En la política española, las coartadas suelen tener las patas cortas y, cuando caen, arrastran consigo todo un edificio de poder.
Eso es lo que le está ocurriendo a Santos Cerdán, número tres del PSOE y secretario de Organización, quien en apenas 24 horas ha pasado de intentar justificar sus gestiones sobre adjudicaciones públicas en Navarra a encontrarse cercado por pruebas, mensajes y un informe de la Guardia Civil que dinamitan su defensa como un castillo de naipes.
La jugada le salió rana: su repentina batería de preguntas en el Congreso sobre obras navarras—registradas el 9 de mayo, justo cuando ya era público el foco policial sobre él—ha sido interpretada por los investigadores no como muestra de celo institucional, sino como un burdo intento de fabricar una coartada a posteriori.
Los mensajes intervenidos a Koldo García, exasesor ministerial y pieza clave en anteriores escándalos socialistas, revelan cómo Cerdán discutía adjudicaciones millonarias a empresas como Acciona.
No era solo “interés por la provincia”: había conversaciones concretas sobre contratos públicos y presiones a funcionarios para que las licitaciones recayeran donde interesaba.
La metástasis del sanchismo: del caso Koldo a las mascarillas
Este último capítulo se suma a una saga que parece sacada de una serie negra pero con menos glamour y más bochorno institucional. El PSOE lleva meses atrapado en una espiral que va desde el caso Ábalos hasta los contratos opacos de mascarillas durante la pandemia, pasando por los negocios de Begoña Gómez—esposa del presidente Sánchez—con empresas beneficiadas por ayudas públicas. Todo apunta a una estructura tentacular: cargos intermedios, asesores y familiares bien conectados tejiendo redes de favores y comisiones por todo el país.
Un confidente ya alertó a la Guardia Civil hace años sobre lo que calificaba como “el grupo acelerador” del 20%: comisiones sistemáticas para agilizar contratos desde ministerios controlados por el PSOE. Nombres como Koldo García Izaguirre o José Luis Ábalos aparecen ligados a las mismas prácticas que ahora cercan a Cerdán. El modus operandi parece calcado: presión política, intermediación desde Ferraz y adjudicaciones dirigidas.
El cerco judicial y la respuesta socialista
La Unidad Central Operativa (UCO) ultima un informe demoledor que podría conducir a la imputación formal de Santos Cerdán por cobro de comisiones ilegales en contratos públicos tanto en Navarra como en el País Vasco. Las sospechas no solo recaen sobre él: los investigadores han identificado conversaciones entre Koldo, altos cargos socialistas en Madrid y gobiernos autonómicos. Los tentáculos llegan lejos.
Mientras tanto, desde Ferraz se opta por cerrar filas. El PSOE habla abiertamente de “cacería política” y acusa a la derecha mediática de montar campañas orquestadas contra sus dirigentes. Cerdán niega tajantemente cualquier delito—“todo son mentiras”, repite ante cámaras—y asegura que su gestión como diputado navarro responde al interés general por su territorio. Sin embargo, los detalles sobre su tren de vida—coches de lujo, ático en Madrid y gastos difíciles de justificar con un salario público—alimentan aún más las dudas dentro y fuera del partido.
El presidente Sánchez, por su parte, trata de tapar vías de agua mientras soporta un aluvión diario de casos que minan su credibilidad parlamentaria. La oposición pide dimisiones inmediatas y apunta directamente al núcleo duro del sanchismo.
Un escándalo sin precedentes: consecuencias políticas
Nunca antes un secretario de Organización del PSOE había estado tan cerca de una imputación penal durante el mandato de un presidente socialista. Si la UCO eleva sus conclusiones al juez instructor, no solo la carrera política de Cerdán estaría acabada: el propio Sánchez vería seriamente comprometida su supervivencia al frente del Ejecutivo. Las manifestaciones exigiendo responsabilidades se multiplican y hasta algunos barones territoriales socialistas empiezan a distanciarse discretamente.
La sensación en los pasillos del Congreso es que el sanchismo ha entrado en fase terminal. La corrupción ya no es un goteo aislado sino una metástasis que afecta a todas las capas del aparato socialista. Desde los contratos exprés durante la pandemia hasta las obras públicas millonarias repartidas entre afines, pasando por los negocios familiares en torno a Moncloa: todo suma para dibujar un clima político irrespirable.
Curiosidades y datos llamativos
- Santos Cerdán es uno de los pocos diputados socialistas con vivienda propia en Madrid centro; sus gastos superan ampliamente el sueldo base parlamentario.
- En chats intervenidos por la Guardia Civil aparecen expresiones como “esto es delicadísimo… si no, no te lo diría”, referidas a las maniobras para adjudicar contratos públicos.
- El caso Acciona no es el único foco: hay investigaciones abiertas sobre posibles vínculos con empresas vinculadas al sector energético navarro.
- La red bautizada como “el grupo acelerador” comenzó solicitando comisiones tras la adjudicación directa desde Correos—dirigida entonces por un hombre fuerte del entorno Sánchez.
- Analistas políticos ya comparan la situación actual con las grandes crisis institucionales previas a la caída del felipismo o el estallido del caso Gürtel.
En definitiva, lo que empezó como otro sobresalto mediático para Ferraz amenaza con convertirse en el mayor terremoto político sufrido por el PSOE desde hace décadas. Y mientras los socialistas intentan recomponer filas entre explicaciones cada vez menos creíbles, cada nueva revelación acerca un poco más ese temido final donde hasta las mejores coartadas se desmoronan… como castillos de naipes.
