La noticia llegó temprano, con la lectura pública del veredicto: Álvaro Uribe Vélez ha sido declarado no culpable de todos los cargos en su contra por el Tribunal Superior de Bogotá.
Esta decisión revoca la condena a 12 años de prisión domiciliaria que se había impuesto en primera instancia.
La Sala de Apelaciones del Tribunal, integrada por tres jueces, concluyó que las pruebas presentadas en el juicio anterior estaban llenas de inconsistencias y contradicciones. Resultó especialmente significativo el análisis de los testimonios y las escuchas telefónicas, que el Tribunal consideró ilegales y sin valor probatorio.
Las conversaciones entre el expresidente y su abogado, Diego Cadena, fueron desestimadas por la forma en que se obtuvieron, lo que debilitó considerablemente la acusación.
Antecedentes del caso
El proceso contra Álvaro Uribe se remonta a 2012, cuando se inició una investigación sobre la supuesta manipulación de testigos en relación al caso del senador Iván Cepeda. En primera instancia, la jueza Sandra Liliana Heredia había condenado al expresidente por fraude procesal y soborno en actuación penal. No obstante, el Tribunal Superior de Bogotá criticó con dureza los fundamentos de esa sentencia, señalando vicios graves, falta de motivación suficiente y un apoyo excesivo en premisas poco claras. La decisión de la jueza fue calificada como deficiente y carente del rigor necesario.
El Tribunal argumentó que en Colombia no es aplicable el derecho penal de autor, enfatizando que la responsabilidad penal debe limitarse únicamente a las acciones u omisiones del acusado, sin tener en cuenta su personalidad o reconocimiento público. «El sujeto activo solo debe responder por lo que hizo o dejó de hacer, no por su personalidad, ideas ni características,» reza el fallo.
El impacto político y social
La absolución de Uribe no pone fin al caso. El senador Iván Cepeda, principal acusador y precandidato presidencial por la izquierda, ha anunciado su intención de apelar ante la Corte Suprema de Justicia, última instancia del proceso judicial. Este recurso podría tardar entre cinco y diez años en resolverse.
Colombia vive un contexto político marcado por una intensa polarización. Uribe, líder indiscutible de la derecha, se consolida como principal opositor al gobierno del presidente Gustavo Petro. Las elecciones presidenciales de 2026 se perfilan como un escenario cargado de tensión, con izquierda y derecha enfrentadas y la justicia ocupando un lugar central en el debate público. El presidente Petro reaccionó rápidamente ante la sentencia, condenándola y denunciando que «así se tapa la historia de la gobernanza paramilitar en Colombia,» evidenciando así la profundidad del conflicto político y las heridas aún abiertas en el país.
Claves de la decisión judicial
- El Tribunal descalificó pruebas obtenidas mediante interceptaciones telefónicas ilegales.
- Los testimonios ofrecidos por testigos como el exparamilitar Juan Guillermo Monsalve fueron considerados inconsistentes.
- La magistrada que dictó sentencia en primera instancia recibió críticas por basar su condena en interpretaciones vagas y metáforas sin pruebas concretas.
- Una magistrada presentó un salvamento de voto, reflejando una división interna dentro del Tribunal.
El futuro de Uribe Vélez
La absolución fortalece la posición de Uribe y su círculo cercano, quienes llevan años denunciando una persecución judicial. Sin embargo, esta decisión no cierra el capítulo: la apelación ante la Corte Suprema de Justicia mantiene viva la controversia y podría extenderse durante años antes de llegar a una resolución definitiva. El caso seguirá influyendo en el debate político, especialmente con las elecciones presidenciales a la vista en 2026 donde los protagonistas del proceso –Cepeda y Uribe– están en bandos opuestos.
Para los colombianos, esta resolución judicial alimenta desconfianza hacia las instituciones, intensifica la polarización social y reabre preguntas sobre la independencia y credibilidad del sistema judicial. Aunque técnicamente sólido en su crítica a las pruebas previas, el fallo del Tribunal Superior no logra despejar sospechas ni cerrar viejas heridas políticas.
En este clima tenso, la figura de Álvaro Uribe continúa siendo central en el panorama político colombiano. Su absolución no parece marcar un final definitivo; más bien se presenta como un nuevo comienzo en esta larga saga llena de enfrentamientos judiciales y políticos que han caracterizado a Colombia recientemente. La contienda electoral ya está servida para ser intensa; con el sistema judicial bajo observación crítica y una sociedad expectante por respuestas concretas sobre verdad y justicia.
