No más Mentiras

Antonio García Fuentes

De Florencia a Niza camino de casa

De Florencia hasta Niza

Nos ha «amanecido julio» (hoy es día primero del mes) radiante y anunciando que la calor seguirá cihoy (en estos días se produce una «ola de calor» en este país y la que incluso va a producir varios muertos, según informará la prensa, radio y televisión)… hemos desayunado a las ocho y a las nueve estamos llegando de nuevo a Florencia, trasladándonos de inmediato al denominado «Mirador de Miguel Angel» y cuyo nombre oficial es el de Plaza de Michelangelo, a la que se llega por la «viale dei colli» (avenida de las colinas) y la que situada en la máxima altura de estas, permite una preciosa vista panorámica de la ciudad, del río que la parte en dos, de algunos de sus principales monumentos que destacan por su altura o situación y de la lejanía que muestra la campiña, lomas y montañas, todo lo cual es imprescindible apreciar en «una mínima visita a esta grandiosa ciudad» y la que nosotros vamos a disfrutar plenamente a esta temprana hora de un luminoso día y cuya calor aún no se deja sentir, por lo que el disfrute será mucho mayor ya que el horizonte a esta hora es mucho más limpio y permite ver mucho mejor y tomar fotografías mucho más nítidas.
Esta plaza o mirador y como su nombre indica, está dedicada a aquel gran escultor, pintor y arquitecto que fuera «Buonarroti» y está presidida por una gran estatua que reproduce al famoso «David de Miguel Angel» y a cuyo pie igualmente están situadas reproducciones de las estatuas que adornan «los sepulcros mediceos», componiendo todo ello un armonioso conjunto de cinco reproducciones en bronce y de tamaño bastante grande, que realza aún más el amplio pedestal y escalinata de piedra blanca que lo sostienen y que reflejan a los originales en mármol que se encuentran en la ciudad y con lo que se recuerda y honra (una vez más) a este genio del Renacimiento Italiano, el que tanto trabajó por y para la gloria de Florencia y de aquellos grandes señores y mecenas que la gobernaron en tan crucial momento de la cultura humana y los que lograron fama imperecedera precisamente por ello mismo… «fomentar el arte y artistas verdaderos de su época».
Aquí hemos estado unos treinta minutos, tiempo suficiente para verlo y disfrutarlo y tomar las consabidas fotografías o tomas de vídeo; seguidamente volvemos al autocar y a las 10,15 ya nos encontramos en el conocido «Mercado de la Paja»… visita prevista en el itinerario y al que las señoras estaban deseando llegar, puesto que en mayoría lo que desean es «comprar algo no visto y original para llevar a casa para admiración de propios y extraños», por lo que van dedicar el resto de la mañana a estos menesteres y lo que les va a privar de ver (por ejemplo) las galerías de Los Uffizi, La Academia (lugar donde se encuentra el auténtico David de Miguel Angel junto con otras obras del insigne escultor) las capillas o sepulcros de los Médicis, la iglesia de la Santa Cruz y algún otro monumento o emporio de arte, todo lo cual se ha podido ver esta mañana, pero… «la cultura y el saber que esperen…?» (Es una muestra “palpable” de la idiotez de las masas).
Lamentando todo ello, si bien cuanto antes refiero sobre las visitas a lugares que cito, yo lo tengo visto (aunque me gustaría volver) en otro anterior viaje (1.980) me dirijo de bastante mala gana (hace ya mucho calor y además el ir de compras me cansa e irrita) y junto a mi esposa, al ya referido mercado, pues qué duda cabe que ella también quiere «comprar» y yo tengo que ir con ella para ayudarle «en los cambios de moneda».
Al final y cansado de andar (las mujeres no se cansan de ver, mirar, dudar y al final (muchas veces) no compran) «yo también» he comprado un cinturón que me hacía «cierta falta» (he tardado cinco minutos) y mi esposa un bolso para nuestra hija menor, ambos artículos fabricados en piel, puesto que sabido es que en Florencia se trabaja muy bien la piel.
