No más Mentiras

Antonio García Fuentes

NAVIDAD… Y «EL DIOS CONSUMO»

NAVIDAD… Y “EL DIOS CONSUMO”

Leí hace tiempo que, estando de paseo Platón tropezó con un mercadillo ambulante donde igualmente eran abundante las mercancías a vender, todas ellas expuestas en los tenderetes propios de estos mercados; picado por la curiosidad quiso ir viendo lo que allí había y con cierta lentitud y deteniéndose algunas veces, fue mirando todo. Estando detenido en un tenderete, un visitante que le conocía y con cierta sorna le preguntó… ¿Qué haces aquí Platón… comprando? Y a lo que el sabio filósofo sin inmutarse le respondió de inmediato… “No, estoy viendo la cantidad de cosas que hay aquí, que yo no voy a necesitar”.


Imaginemos aquel mercadillo y hace dos milenios y medio y con la tecnología que había en aquella época, donde todo o casi todo se tenía que fabricar manualmente… ¿Qué diría hoy el sabio si se presentara en uno de esos grandes monstruos o grandes superficies donde hay un altar “al dios consumo”?


Pero hay que consumir, ese es el santo y seña de la política actual, que aun teniendo la economía arruinada y al consumidor sin medios para consumir, incita a ello puesto que es la única salida que ve para que “el pueblo progrese”; pero si antes de la deflación que actualmente padecemos en el mundo consumista, ya se nos advertía que el consumo que llevábamos no era sostenible, que incluso el planeta no podría soportarlo… ¿cómo pretenden mantener un consumo que no es posible?


Y curiosamente fueron los chinos, los que hace ya tiempo advirtieron al mundo, que para mantener el consumo de aquellas fechas, eran necesarios varios planetas como la Tierra y sólo teníamos uno; lo que por otra parte no les impidió posteriormente llegar a ser el mayor productor mundial de bienes de consumo y por tanto de la contaminación mundial, pasando del comunismo a ese extraño maridaje, que hoy tienen y que yo denomino… “comunismo-capitalismo”.


Pero como estamos en Navidad, hay que consumir más y sobre todo consumir mucho más comida y bebida, cosa esta última perniciosa por demás, por las consecuencias de tan brutales “cantidades y revueltos”, que se suelen consumir en la peligrosa cena (tengo el recuerdo ingrato de asistir al entierro de un amigo al día siguiente de la cena de nochebuena, que fue la culpable de su muerte) y a la que cada año temo más; pero se ha institucionalizado el tirar la casa por la ventana, todo aquel que pueda y muchos aunque no puedan… “pero ese día o noche podrán”, aunque sea ayudados por la parroquia o el banco de alimentos.


Desde hace muchos años, es “el dios consumo” el que se superpone al “Dios de aquel niño que nació en Belén” y el que se nos asegura nació en una cuadra, único alojamiento que sus padres encontraron aquella memorable noche, en la que puede ser que ni pudieran cenar, puesto que los preliminares del parto, no les dejarían tiempo ni tranquilidad para consumir, los pobres alimentos que se supone portarían.


De ahí que la Navidad cristiana, que en realidad ya se celebraba con ostentación, dedicada a otros dioses (de lo que ya escribiré en otra ocasión) y otro nacimiento; puesto que se hacía coincidir con la noche más larga de todo el año y por ende del día más corto; anunciándose así, el nacimiento de un nuevo año y en el que… “de nuevo, la luz solar vencía a las largas tinieblas padecidas”; aquellos antiguos también se emborrachaban, hartaban de comer y celebraban con juergas interminables aquel gran acontecimiento que para ellos era.


Lo de la “paz en la Tierra”, ni entonces ni ahora ha florecido jamás; puesto que aquí y en esa noche, suelen abundar las broncas incluso familiares, donde los demonios “de la estirpe”, suelen acudir para amargar la que se suponía “cena de nochebuena”; y así lo confirman los policías que esa noche están de guardia, fuera o dentro de las comisarías, puesto que suelen ser noches donde abundan las peleas incluso con heridos y quién sabe si algún que otro muerto; son cosas de los excesos que si bien aún no son una plaga, pero sí que al parecer son abundantes.
Así es que aunque nos digan miles y miles de veces, feliz navidad, noche de paz, de amor y no sé cuántas cosas más; que cada cual ponga de su parte y procure morderse la lengua si llegada la ocasión, “alguien le tira de ella”; y procure pasarla lo mejor que pueda en ese ambiente y conformidad humana, que nos hace más llevadera esta vida que nos ha tocado vivir… “que es la que es y no la que nos quieren contar, los que al final van a pasar por los mismos avatares que la mayoría”.


