No más Mentiras

Antonio García Fuentes

De Niza a Roma un fatigoso viaje (y II)

De Niza a Roma un fatigoso viaje
(y II)

Esta mujer es la primera vez que sale al extranjero y dice que…»las comidas extranjeras no le entran».- Mi amigo Paco y yo comentamos ello con el mayor respeto, pues «allá cada cual con su vida», pero es una curiosidad digna de ser relatada y que a mí no llega a sorprenderme grandemente, puesto que ya una vez y en otro viaje organizado para «industriales y comerciantes», uno de ellos sacó de «su zurrón» (y ya cuando veníamos de regreso cuatro días después de la salida de España)… y comió…»huevos duros y algunas otras cosillas»… nada menos que en el aeropuerto de Bruselas y ello hace sólo unos cuatro años, en que un grupo fuimos a… «ver y aprender cosas de la hoy denominada Unión Europea (antes C.E.E.)».- Y aquel hombre (ante nuestra sorpresa) no tuvo complejos de ninguna clase y dijo que…»siempre llevaba cosas así para momentos de apuro»…. ¿-?
Ya en carretera…»nos rezamos el tercer rosario»… o sea, me explicaré más claro, pues dicho así no se entendería.
Ocurre que la mayoría del grupo que componen la expedición (y que son los promotores de este viaje) pertenecen a una asociación u organización de católicos laicos, por ello y como dicen ser «muy practicantes», llegado el momento «la jefa» (presidenta) que nos acompaña, «llegada la hora del rosario… saca el mismo y agarra el micrófono y todos a rezar esta salmodia»… salmodia que resulta bastante cansina y monótona y a la que esta señora («que ya no cumplirá los sesenta») añade incluso «unas entradas y salidas» con otras oraciones… ni que decir tiene que todas las mañanas al salir «hay oraciones pidiendo buen viaje a diferentes divinidades, incluido Dios»… y como fue el propio Cristo el que dijera aquello de que…»donde fueres haz lo que vieres»… pues eso… a rezar y todos contentos o bien callamos respetuosamente y seguimos la oración conjuntamente con nuestro viaje, puesto que yo -al menos- me acuerdo de esa otra frase del Cristo, en la que aconseja…»no ser piedra de escándalo»… y la verdad a mí me agrada bastante el leer y meditar…»su Sermón de la Montaña», del que poco se habla entre «laicos o sacerdotes»… pese al enorme contenido de este grandioso mensaje verdaderamente cristiano… amén.
Sigue nublado y amenaza lluvia.- Nos cae una abundante «nube de verano» o fuerte tormenta que viene acompañada de mucha agua y gran aparato eléctrico; luego y por fin… «nos sale el Sol de la tarde» y lo vemos por primera vez desde que…»nos anocheció en España».
Debido a lo que sea (yo ahora no lo sé) y a la mala planificación del presente día, no podemos ir a visitar la ciudad de Siena, donde se nos tiene ofrecida visita a la denominada «Plaza del Campo» y una panorámica o visita rápida de esta famosa ciudad rica en construcciones medievales.- La guía nos dice (justificándose) que vamos muy mal de tiempo y no llegaríamos con tiempo para que nos den la cena en el hotel de Roma.- Esto me desagrada enormemente por cuanto tenía ilusión por ver esta ciudad y debido a este incidente, quizá no tenga ocasión de verla nunca más; por otra parte hay que tener en cuenta que tenemos pagada esta visita y a lo largo del día no ha ocurrido ningún incidente o accidente que justifique esta omisión de forma satisfactoria…»el resto del grupo no dice ni pío…por lo visto lo que les atrae principalmente es el Papa y Roma»… amén.
Al salir el sol se nota bastante el calor que irradia el denominado «Astro Rey», no podemos olvidar el que estamos muy cercanos al mar Mediterráneo y que nos encontramos ya en el «sexto día del verano de 1.994» y precisamente viajando hacia el Sur de la península que en su totalidad ocupa gran parte de lo que hoy es Italia y la que al igual que ocurre en España… «es bastante calurosa».
