En el torbellino informativo de la política española, pocas figuras resultan tan activas —y polémicas— como Ana Pardo de Vera. La periodista gallega, actual directora corporativa de Público, es conocida tanto por sus intervenciones en tertulias como por su férrea postura crítica hacia la derecha y, en particular, hacia el Partido Popular.
El último episodio que la ha situado en el centro del debate ha sido su reacción al llamado ‘caso Montoro’, una investigación que salpica al exministro de Hacienda Cristóbal Montoro por supuestas prácticas corruptas relacionadas con la adjudicación de contratos públicos a empresas gasistas mediante reformas legislativas presuntamente interesadas.
Mientras buena parte de la izquierda mediática aprovecha para cargar contra el PP por este caso, las miradas también se dirigen a los silencios selectivos en torno a otros escándalos.
En este sentido, resulta llamativo el contraste entre la vehemencia con la que Ana Pardo de Vera exige responsabilidades a Montoro y su partido, y el mutismo o las respuestas evasivas cuando se le pregunta por la situación judicial de su propia hermana, Isabel Pardo de Vera, expresidenta de ADIF e imputada por presunta corrupción dentro del conocido como ‘caso Koldo’.
El ‘caso Montoro’: un viejo fantasma para el PP
El ‘caso Montoro’ ha resucitado uno de los grandes temores del Partido Popular: que los viejos fantasmas de corrupción vuelvan a condicionar su agenda política. Tras ocho años de instrucción, un juez ve al exministro como pieza clave de una supuesta trama destinada a favorecer a determinados intereses empresariales mediante sobornos millonarios. La respuesta del PSOE no se ha hecho esperar: desde el ministro Óscar López hasta varios portavoces socialistas han acusado al PP de mirar hacia otro lado y no dar explicaciones convincentes.
No obstante, la reacción más sonora no ha venido solo del ámbito político, sino también del mediático. Periodistas afines a posiciones progresistas han salido en tromba contra el PP y Montoro. Entre ellos destaca Ana Pardo de Vera, quien no ha dudado en calificar los hechos como “prácticas mafiosas” y en asegurar que existen pruebas sólidas sobre los pagos ilegales y las comisiones indebidas —llegando a citar cantidades cercanas a 800.000 euros—.
El silencio sobre Isabel Pardo de Vera y el escándalo ADIF
Sin embargo, mientras arde Twitter con sus tuits y reflexiones sobre ética pública y corrupción ajena, Ana mantiene un perfil mucho más bajo cuando la polémica afecta a su círculo más próximo. Su hermana Isabel Pardo de Vera, ingeniera gallega y expresidenta de ADIF —la entidad pública encargada de las infraestructuras ferroviarias—, está siendo investigada por delitos tan graves como cohecho, tráfico de influencias, malversación y organización criminal.
El juez Ismael Moreno atribuye a Isabel una supuesta participación en adjudicaciones irregulares durante su etapa al frente del organismo, bajo el paraguas político del entonces ministro José Luis Ábalos. Según consta en autos judiciales recientes, existen indicios sólidos sobre amaños en contratos públicos relacionados con la compra masiva de mascarillas durante la pandemia —por valor superior a 12 millones— y con la contratación irregular vinculada a personas próximas al propio Ábalos. La Unidad Central Operativa (UCO) apunta directamente a Isabel como facilitadora clave para que ciertas licitaciones llegasen “a buen término”, siguiendo instrucciones transmitidas desde altas instancias ministeriales.
Ana Pardo de Vera sí se ha pronunciado puntualmente para defender públicamente a su hermana en platós televisivos —por ejemplo, junto a Risto Mejide— alegando que “no se acuerda” o que “ya declaró ante el Supremo”. Sin embargo, evita profundizar o asumir autocrítica cuando periodistas o rivales políticos le preguntan si va a pedir disculpas por haber negado inicialmente cualquier sombra sobre las actividades profesionales familiares.
Corrupción política: dos varas de medir
La reacción selectiva ante los escándalos es un fenómeno habitual en la política española. No obstante, resulta especialmente llamativa cuando quienes denuncian presuntas corruptelas ajenas callan o minimizan los casos propios. En este sentido, el caso de las hermanas Pardo de Vera ilustra bien esta doble vara.
- Por un lado, Ana ejerce como látigo implacable contra cualquier sospecha que afecte al PP o sus antiguos ministros.
- Por otro lado, opta por minimizar o justificar lo que ocurre cuando las investigaciones afectan a figuras próximas al PSOE —o directamente a su familia—.
Este doble rasero genera frustración entre muchos ciudadanos hartos del “y tú más” constante entre partidos y medios afines. Y también alimenta la percepción pública de que las élites políticas y mediáticas aplican criterios distintos según quién sea el señalado.
ADIF: epicentro del escándalo
La entidad pública ADIF se ha convertido en epicentro involuntario del escándalo. En los últimos meses han salido a la luz múltiples irregularidades:
- Adjudicaciones bajo sospecha entre 2018 y 2021.
- Contrataciones presuntamente dirigidas por intereses políticos.
- Operaciones millonarias para suministros sanitarios durante la emergencia Covid-19.
- Implicación directa o indirecta de altos cargos nombrados tanto por gobiernos del PSOE como del PP en diferentes etapas.
El caso Koldo —que lleva ya meses sacudiendo los cimientos del Ministerio de Transportes— amenaza con extenderse aún más si prosperan nuevas diligencias judiciales contra responsables pasados y presentes.
Curiosidades históricas y familiares
Al margen del ruido mediático actual, cabe destacar algunos datos curiosos sobre las protagonistas:
- Las hermanas Pardo de Vera descienden —según crónicas familiares— del mismísimo Sancho III el Mayor de Navarra; mil años después, una nueva “trama” agita tierras gallegas y madrileñas.
- El padre fue militante fundador —y primer alcalde democrático— en Becerreá por Alianza Popular antes de evolucionar políticamente hacia otras posiciones.
- Isabel intentó relanzar su carrera en el sector privado tras dejar ADIF: firmó un contrato millonario con ACS como consultora senior… pero Florentino Pérez rompió todo vínculo apenas unos días después al estallar su imputación formal.
- Ana es filóloga además de periodista; fundó Público en 2007 y dirigió el medio hasta 2019.
En tiempos donde los linajes parecen pesar tanto como los méritos propios —y donde las redes sociales amplifican cualquier contradicción— conviene recordar que ni los apellidos ni las filiaciones políticas inmunizan frente al escrutinio público… ni ante los jueces.