Va pasando el tiempo y el calor se acentúa y aumenta enormemente en este abigarrado mercadillo, compuesto de multitud de «tenderetes» llenos a rebosar de multitud de artículos, que mi esposa va viendo con esa «paciencia femenina digna de ser resaltada en estos casos» y sin comprar nada más, simplemente porque, «el ver debe ser un placer en estos casos»… cosa que yo al menos no comprendo en absoluto.
Al fin mi esposa «cede» y salimos de este infernal mercado hoy convertido en «sauna escandinava» y nos dirigimos a la muy cercana Plaza del Mercado Central, donde he observado una modesta terraza de un pequeño bar, la que está cubierta con simples «parasoles de playa» y en la que nos sentamos creyendo que aquí estaremos un poco más frescos y ello no es así, puesto que pese a «estas débiles defensas» el Sol cae como plomo derretido (recuerdo lo que he dicho sobre la ola de calor) pero no tenemos otra opción cercana y por otra parte «aquí es el lugar previsto para la reunión del grupo dentro de unos 45 minutos».
Pedimos un par de cervezas y mi esposa tomada la suya se levanta y se va, dice que prefiere «seguir viendo escaparates», yo prefiero quedarme en este «medio infierno» y seguir tomando la cerveza y aprovechando este tiempo para tomar notas y apuntes «en caliente» (nunca mejor dicho) pues llevo más de una hora sin dejar de sudar. Afortunadamente me abstraigo en mi escritura y ello me permite aislarme del entorno y por ello va pasando el tiempo de forma mucho más llevadera para mí; incluso llegado un momento y terminado este imprevisto «trabajo», me levanto y recorro esta plaza e incluso entro en el denominado Mercado Central y observo el movimiento del mismo. A la salida compro una bolsa de unas grandes aceitunas «adobadas» que ofrecen muy buena presencia y que venden a granel en uno de los puestos, dedicado a estas y otros «encurtidos» y las que ofreceré a mi esposa y amigos como un «aperitivo de la tierra» para tomar con el vino en la comida del medio día, la que ya celebraremos en breve puesto que son casi la una de la tarde y a esa hora precisamente nos deben servir la mentada comida.
Efectivamente todo se desarrolla tal cual está previsto y alrededor de la hora fijada estamos entrando en el restaurante, que resulta ser el mismo de anoche y donde comemos, haciéndolo esta vez en uno de los «sótanos» en el que afortunadamente estaremos confortables y frescos, puesto que aquí hay instalada refrigeración. A la salida y al paso podremos tomar café en un pequeño establecimiento y helado en otro similar, mientras aguardamos al autocar el que nos recoge en igual lugar que anoche, con lo que nos evita una larga caminata bajo este calor ya descrito.- De inmediato emprendemos viaje hacia nuestro destino de esta tarde que será «la perla del Adriático», o sea la ciudad de Venecia. Trayecto ya descrito anteriormente en los dedicados a esta ciudad. Ya ultimada esta etapa y al siguiente día.
Seguimos el viaje pasando por las cercanías de Mestre, Padova(Padua) Verona y nos desviaremos hacia el lugar donde tenemos prevista la comida del medio día y «una nueva visita turística».
Llegamos a nuestro destino a las 13,30 h. y con el tiempo justo de comer y proseguir viaje, por lo que tampoco veremos nada de este hermoso lugar y el que apenas podemos «entrever» al paso del autocar.- Se trata (nada menos) que del denominado «Lago di Garda», lago alpino de 370 km2 de superficie y centro turístico del Norte de Italia situado entre las provincias de Verona y Brescia; efectuaremos una muy buena comida en los exteriores ajardinados de un bonito restaurante, cuyo nombre es «Al Fiore» y que está situado muy cerca de la orilla Sur de este lago, concretamente en «Peschiera» y por tanto cerca de la autopista que hemos dejado al venir aquí… mientras todo esto ocurre, reflexiono y pienso en el enorme tiempo perdido en el día de ayer y el que hemos perdido hoy, todo lo cual nos ha impedido ver este hermoso lugar, el que según «se nos dice», es algo fuera de serie… «nos contentaremos con el buen vino tomado en la comida y cuya denominación es Bianco di Custoza»… «dicen que con pan y vino se hace más corto el camino»… y con esta pobre filosofía tomo café y después enciendo un largo cigarro puro, el que como era de esperar, lo termino de fumar sobre el autocar y al final del mismo en el «salón de fumadores», donde sigo reflexionando y viendo el paisaje que «cruza veloz al paso del autocar».
