Zoilo

Llueve navidad sobre Palencia y el vendaval barre la ciudad, Zoilo viene a mí y pone su cabeza en mis rodillas. No hace un año que llegó y es todo cariño y dulzura. Me mira, espera y pregunta. Si satisfago sus dudas sale contento y con la cabeza alta. Si no, permanece inquisitivo hasta que una caricia y unas palabras distraen su atención.

Vidas trabadas

Esta noche el viento ha cambiado, sopla más fuerte y más cálido que ayer. Del Carrión no viene hoy ningún frescor aunque la fuerte brisa huele a humedad y acarrea noticias de septiembre. Los chopos se cimbrean y parecen inclinarse solemnes y ceremoniosos a nuestro paso. Hasta nosotros sólo llega el apagado rumor de algún coche que quiere

Adios, querido amigo

Hay muchas cosas de Fermín que echaré en falta pero será su mirada, tierna, sugestiva, suplicante, traviesa, la primera de ellas. Estaba muy enfermo y pese a mi dolor era su hora. Hemos estirado el tiempo todo lo posible pero lo inevitable llegó esta semana y para él han terminado ya los sufrimientos. Cuando llegó el momento quise que

Mi perro y yo

Hace exactamente dos años escribí esto sobre mi perro; como si fuera una predicción ayer, exactamente dos años después, repito, hube de sacrificarle. Me duele todo, me falta el mejor amigo que he tenido, me falta el hijo al que tanto quise, me falta el hijo que tanto me quiso. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

El Jabato y el Capitán Trueno

En una neurona de mi cerebro permanece anclada una viñeta del Capitán Trueno. Con gesto noble y altivo, desafiando al futuro con brava mirada, el preclaro héroe infantil aún me acompaña. Sé que cuando duermo o cuando las ocupaciones me dominan abandona el puesto en la proa de su barco y se pasa a la neurona de al lado a charlar un rato

Amigos y enemigos

Aún recuerdo a mis padres explicándome eso de que los amigos se cuentan con los dedos de una mano y aún deberían sobrar dedos. Mis escasas habilidades sociales han provocado que efectivamente así sea, que me sobren dedos para contarlos, lo que hace que valore mucho más y que dé especial relevancia a aquellos amigos que me acompañan

La radio

Que yo recuerde siempre me ha acompañado la radio. Aún recuerdo el lugar exacto que ocupaba el viejo aparato en la cocina de mi antigua casa, en el armario, junto al espejo. Aún recuerdo las noches de verano, la familia reunida, la ventana abierta, la huerta enfrente y la radio con nosotros. Ya entonces, cuando no había más que una emisora,

El sentido del ridículo

A mis años reúno ya una abundante colección de ridículos públicos. He vivido suficiente para haber metido la pata en ocasiones numerosas y situaciones diversas. Según va pasando la vida me importa menos, además supongo que es algo que afecta a todo el mundo. Si alguien no siente que ha hecho suficientemente el ridículo en su vida es

Váyase a la mismísima M…, oigausté

Estaba yo pensando si me tocaba la pastilla roja o la azul. Para la memoria, digo. Y decidiendo si me había tomado ya la del corazón. Y la de la próstata. Era importante el momento porque ya llevaba bien consumido mi sanfrancisco habitual y tenía que decidir si me las tomaba con lo poco que me quedaba o me las tomaba con agua, dejando

El pecho suelto de Bebe

Vaya por delante que soy un troglodita que jamás ha degustado la música de Bebe. Jamás he tenido ese placer, ni sé cómo ni qué canta. Mea culpa. Mi ignorancia al respecto es tan grande como puede serlo un agujero negro. Lamentablemente cuando uno se pone a leer aparecen nombres y hechos con los que no cuenta, ni le interesan ni le sirven

Hipocondría

Justo debajo de la ventana de la cocina se veía el corral del que recogíamos musgo para el nacimiento, con las carboneras que nos servían de pared para jugar al fútbol. Al fondo estaba la huerta de Don Pascual, nuestro médico y casero, con su alberca en primer plano. Hoy la huerta, que a mí me parecía llegar hasta el horizonte, es un

La castañera y los buitres

El frío me ha gustado más que el calor, siempre que no llegue al punto que me contaba mi padre de su niñez, cuando los carros de los huertanos del otro lado del Carrión cruzaban el río sobre el duro hielo. Del frío hemos aprendido a defendernos mejor, no como la bilbaína aquella que calentaba la cocina de mi primera casa en Venta de

El protocolo, el maldito protocolo social

Nunca he sabido ser correcto socialmente. Uno, que tantas veces recibe el cariño de otros, sean familiares, amigos o seguidores desconocidos, se encuentra siempre con el apuro de no saber responder adecuadamente, de no saber estar a la altura de lo que los demás esperan de mí. Admito los misterios que el protocolo social tiene para mí,

¡Pero qué jodía puede ser mi muerte!

Conste que la muerte jamás me había preocupado, cuando alguna vez lo dije en la tertulia de la tele me contestaron “pues, hala, muérete ya”, lo que viniendo de un supuesto amigo me dio qué pensar sobre la facilidad con que colocamos la etiqueta de buena persona a alguien sólo porque sonría mucho y pague el café a menudo. No me llamen

Mi siquiatra y yo

Permítanme centrar esta columna en el fin de semana que acabo de pasar. Soy un hombre feliz y satisfecho, al menos en estos momentos. No tengo grandes agobios y he pasado un fin de semana refugiado en casa, y, tras mi obligado paseo matutino ribera arriba y abajo del Carrión, no he salido más allá de lo justo e imprescindible. Ni siquiera

España arde en coñas populares

En los momentos en que escribo, precipitadamente, estoy terminando de colocar en mi paladar una mínima botella de vino de Rueda, de ésas tan buenas, excelentes, que te regalan cuando compras el vino que te gusta. Estoy en Garón, ese refugio natural, aún con ayuda artificial, que existe en el corazón del desértico, árido y cuasi estéril

Sobre Pedro de Hoyos

Nací en Venta de Baños, Palencia, en medio de un infernal tráfico ferroviario. Mi primera intención fue volverme por donde había venido, pero mi madre se negó y aquí sigo. He pasado por las columnas de opinión de diversos periódicos (Diario Palentino, La Tribuna de Cuenca, La Tribuna de Guadalajara, Diario de Burgos, Palencia Siete)

Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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