No más Mentiras

Antonio García Fuentes

Los aztecas, la Nueva España y el Méjico posterior

Los aztecas, la Nueva España y el Méjico posterior

Por cuantos datos he leído, aquel “México” que conquistara Hernán Cortés, con la ayuda de los pueblos sublevados; en realidad, era, “un pequeño imperio”; al que luego lograron los españoles, con “su Nueva España”; que llegó a ser tan extensa o más que lo son hoy “los USA”; por tanto lo que se encontraron los mejicanos que se sublevaron contra España y lograron su independencia, era en sí, “la nación” más importante de todas “las Américas”; con incluso vías internacionales, que comunicaban el extremo oriente, Manila-Acapulco, continuando comunicación por tierra hasta Veracruz, que unía la ruta con Europa; todo ello nos dice la riqueza y potencia que se derivan de esos medios, instalados por españoles, durante siglos. Aquellos mejicanos logran su independencia en lucha larga y dura (1810-1821) y echan “al mar”, la dominación española, que pierde con la Nueva España la mayor parte del poder imperial que tenía hasta entonces; cosa que los mejicanos no supieron aprovechar, por cuantos desastres, ellos mismos se ocasionaron, y de los que nos da cuenta de parte de ellos, los diez años de terribles revoluciones, que en su libro, “El militarismo mejicano”, escribiera el para mí, más grande escritor en lengua española en tiempos modernos, cual fuera, Vicente Blasco Ibáñez, el que en su grandiosa obra literaria, “deshuesa aquel ya muy decadente Méjico de los diez años de revoluciones en las primeras décadas del siglo veinte; donde va a ir personalmente para convivir con aquellos hechos”. De cuyo libro les reproduzco un “trocito” y sugiero lean la obra completa. Dice así:


“Confieso que he modificado mis opiniones sobre Méjico, después de haber estado en él y visto las cosas de cerca. A muchos extrañará que un hombre que fue revolucionario en su país trate mal a los revolucionarios mejicanos. ¡Ay! Si todas las revoluciones del mundo tuvieran que ser como la de Méjico, es posible que yo me hiciese conservador. Por lo mismo que soy revolucionario, no puedo transigir con la mentira revolucionaria. He pasado gran parte de mi vida batallando inútilmente por derribar la monarquía en mi país e implantar la República. He ido no sé cuántas veces a la cárcel por escritos atrevidos en los periódicos y por tentativas de revolución armada. Fui condenado por un Consejo de guerra a presidio, y en él pasé año y medio, por haberme opuesto a la guerra de España con los Estados Unidos y por ser partidario de la independencia de Cuba: He vivido en una pobreza ascética mientras fui político. No escribía libros; dedicaba todo mi tiempo a la causa revolucionaria, no podía ganar dinero, jamás disfruté empleo alguno (“público se entiende”). No he tenido otro cargo que el de diputado; y fui diputado siete veces en un país donde esta función es gratuita y no se recibe un solo céntimo por sentarse en la Cámara. Soy ahora un vencido, lo reconozco; pero cómo puedo transigir con esa falsa revolución mejicana, en la que todos los jefes se han hecho ricos, y los que todavía no han podido se incorporan a las nuevas revueltas con la esperanza de que les llegue el turno?…


A mí no me asustan las revoluciones porque destruyan, siempre que después sepan reconstruir. ¡Pero esa revolución que ha consistido simplemente en romperlo todo, en desbaratarlo todo, en llevarse cada uno a su casa los escombros que ha podido pillar, sin ocuparse de hacer algo nuevo para sustituir a lo antiguo!…”


El libro es muchísimo más extenso y detallado, incluyendo nombres y apellidos con “sus andanzas y tropelías”; lo que no es otra cosa que demostrar y confirmar la enorme decadencia, que asoló aquella “Nueva España”, que no supieron conservar, al menos, aquellos mejicanos que se libraron de los españoles, pero, “no de ellos mismos y sus malos y peores gobernantes”, que fueron malversando, perdiendo, o vendiendo incluso, territorios, en provecho de unos pocos que se hicieron inmensamente ricos; y como consecuencia, todo lo que ha venido detrás y que continua, lo que sintetizando, va… “dese esos miles y miles de asesinatos que allí se cometen cada año y que quedan impunes, sus continuas luchas intestinas en sus “modernas revoluciones para obtener poder material”; y el que termina en las masas de mejicanos, que se arrimaron y se siguen arrimando a sus más ricos y desarrollados, “americanos del norte”, a los que van a prestarles todos los trabajos y servicios, que los nativos “yanquis” ya no quieren hacer; cosa que dicho sea de paso, también tienen que hacer, el resto de sudamericanos con mínimas excepciones; y en cierta medida, o similarmente, es lo que siguen teniendo que hacer miles y miles (millones) de españoles de la actualidad, o sea se puede aplicar dolorosamente aquella metáfora española que afirma… “De tal palo tal astilla”; y digo ello a conciencia, puesto que en la América Española, quedó mucha, mucha sangre española; y lógico que, “los genes se transmitan”,


Pues yo como Vicente Blasco Ibáñez, comulgo con lo que dice también en esas páginas de la obra citada… “Como amante de la América que habla español –o si se quiere de la mal llamada América latina-”, siento aversión, no contra Méjico, que bastantes desgracias sobrelleva, sino contra el Méjico creado a su gusto por los falsos revolucionarios”; manifestación ésta a la que yo simplemente le añado, un “amén”.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (Aquí mucho más)

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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