Transcurrido un tiempo nos detenemos en una de las ya citadas áreas de servicios con que cuentan las autopistas y donde permaneceremos veinticinco minutos para descanso, o tomar lo que a cada cual apetezca en los servicios de bar-cafetería que en todas ellas existen, «amén de diferentes tiendas, etc. etc.», puesto que en realidad son complejos comerciales debidamente estudiados para que el viajero…»aligere allí su cartera y gaste cuanto más mejor».- Yo me abstengo y decido pasear este tiempo por el interior primero y luego por el exterior de las citadas instalaciones, ya que es una forma de hacer un poco de ejercicio puesto que hoy poco hemos hecho y efectivamente, miro y compruebo mi «aparato cuenta pasos» (artilugio mecánico de fabricación japonesa que llevo en el bolsillo) y me asombro al ver «que pese al recorrido de hoy»…¡sólo he andado novecientos pasos!.- Visto ello me dedico a pasear a buen ritmo todo el tiempo disponible por este amplio recinto y con ello realizo un poco de ejercicio, el que necesito hacer cada día en «esta sedentaria vida de la máquina y el todo hecho… o casi hecho».- Transcurrida esta pausa en nuestro viaje subimos de nuevo al autocar, pregunto al chófer y este me dice que aún nos quedan más de dos horas para llegar a las proximidades de Roma y a las que habrá que sumar (me sigue diciendo) el tiempo de entrada y recorrido por esta ciudad hasta que lleguemos al hotel, todo lo cual dependerá de la densidad de la circulación rodada en «la ciudad eterna», puesto que la capital de Italia, tiene un tráfico endiabladamente denso y complicado; a mí no me extraña ello, puesto que ya lo comprobé en mi visita a esta ciudad en abril de 1.981 («trece años hace ya»)(1) y desde entonces…»ha llovido mucho y se han fabricado muchos automóviles»… por lo que me imagino lo que debe ser hoy el circular sobre un vehículo automóvil sobre las vías romanas, sean estas «antiguas o modernas».
Por todo ello cuando llegamos a Roma, son ya las 21,30 horas, llegamos cansados en demasía y defraudados por este larguísimo y monótono… «día de turismo en el extranjero».
Y por fin arribamos a nuestro destino romano y que es el «Regent Hotel», un hotel relativamente confortable puesto que su edificación debe datar de bastantes décadas atrás, si bien han efectuado reformas y tiene ciertas comodidades como por ejemplo la refrigeración en sus habitaciones; está situado en «Vía F. Civinini, 46», o sea bastante céntrico y muy cercano a los famosos jardines de «Villa Borghese».
Entramos en este establecimiento hotelero cargados con nuestros equipajes y… «deprisa y corriendo empujados por los apremios de nuestra guía».- No nos dejan ni tomar posesión de nuestras habitaciones (tenemos que dejar amontonados los equipajes en un rincón cercano a recepción) ya que nos tienen preparada la cena y tienen que «darnos de cenar», puesto que el personal agota su turno y tiene que marcharse, además se nos dice que llegamos con casi «dos horas de retraso».- Ocurre también que hay un campeonato de fútbol internacional, celebrándose en EE.UU. y el equipo italiano juega hoy y lo transmite la televisión, así pues «hoy nos ha coincidido todo, todo…todo lo nefasto», pues cualquiera «sujeta al pueblo italiano en estos momentos, en cosa alguna que no sea el ver y disfrutar del sagrado fútbol»… ¡Ah si los antiguos emperadores romanos hubiesen dispuesto del fútbol para seguir manteniendo su imperio!…(pienso y sonrío).
Cenaremos mal y mal servidos, puesto que «ni nos han querido vender bebidas extras» y por ello cenaremos sólo con agua, la que (menos mal) nos es servida en grandes jarras de cristal en las que hay bastantes cubitos de hielo.- Lamentablemente al turista en grupo se le mira y atiende en muchos lugares como a «un rebaño» y ello es triste, muy triste.
Debido a todo lo ya expuesto y las aglomeraciones que luego habrá en el ascensor, cuando llegamos a nuestras habitaciones son ya pasadas las veintitrés horas y tras recibir una «bendita ducha» (baño no hay en nuestra habitación)…»caemos» (al menos yo) en la cama bastante «rotos o quebrantados», puesto que yo llevo diecisiete horas y media levantado y en «movimiento continuo», ya que hoy no hemos tenido ni un ápice de ese reposo necesario en cualquier viaje y más en estos tan largos. Ello está reflejado en mi libro, «Monólogos en la Radio», en el capítulo titulado, «Boceto a Roma… vista a la luz del día».

(1994)
Publicado el 11 de Agosto del 2017

Antonio García Fuentes
(Escritor)
www.jaen-ciudad.es

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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