A las 16,50 y tras largo, cálido y tedioso viaje, bajo este implacable calor que azota Italia… llegamos a Milano (Milán).
El autocar se adentra en la ciudad y nos deja en la Plaza del «Duomo»; se nos concede una hora de tiempo para descanso y una rápida visita turística en estos alrededores.- Empleamos el tiempo en visitar la catedral, las galerías Víctor Manuel II, la cercana plaza donde está el famoso teatro de La Escala y poco más salvo tomar un helado mientras andamos bajo las ya citadas galerías y… «De nuevo al autocar y viajando en dirección a Niza donde esperamos cenar y donde tenemos reservado hotel.
Esta última parte del viaje se va a caracterizar porque en la misma se va a acentuar el cansancio y la monotonía, pues no olvidemos que estaremos viajando todo el día, ya que desde que nos levantamos en las afueras de Padua, hasta que nos acostemos en Niza, son muchas horas y mucho «el camino a recorrer»… solo hay que «echar una mirada» y ver el enorme recorrido que efectuaremos atravesando Italia por su parte más ancha y terminando etapa en Francia y a lo que hay que sumar los ya referidos incidentes y uno más que nos pudo costar muy caro ya que la «monotonía» va a ser interrumpida por un hecho extraordinario y que pudo ser trágico para todos; ocurrió así.
Empezaba a caer la tarde, eran alrededor de las 20 h. y habíamos rebasado ya la ciudad de Génova y por tanto, gran parte de «esos varios cientos de túneles y viaductos», ya descritos por mi anteriormente en mi relato dedicado a mí «viaje a países alpinos»… El autocar circulaba a velocidad normal y al entrar en uno de estos túneles situado mucho antes de llegar a «Ventimiglia» (luego pude averiguar que el hecho ocurrió entre 137/138 km. de distancia a Niza)… nos encontramos dentro de este túnel a un pequeño automóvil y el que inexplicablemente se encuentra detenido en medio del asfalto de la vía que llevamos (el túnel tiene dos vías o carriles y es de forma curvada) y además no tiene las luces encendidas… reitero que el autocar va a velocidad normal o moderada (90/100 km. h.) a tenor de a como se puede circular por estas autopistas.
Yo -que siempre voy pendiente del exterior- reparo en el vehículo detenido y considero que el chófer lo ha visto igualmente, pero («por lo que sea») hay un instante en el que instintivamente grito al conductor y lo hago desde mi asiento situado en la tercera fila del vehículo…¡¡ Paco frena… que le das!!… «por mucho que hizo nuestro chófer»… Paco no pudo dominar totalmente el autocar (no había espacio ni tiempo) y tras varios frenazos inteligentemente realizados, terminó dando al ya mentado coche… «un pequeño golpe en la trasera del mismo».
Pensemos que todo esto ocurre en este túnel que es curvado y que recibe vehículos por sus dos carriles de igual sentido; vehículos que circulan (todos) muy por encima de los 100 km. h. y lo que hubiese ocurrido si Paco frena bruscamente y atraviesa el autocar en el túnel o se precipita sobre el vehículo detenido, se produce incendio, colisiones múltiples, etc. etc… «mejor no pensarlo, pues el túnel pudo convertirse en un horno crematorio».
Afortunadamente no ha ocurrido nada, salvo unas pequeñas abolladuras en el automóvil, nuestro autocar queda indemne.- Esto no insta a que tengamos un gran susto, pero pese a ello la reacción es muy buena; Paco sale de inmediato a auxiliar a quien pueda ocupar el pequeño automóvil y de paso entrega una linterna a un compañero de viaje, al que indica que corra a la trasera y haga señales luminosas a «los que entran en el túnel» (reitero que circulan muchos vehículos en dirección a Francia, estamos ya próximos a la frontera)…»milagrosamente no ocurrió nada más y pasados unos momentos interminables salimos todos del túnel y aparcamos en el arcén al margen de la carretera».
