos.
La lista de grandes oligarcas leales
En este contexto, aquí se presentan algunos nombres destacados que sostienen el régimen. Estos magnates controlan sectores clave como la energía, la banca y los metales, fundamentales para el presupuesto ruso:
- Roman Abramóvich: Expropietario del Chelsea FC. Ha cedido yates y ha asumido un perfil bajo. Fiel desde 2000, gestiona activos en el sector energético.
- Alisher Usmanov: Actúa en metales y telecomunicaciones. Aunque está sancionado, opera mediante estructuras offshore. Es amigo cercano de Putin.
- Vagit Alekperov: Antiguo líder de Lukoil. Su influencia en el petróleo es crucial. Las recientes sanciones impuestas por Trump lo han afectado, pero sigue alineado con el Kremlin.
- Igor Sechin: Al frente de Rosneft, una gigante petrolera. Muy cercano a Putin, comparte beneficios con el Estado.
- Gennady Timchenko: Controla el gas y los puertos. Su empresa Novatek contribuye significativamente al esfuerzo bélico.
- Arkady Rotenberg: Involucrado en construcción y tuberías. Es hermano del amigo de infancia de Putin.
- Oleg Deripaska: Sector del aluminio. A pesar de criticar abiertamente al régimen, no se desvincula.
- Viktor Vekselberg: Energía y fertilizantes son su fuerte. Sancionado también, pero mantiene intactos sus activos en Rusia.
Estos nombres representan un control fundamental sobre empresas que aportan miles de millones al erario ruso.
Putin exige una lealtad inquebrantable no solo hacia el Estado sino hacia su figura personal. Si algún oligarca falla en su compromiso, es sustituido rápidamente: puede enfrentar exilio o ser relegado a un puesto menor o incluso peor. Hay muchos ejemplos que ilustran esto. En 2024, tras las elecciones, purgas contra miembros corruptos de bajo perfil reforzaron esta lealtad. Empresas occidentales expropiadas son entregadas a leales como amigos de Ramzan Kadyrov o Taimuraz Bolloev. Así es como Putin reparte las ganancias y asegura su respaldo.
Las sanciones occidentales intentan desmantelar este círculo vicioso. La UE lanzó la decimonovena ronda en octubre de 2025: prohíbe gradualmente la importación de GNL ruso y ha incluido en su lista negra a 400 barcos fantasmas. EE UU, bajo la administración de Trump, impuso sanciones a Rosneft y Lukoil el 22 de octubre, lo que temporalmente interrumpió las compras chinas. Además, se congelaron reservas rusas —la «sanción atómica»— junto con restricciones para viajar y utilizar yachts. Sin embargo, Rusia ha encontrado formas para redirigir su crudo hacia India y China y utiliza yuanes para sus transacciones.
A pesar del contexto adverso, el Kremlin logra sortear estos embates. Las fortunas crecen porque los oligarcas leales tienen acceso privilegiado a contratos estatales y expropiaciones. En marzo de 2025, Putin dirigió un mensaje a los oligarcas sobre la posible vuelta de empresas extranjeras, prometiendo estabilidad futura. El control sobre la energía es crucial: tanto Rosneft como Lukoil financian gran parte del esfuerzo bélico.
Antecedentes: del caos a la sumisión
En los años noventa reinaban oligarcas como Boris Berezovsky y Mijaíl Jodorkovski, quienes recibieron empresas como contrapartida por su apoyo electoral durante la presidencia de Yeltsin. Con Putin, esto dio un giro radical; arrestó a Jodorkovski en 2003 por el caso Yukos e hizo lo mismo con otros que se opusieron al régimen o se mostraron desleales. Creó una nueva élite compuesta por siloviki (hombres del poder) y amigos íntimos que ahora sostienen tanto el PIB como la guerra.
La corrupción se ha convertido en una herramienta esencial. Putin ordena al Comité de Investigación (SKR), bajo la dirección de Alexander Bastrykin, llevar a cabo purgas selectivas. Después de las elecciones de 2024, incautan bienes pertenecientes a acusados bajo pretexto de «compensación por daños». Las muertes misteriosas son una advertencia clara: no hay tolerancia para aquellos considerados desleales al régimen. Este método asegura una estabilidad interna vital para mantener su poder.
Cómo evoluciona: presión creciente pero lealtad intacta
Las sanciones se están endureciendo cada vez más. La UE planea establecer un tope al GNL ruso e incluir más barcos en su lista negra. EE UU tiene como objetivo limitar las exportaciones petroleras rusas; esta actividad genera ingresos anuales entre 200-300 mil millones . Rusia responde fortaleciendo sus vínculos comerciales con China e India así como otros países asiáticos e Irán . A pesar del clima adverso, el PIB ruso muestra resistencia: creció un 5% en 2024 .
Sin embargo, ya se vislumbran grietas en este esquema. China ha reducido sus compras tras las sanciones aplicadas a las petroleras rusas . Las expropiaciones han aumentado considerablemente; desde 2022 han ocurrido unos 200 casos contra empresas consideradas «no amistosas» . Los oligarcas dependen del Kremlin para garantizar su supervivencia; si la guerra continúa prolongándose, se podrían intensificar las purgas debido a tensiones financieras .
En este contexto complejo, Putin mantiene un consenso entre una élite subordinada, una burocracia eficiente y un ejército fiel . Los oligarcas son conscientes del escenario: lealtad significa contratos; traición implica ruina total. Mientras haya flujo energético hacia aliados estratégicos, podrán soportar las sanciones impuestas desde Occidente que buscan bloquear unos fondos congelados cercanos a los 140 mil millones de euros destinados para Ucrania . A fin de cuentas, la conexión entre Putin y los oligarcas permanece firme; es crucial para sostener su régimen.
Los números reflejan cómo la economía rusa muestra resiliencia pese a los bloqueos:
| Indicador | 2022 | 2023 | 2024 |
|---|---|---|---|
| PIB Nominal (mil millones USD) | 2296 | 2056 | 2159 |
| Inflación (%) | 11.94 | 7.42 | 9.52 |
| Reservas (mil millones USD) | 582 | 599 | 609 |
Los datos hasta marzo de 2025 confirman que las reservas han subido hasta alcanzar los 632 mil millones USD . Los oligarcas leales son impulsores clave detrás de este crecimiento.
La pregunta persiste: ¿cuánto tiempo más podrán resistir? Putin aprieta con purgas mientras reparte activos estratégicos entre sus allegados más fieles. Las sanciones pican pero no logran quebrar toda esta maquinaria estatal; mientras tanto Rusia redirige su mirada hacia Oriente. El juego continúa.
