El revés judicial que Alemania le ha soltado a España con la puesta en libertad del prófugo Carles Puigdemont es el tema central este 6 de abril de 2018 en los editoriales y tribunas de opinión de la prensa de papel. Más que criticar el fallo del juez teutón, se tira con mucha bala contra el Gobierno de Rajoy por haber hecho poca pedagogía por Europa y haber dejado que el separatismo haga su propia campaña de imagen y de victimismo.
El Mundo, en su editorial, le mete un buen hachazo al Gobierno de Rajoy al que considera culpable de no haber hecho la suficiente pedagogía y verse ahora con el agua al cuello tras la decisión de un juez alemán de poner en la rue a Carles Puigdemont:
La bombona de oxígeno alemana alejará a Cataluña aún más de la normalidad constitucional. El conflicto entre facciones separatistas alargará el bloqueo quizá hasta la víspera misma del plazo para nuevas elecciones. Pero lo más preocupante es la reacción del Gobierno, que se limita a pedir respeto y confianza. Rajoy no sólo no abordó a tiempo el desafío separatista sino que tampoco se ha preocupado por hacer pedagogía de su verdadera naturaleza por Europa. Los resultados están a la vista. Los españoles serán duros con este fracaso como con ningún otro del Gobierno. Por la estremecedora razón de que quizá no tenga remedio.
Santiago González se sorprende de cómo alguien tan poco capacitado como Puigdemont puede concitar la atención de toda España:
Es asunto portentoso que un tipo de tan escasas luces como Carles Puigdemont consiga tener en vilo a toda la sociedad española y a parte de la europea. Él ha conseguido la renuncia de Turull, otro que tul, por más que el asunto ya lo había dejado claro el juez Llarena al ordenar su encarcelamiento la víspera del día fijado por el pobre Torrent para investirlo. Puigdemont insiste en investir a Jordi Sànchez, a quien enchiqueró la juez Lamela el 16 de octubre y ratificado por el juez Llarena que no autorizó su excarcelación para asistir a su propia investidura.
El País entiende que el Gobierno de España tendrá que pagar los costes del revés judicial que Alemania le ha dado con Puigdemont, pero avisa a los separatistas que el prófugo expresidente catalán sigue teniendo que saldar sus cuentas con la Justicia española:
El Gobierno tiene que asumir los costes y el desgaste político, nacional e internacional, de haberlo fiado todo a la actuación de los tribunales. La justicia alemana, como la española, ha actuado de forma completamente independiente según su mejor criterio jurídico. Corresponde ahora a los tribunales españoles evaluar el impacto de la decisión alemana y actuar, también, según su mejor criterio jurídico. Una cosa es evidente, sin embargo. Carles Puigdemont no ha sido juzgado, ni por tanto absuelto. La causa que sigue el Tribunal Supremo contra él sigue plenamente vigente y no ha sido invalidada.
El editorial de ABC también comparte con su colega El Mundo la idea de que el Gobierno no ha hecho un trabajo de campo en la prensa europea para desmontar las mentiras del separatismo:
Ahora también es momento de preguntarse qué está pasando con los intereses españoles ante los tribunales extranjeros. Desde que comenzó el proceso separatista, el Gobierno español ha ganado el pulso a los separatistas en los pasillos de las cancillerías, pero lo ha perdido en las opiniones públicas, los medios de comunicación y los foros de debate. En otras cuestiones, la posición española también ha salido malparada judicialmente, como ha sucedido con diversas resoluciones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La acción judicial en tribunales internacionales y europeos nunca es una estrategia aislada de otras también necesarias para dar fortaleza a los argumentos legales. A veces, los intereses del Estado se juegan en varias pistas al mismo tiempo. En el caso catalán ha habido una apuesta preferente y casi exclusiva por la intervención de los Tribunales, hasta la aplicación in extremis y muy limitada del artículo 155 y en parte para cubrir después sus carencias.
Ignacio Camacho considera que el fallo del juez alemán que ha puesto en la calle a Puigdemont no se le puede achacar a Rajoy, pero sí le responsabiliza por haber cobardeado con los separatistas cuando estos se pusieron bravucones:
La situación es extremadamente delicada desde el punto de vista político. La actuación judicial era el único resarcimiento moral que los españoles constitucionalistas podían esperar tras el golpe, dada la aplicación pusilánime del artículo 155. Esa esperanza está ahora en el limbo y en cambio hay un insultante ambiente de euforia en las filas del separatismo. La sensación de impotencia, de burla, de desamparo, deja a la nación entera en estado crítico, y es probable que la necesidad de expiación rebote de nuevo sobre el Ejecutivo. Este tropiezo no es culpa de Rajoy, que ha respetado escrupulosamente el criterio del juez, pero le puede caer encima la factura de su apocamiento en la fase aguda del desafío. Cuando se comete un error de principio, todas las consecuencias sobrevienen en el mismo sentido.
Luis Ventoso le mete un soberano estacazo a ese ‘brillante’ ministro de Exteriores llamado Alfonso Dastis que, como elemento de persuasión, no parece muy ducho en la materia:
El tanto que se anotó ayer el separatismo en la corte alemana invita también a lamentar, una vez más, la deficiente labor de la diplomacia española en la batalla internacional de la imagen y los grandes medios foráneos. Basta escuchar treinta segundos a nuestro peculiar ministro de Exteriores para entender que muy persuasivos no podemos resultar.
La Razón cree que hay que quedarse con lo esencial y que, pese a quien le pese, Puigdemont acabará tarde o temprano en la cárcel:
Pese a la lógica desazón, la democracia española tiene la obligación de garantizar el respeto al orden constitucional. Los procedimientos abiertos en nuestro país siguen con todas las garantías y serán nuestros magistrados los que decidan la suerte de los encausados. El tribunal de un Land tiene la competencia que tiene, pero sus resoluciones no son dogma de fe ni suponen magisterio alguno. Con las limitaciones impuestas por la Audiencia alemana, y si no hay revisión, Carles Puigdemont se enfrentará a penas menores de cárcel, pero importantes de inhabilitación. Que los separatistas intenten forzar su candidatura a la presidencia demostrará hasta qué punto buscan la confrontación y arruinar el futuro de los catalanes.