ESPAÑA ESTÁ ATRAPADA EN EL BLOQUEO POLÍTICO

La legislatura encallada: Sánchez se aferra al poder y Feijóo tantea la moción imposible

Los compinches del sanchismo: ¿por qué aguantan pese a todo?

Feijóo
Alberto Núñez Feijóo. PD

Uno no quiere y el otro parece que no pueble.

En el Madrid político, la sensación de estar ante un bucle infinito se ha convertido en el pan nuestro de cada día.

Pedro Sánchez sigue en La Moncloa, rodeado por un ambiente de escándalo y descomposición institucional, pero sin dar señales de querer abandonar el sillón presidencial.

Al otro lado, Alberto Núñez Feijóo observa cómo las cuentas no le salen para desalojar al inquilino de Moncloa, aunque esta vez, por primera vez en meses, no descarta jugarse la carta más arriesgada: la moción de censura.

La entrada en prisión del ex número tres del PSOE, Santos Cerdán, ha sido el detonante que ha terminado de dinamitar cualquier apariencia de normalidad parlamentaria.

El sanchismo ha pasado de la resiliencia a la resistencia numantina, mientras la oposición ve una oportunidad —aunque sea remota— para forzar un cambio de rumbo.

El giro de Feijóo: ¿por qué ya no rehúye la moción?

Durante meses, Feijóo evitó hablar siquiera de moción de censura. Sabía que los números no daban. Pero el encarcelamiento de Cerdán ha cambiado el tablero. Por primera vez, ha ordenado a su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, que sondee a los grupos parlamentarios que propiciaron la investidura de Sánchez para comprobar si su apoyo sigue intacto tras este terremoto judicial.

El líder popular se enfrenta a una aritmética endiablada:

  • Necesita 176 votos para la mayoría absoluta.
  • “No me faltan ganas, me faltan cuatro votos”, reconocía Feijóo recientemente en el Congreso.
  • El PNV y Junts serían los únicos capaces de inclinar la balanza, pero ambos han cerrado filas por ahora.

¿Por qué Feijóo cambia de estrategia? Porque percibe que la indignación social y el desgaste institucional pueden ser ahora argumentos suficientes para llevar a las Cortes el clamor de la calle. Aunque sabe que probablemente perderá la votación, busca poner a sus adversarios contra las cuerdas: obligarles a retratarse como cómplices del sanchismo o romper con él.

“No la presento en este momento para perderla. No es el momento de perder una moción de censura en julio. Veremos cuál es el momento oportuno”, admitía Feijóo días atrás desde Bruselas.

Sin embargo, las posibilidades reales siguen siendo mínimas. ERC ya ha cerrado la puerta a cualquier maniobra del PP alegando los propios escándalos de corrupción popular; Sumar y Podemos ni se lo plantean; y Bildu directamente no entra en las rondas de contactos. La moción parece más un gesto para desatascar el bloqueo que una opción viable para cambiar al Gobierno.

Los compinches del sanchismo: ¿por qué aguantan pese a todo?

El otro gran misterio reside en la lealtad inquebrantable (al menos por ahora) de los socios parlamentarios del PSOE. ¿Por qué siguen apoyando a Sánchez pese a los escándalos sucesivos? La respuesta hay que buscarla tanto en los incentivos políticos como en la aritmética parlamentaria.

  • Intereses compartidos: Los partidos nacionalistas y regionalistas han conseguido arrancar concesiones históricas (condonaciones, transferencias o privilegios fiscales) a cambio de mantener viva la legislatura.
  • Miedo al abismo electoral: Muchos socios minoritarios temen que unas nuevas elecciones les devuelvan a la irrelevancia o incluso les expulsen del Congreso.
  • El pegamento del gasto social: Sánchez ha hecho del aumento del salario mínimo, las pensiones y las prestaciones sociales su bandera, lo que dificulta a sus aliados justificar ante sus bases un apoyo al PP o Vox.

Eso sí, cada escándalo pone más difícil justificar ese respaldo. El caso Cerdán ha generado un profundo malestar entre los socios, especialmente tras conocerse las conexiones entre altos cargos socialistas y empresarios beneficiados por contratos públicos bajo sospecha.

No obstante:

  • ERC pide “que decida la gente”, pero no facilita una alternativa.
  • PNV reacciona con indignación ante cualquier intento de vinculación con las tramas investigadas.
  • Sumar se limita a evaluar periódicamente “el estado de salud” del Gobierno sin tomar decisiones drásticas.

Mientras tanto, Sánchez se aferra al relato: desvincula al partido del caso Cerdán y promete “máxima transparencia” y “colaboración con la justicia”, aunque para muchos observadores esto suene ya a disco rayado.

Un clima político irrespirable

La legislatura avanza sin Presupuestos aprobados ni grandes reformas; cualquier iniciativa relevante queda bloqueada por un Parlamento ingobernable. El Gobierno ni siquiera cuenta con sus propios socios para sacar adelante proyectos como el aumento del gasto militar —una exigencia europea— o nuevas agencias estatales.

El ambiente recuerda por momentos al último periodo del felipismo: escándalos judiciales encadenados, pérdida progresiva del control parlamentario y una sociedad civil cada vez más desconfiada hacia sus representantes.

Feijóo intenta capitalizar este desgaste presionando para que los apoyos nacionalistas salten por los aires, pero hasta ahora solo consigue respuestas evasivas o negativas. Los suyos bromean ya con que habrá moción “cuando llueva en agosto”, mientras algunos veteranos recuerdan aquel chiste sobre sacar a la patrona si hay sequía política.

Curiosidades y datos llamativos

  • Santos Cerdán intentó negociar desde prisión entrevistas mediáticas al estilo ‘showman’ antes que dimitir discretamente.
  • La última vez que se presentó una moción “consciente de perderla” fue en 1980 (Felipe González contra Adolfo Suárez), cuando también se buscaba forzar un cambio simbólico más que real.
  • El término “sanchismo ha dormido en prisión” se ha viralizado tras las declaraciones irónicas del PP sobre la entrada de Cerdán en Soto del Real.
  • La paciencia entre los socios se sostiene con alfileres: cualquier movimiento inesperado podría detonar unas elecciones anticipadas tan temidas como deseadas según desde dónde se mire.
  • En clave internacional, España enfrenta recelos europeos ante su incapacidad para cumplir compromisos básicos como el incremento del gasto militar exigido por Bruselas.
  • Entre bambalinas parlamentarias circula ya una apuesta jocosa sobre quién será el próximo alto cargo socialista investigado por corrupción antes del verano.

El tablero político español vive uno de sus momentos más surrealistas: un presidente atrincherado pese al desgaste extremo y una oposición dispuesta —por fin— a intentarlo todo… aunque sea para perder. Y así seguimos: esperando “el momento oportuno”, mientras La Moncloa parece blindada hasta nuevo aviso.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído