Le dan hasta en el cielo de la boca.
Sin clemencia, con el mismo entusiasmo con el que hace unos meses le pasaban bobalicones la mano por el lomo.
Y con adjetivos gruesos, de los que te hunden hasta el fondo en el basurero.
Hay presidentes que pasan a la historia por sus éxitos internacionales; otros, por encadenar fiascos diplomáticos con la habilidad de un funambulista ciego.
Pedro Sánchez, en este 2025, parece estar empeñado en engrosar la segunda categoría.
Más que eso: a ponerse en cabeza de la cuadrilla de indeseables.
Lo que hasta hace poco era una imagen exterior cuidadosamente cultivada, hoy se desmorona entre titulares demoledores y apodos poco halagüeños como «Don Teflón» o el «nuevo villano de la OTAN».
El giro es tan pronunciado que ni los asesores más optimistas de La Moncloa logran maquillar la realidad.
La prensa internacional, que en tiempos le reservó elogios por su resiliencia política, ahora le dedica editoriales implacables.
The Times sentencia: “La fiesta se ha acabado para el primer ministro español, cuya reputación parecía impermeable a los repetidos escándalos”.
Y no es el único medio que ha afilado las plumas.
En Alemania, Der Spiegel califica como “penoso espectáculo” las explicaciones del presidente sobre los escándalos de corrupción que le rodean.
En Francia y Reino Unido, Le Monde, Le Figaro y The Telegraph han convertido los casos judiciales del entorno socialista en material de portada diaria.
No había visto este vídeo. Es brutal. Por fin en Europa empiezan a calar a Pedro Sánchez, el tirano que ha demolido nuestro Estado de Derecho. Le avisan de que LA FIESTA IS OVER y le piden que se marche. pic.twitter.com/xCQMpJuNkT
— Javier Rubio Donzé (@Sr_Donze) June 27, 2025
Seis fracasos internacionales y una reputación en ruinas
Sánchez contaba con refugiarse en la política exterior tras las últimas investigaciones judiciales en el PSOE y la entrada de la UCO en Ferraz, pero la estrategia ha resultado tan eficaz como un paraguas de papel bajo un chaparrón.
Repasemos, sin anestesia, los seis grandes reveses que han precipitado su desplome internacional:
- Cumbre de la OTAN en La Haya: Sánchez intentó liderar la oposición al aumento del gasto militar al 5%. Solo logró sumar al primer ministro eslovaco y cabrear a Donald Trump, quien prometió más aranceles para España y lo evitó incluso para la foto oficial. El apodo de “villano” no tardó en llegarle desde medios británicos y estadounidenses.
- Consejo Europeo: Incapaz de convencer a los Veintisiete para suspender el acuerdo con Israel. El documento final solo incluyó una petición genérica de alto el fuego en Gaza. Israel le acusó abiertamente de protagonizar una “cruzada antisraelí”.
- Reconocimiento del Estado palestino: En primavera, Sánchez recorrió Europa buscando una mayoría para reconocer Palestina. Solo Noruega e Irlanda se sumaron. Resultado: enfado monumental en Tel Aviv y escaso rédito diplomático real.
- Escándalos domésticos exportados: Los medios foráneos no han pasado por alto los casos Koldo, Cerdán y compañía. The Telegraph llegó a hablar de “corrupción, sobornos, grabaciones secretas, un ex portero de discoteca y una estrella del porno” al describir el ambiente político español.
- Fracaso en conferencias internacionales: Su gestión en otros foros multilaterales ha sido descrita como errática o irrelevante por analistas extranjeros.
- Desgaste con socios europeos: Su apuesta por alianzas con líderes díscolos frente a las posiciones mayoritarias europeas le ha dejado aislado incluso entre habituales aliados progresistas.
En resumen: seis derrotas sonadas en apenas catorce meses. Y eso que algunos portavoces socialistas aún insisten en hablar de “liderazgo global”.
La prensa mundial: del respeto al sarcasmo
La metamorfosis mediática es digna de estudio. Donde antes se hablaba del “líder resistente”, ahora proliferan etiquetas menos amables:
- Don Teflón: El apodo lo populariza The Times, subrayando su capacidad para esquivar las consecuencias políticas… hasta ahora. El sobrenombre recuerda a mafiosos neoyorquinos más que a estadistas europeos.
- Villano de la OTAN: Su enfrentamiento con Trump y el desacuerdo sobre defensa lo han colocado como antagonista involuntario del bloque atlántico. Algunos analistas ya lo comparan con figuras contestatarias como Jean-Luc Mélenchon… pero sin carisma francés ni apoyos sólidos.
- “El galgo”: Por la rapidez con la que esquiva preguntas incómodas (y quizá también fotógrafos molestos). Las redes sociales han hecho sangre con este apelativo tras su huida estratégica durante las cumbres recientes.
No faltan ironías sobre su resiliencia política o su talento para sobrevivir a las crisis internas… hasta que éstas han traspasado fronteras.
Corrupción: el lastre imposible de esconder
El verdadero punto negro para la proyección internacional del presidente son los escándalos judiciales que afectan al PSOE y su entorno. La prensa extranjera destaca el caso Koldo o las investigaciones que salpican a Santos Cerdán, subrayando cómo estos episodios erosionan tanto la credibilidad del gobierno como la imagen-país.
- Bloomberg apunta que Sánchez enfrenta “el mayor escándalo de corrupción en sus seis años como presidente”.
- The Economist acusa directamente al líder socialista de aferrarse al poder “a costa de la democracia española”, un titular que habría provocado sudores fríos incluso a presidentes más curtidos.
- Editoriales internacionales recuerdan que ya no basta con culpar a la oposición o recurrir al victimismo institucional; los focos están puestos sobre Moncloa y las explicaciones ya no convencen fuera ni dentro.
Esta percepción negativa no solo afecta a Sánchez, sino también al prestigio institucional español. Hasta se señala al Rey por su silencio ante los abusos denunciados públicamente.
Humor involuntario (y algún dato curioso)
En medio del vendaval informativo hay espacio para anécdotas casi tragicómicas. Las redes sociales han convertido el fracaso fotográfico de Sánchez —incapaz esta vez de lograr una instantánea junto a Anne Hathaway— en meme viral; su imagen final fue junto a Sima Sami Bahous, funcionaria de Naciones Unidas, lo que desató burlas digitales sobre su soledad diplomática.
Por si fuera poco, algunos titulares extranjeros resumen el sentir popular con frases lapidarias: “Los españoles merecen algo mejor” (The Times) o directamente lo describen como “el apestado nacional e internacional atrincherado en Moncloa”.
Y mientras tanto, en Bruselas se comenta entre risas que Sánchez tiene más apodos internacionales que aliados firmes. Si algo ha demostrado este año es que ni siquiera el mejor teflón político resiste eternamente bajo presión global.