Yo y como siempre hago desde hace muchos años… me diré a mí mismo, “bueno otra más… y he sobrevivido”, esperemos a la siguiente. ¿Triste? No, realista y humana por demás.
LA FLOR DE PASCUA: Origen y leyenda de una planta tropical que sin embargo se emplea en una celebración muy ajena a sus orígenes. Ver nota final.
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Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)

FLOR DE PASCUA Y SU HISTORIA

 

Pocos símbolos hay más propios de la Navidad que esta planta de color rojo intenso que vemos en toda suerte de decoraciones.

La Flor de Pascua es de origen mejicano y su nombre original, en el idioma nahuatl, era «Cuitlaxochitl», que significa “flor que crece en los desperdicios”. Desde el siglo XVII forma parte muy notable de las celebraciones navideñas mejicanas. La historia de cómo adquirió ese papel y la forma en la que salió de Méjico para ser conocida en todo el mundo es digna de ser conocida.

Cuenta la leyenda que Pepita, una niña mejicana muy pobre, no tenía un regalo que ofrecerle al Niño Jesús durante las celebraciones de la Nochebuena. Mientras caminaba lentamente hacia la iglesia con el corazón apesadumbrado, un ángel acudió a consolarla, diciéndole: «Piensa que el más humilde de los regalos, si es ofrecido con amor, será más que bienvenido ante los ojos de Jesús». No sabiendo qué otra cosa hacer, Pepita se arrodilló al borde del camino y recogió un puñado de hierbas con las que formó un ramo. Cuando lo miró de reojo, la niña se sintió aún más triste y avergonzada por la pobreza de su ofrecimiento y, al entrar en la pequeña iglesia del lugar, no pudo evitar que se le escapara una lágrima.  SIGUE >>>>>>>>>>>>> 

Pero a medida que se acercaba al altar y se arrodillaba para colocar el ramo a los pies del pesebre, sentía que su espíritu se elevaba recordando las amables palabras del ángel.

De repente, el ramillete de hierbas estalló en flores de color rojo intenso, y todos los presentes estuvieron seguros de estar presenciando un milagro. A partir de ese día, esas plantas rojas brillantes se conocieron como Flores de Pascua y jamás dejaron de florecer en esas fechas.

El primer embajador de los EE.UU. en Méjico, Mr. Joël Roberts Poinsett, que además de diplomático era un entusiasta botánico aficionado, fue quien llevó la planta a su país, en 1828, y allí rápidamente adquirió gran popularidad. A causa de este éxito, se le pidió a William Prescott, un famoso historiador y horticultor, que sugiriera un nombre para ella, asignándole el de «Poinsettia»  en honor a su «descubridor».

Casi un siglo más tarde llegó la primera planta a Europa donde recibió el nombre científico de «Euphorbia pulcherrima» o «la más hermosa de las euforbiáceas. Es curioso que en Egipto esta planta recibe el nombre de «Bent-el-Consul», que significa “La hija del Cónsul”, en referencia también a Poinsett, que estuvo en allí como diplomático en 1860 y la llevó consigo en su viaje.

Un detalle que suele pasar por alto es que el color rojo de la Flor de Pascua no está en sus flores. Las que le han dado su popularidad son en realidad unas hojas pigmentadas, llamadas brácteas, de las que los aztecas obtenían tintes. Las flores son muy pequeñas y de un color amarillo verdoso.

Hoy en día es difícil imaginar una Navidad sin la presencia de abundantes cantidades de Flores de Pascua. En España se venden unos 6 millones de plantas cada año durante la temporada navideña.

Las poinsettias son cultivadas comercialmente en invernaderos, donde se consiguen ejemplares de varios colores, incluyendo blanco, amarillo, rosa y naranja.

No cabe duda que Mr. Poinsett no podía imaginar que sería recordado en todo el mundo, no por su trabajo como diplomático y político, sino como el hombre que dio a conocer al mundo una hermosa planta mejicana.

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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