El ya citado automóvil era conducido por una mujer bastante joven, la que junto con otra y un gran perro, ocupan el vehículo. Al detener fuera del túnel el automóvil, el perro que salta del coche al asfalto y milagrosamente no es aplastado por cualquiera de los vehículos que pasan… este hecho se repite varias veces, por el terror que al parecer tiene el animal, el que al ir en la trasera del coche, ha recibido y posiblemente visto como «el autocar se le echaba encima, «desencuadernando» esta parte del vehículo y echándole encima la puerta-ventana que cierra el porta-maletas»… se logra controlar al animal, por otros compañeros de estas mujeres que viajan en otro automóvil y que «no sabemos» como aparecen en este lugar, por cuanto al ser dirección única no pueden volver por el mismo camino… «quizá se han detenido unos cientos de metros delante y al no ver aparecer el segundo automóvil, se han decidido a volver a pie para ver… que ocurre». Paco baja a hablar con la mujer y en la conversación interviene un hombre también y luego vuelve al autocar y nos ponemos en marcha… y nos dice y aclara que.
«La mujer le ha dicho que no sabe explicarse el cómo y el por qué detuvo su automóvil en lugar tan peligroso, puesto que el coche no tenía ningún avería, e incluso después del golpe, fue puesto en marcha por ella misma y lo condujo normalmente hasta la salida del túnel, dejándolo aparcado en el margen o «arcén» que existen en la autopista, precisamente para casos de emergencias múltiples…?».
Todo esto nos deja sorprendidos y perplejos puesto que todo ello es inexplicable y no guarda lógica alguna.
El autocar sigue circulando y lo hace hasta el lugar que han convenido «ambas partes» para formalizar el parte y condiciones del accidente, a efectos de la consiguiente actuación de las compañías aseguradoras de ambos vehículos. El lugar fijado es la primera «gasolinera» que se encuentre en ruta, la que afortunadamente «aparece» muy pronto al borde de la carretera.
Aquí se realizan los partes «europeos» (afortunadamente están homologados para toda la U.E. y ello nos va a ahorrar mucho tiempo y molestias) del siniestro y los firman ambos conductores, declarándose totalmente culpable la conductora, la que igualmente pide disculpas a Paco, por «todo lo ocurrido».
Solucionado todo esto y en lo que hemos consumido unos treinta minutos, proseguimos viaje pensando y rememorando todo lo ocurrido en «unos instantes» y en lo que «pudo ocurrir y la carnicería que se pudo provocar por mor de no sabemos que»… puesto que una persona detenga su automóvil en un túnel y no ponga en marcha las luces de emergencia no es concebible y tampoco es «normal» lo que nos ha ocurrido a nosotros por culpa de esta mujer que detiene el suyo y… «no sabe explicarse el por qué de ello»; por ello, pienso… ¿Qué le debió ocurrir a aquella mujer en aquellos momentos?… ¿Pensó suicidarse… o qué ocurrió en todo su ser en esos instantes?… nunca lo sabremos; la realidad es que «tuvimos una gran suerte»… o que… «los hados buenos estuvieron con nosotros y fuimos protegidos por fuerzas superiores…?».
Todo cuanto ha ocurrido nos va a retrasar aún más nuestra llegada a la ciudad de Niza, a la que llegaremos sobre las once de la noche y teniendo forzosamente que dirigirnos al restaurante donde «nos dan la cena», por cuanto nuestra guía llamó por teléfono desde la gasolinera donde hicimos la forzosa parada que provocó el accidente, si no es posible que ni nos hubiesen atendido.

(1994)
Publicado el 19 de Agosto del 2017

Antonio García Fuentes
(Escritor)
www.jaen-ciudad.es

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

Lo más leído