ENTREVISTADO EN 'OKDIARIO', APUNTA CON SAÑA

Ábalos ajusta cuentas y pone a Marlaska en la cuerda floja: «¿Por qué no investiga la UCO al ministro del Interior?»

El exministro José Luis Ábalos intensifica la presión sobre Grande-Marlaska y agita las costuras del Gobierno, aireando rencillas y viejas cuentas pendientes

Ábalos y Marlaska
Ábalos y Marlaska. PD

Otro que irá p’alante.

Si la UCO se mueve.

José Luis Ábalos ha decidido que si él cae, no lo hará solo.

Charla de forma extensa con OkDiario y se explica sobre todo lo que está pasando. Y algo parece claro: Ábalos ya no se calla nada, nada parece tener que esconder, caiga quien caiga.

O al menos así lo perciben muchos en el Partido Socialista después de sus recientes declaraciones y movimientos, que han colocado al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en una posición delicada dentro del Ejecutivo. La relación entre ambos nunca ha sido idílica, pero la tormenta desatada por el caso Koldo y las investigaciones sobre presuntas tramas de corrupción han encendido todas las alarmas en la cúpula socialista.

El malestar de Ábalos es palpable. Se siente abandonado por su partido y por un Gobierno que, según él, le ha dejado solo ante la justicia y la opinión pública. No duda en lamentarse ante los suyos: «Me estoy arruinando con abogados», confiesa, mientras advierte que no piensa ser el «chivo expiatorio» de una trama que, insinúa, salpica a más miembros del Ejecutivo. El exministro desliza que otros hicieron lo mismo que él, aunque por ahora solo él figure como investigado por delitos de organización criminal, cohecho, malversación y tráfico de influencias.

Marlaska: siete años bajo sospecha

La figura de Grande-Marlaska nunca ha estado tan discutida como ahora. Ha batido récords de longevidad al frente del Ministerio del Interior —más de siete años— pero eso no ha evitado que los sindicatos policiales hayan declarado un conflicto colectivo contra su gestión. Se le acusa de hacer oídos sordos a las demandas laborales, recortar derechos y exhibir una «tacañería escandalosa» incluso en situaciones dramáticas como la reciente muerte de un agente en Málaga. Todo ello bajo un clima creciente de agresiones a policías y guardias civiles, con cifras récord de delitos mensuales en 2024.

No es solo cuestión de imagen interna. Marlaska se enfrenta también a críticas por su supuesta falta de control sobre la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, señalada como epicentro de investigaciones incómodas para el Gobierno. Ábalos y su entorno le reprochan no haber desmontado la llamada «policía patriótica» y permitir que ahora esta unidad «se haya vuelto en contra» del PSOE. La reciente dimisión del secretario de Estado Rafael Pérez y las filtraciones sobre supuestas reuniones comprometidas alimentan aún más el clima de sospecha.

El fuego amigo: Ábalos dispara con bala

En las últimas semanas, Ábalos ha intensificado sus ataques públicos y privados contra el ministro del Interior. Reclama que resulta extraño que la UCO no cite ni investigue a nadie relevante del departamento dirigido por Marlaska. Su entorno llega a deslizar la posibilidad de «chantaje» al Ejecutivo: insinúan que existen grabaciones comprometedoras sobre Sánchez y Cerdán cuya publicación podría evitarse si se produce una crisis en el gabinete —y la cabeza política a sacrificar parece clara.

El trasfondo es aún más turbio si se atiende a los audios filtrados recientemente: conversaciones entre Koldo García (exasesor clave del propio Ábalos) y altos cargos socialistas revelan contactos fluidos con mandos policiales y conocimiento privilegiado sobre sistemas policiales de escucha. Todo ello mientras algunos protagonistas clave, como Rafael Pérez —el ex número dos de Marlaska— admiten sentirse quemados por las presiones internas hasta abandonar su puesto.

El show mediático: sexo, ‘sobrinas’ y ‘Salsa rosa’

Pero si algo caracteriza a Ábalos es su capacidad para convertir cualquier escándalo político en un espectáculo mediático digno de programas del corazón. No ha dudado en ironizar sobre las informaciones relativas a sus múltiples relaciones personales: «La gente tiene envidia; en este país es más delito follar que robar», ha llegado a decir ante los periodistas, mezclando ironía y resignación ante la exposición pública de su vida privada.

Él mismo reconoce haberse convertido en personaje habitual de ‘Salsa rosa’, resignándose —dice— a asumir esa condición mientras insiste en que muchos le atacan «más por lo personal que por lo político». Este desparpajo no evita sin embargo que sus palabras sigan alimentando titulares incendiarios.

Una crisis gubernamental cocinada a fuego lento

La ofensiva interna y externa contra Marlaska coincide con una sucesión interminable de sobresaltos parlamentarios para el Gobierno. El caso Koldo sigue siendo munición recurrente para el PP y Vox durante las sesiones de control; incluso socios habituales como Junts o EH Bildu han pedido explicaciones públicas sobre posibles interferencias desde Interior en investigaciones policiales sensibles. Mientras tanto, Sumar e Izquierda Unida vigilan con lupa cualquier contrato susceptible de alimentar nuevas polémicas, como ocurrió con la compra fallida de balas con matrícula israelí.

En este escenario tóxico, Pedro Sánchez se ve obligado una vez más a activar mecanismos para salvar al soldado Marlaska antes de que la situación derive en una crisis mayor dentro del Consejo de Ministros.

Curiosidades políticas sobre el caso

  • Fernando Grande-Marlaska es ya el ministro del Interior más longevo desde la Transición democrática.
  • Los sindicatos policiales han denunciado públicamente la «tacañería» ministerial hasta condecorando a agentes fallecidos con distinciones consideradas insuficientes.
  • Las cifras récord de agresiones contra policías nacionales han propiciado una oleada inédita de protestas sindicales.
  • El término ‘policía patriótica’ sigue sirviendo como comodín para explicar fracasos o éxitos judiciales según convenga al relato político.
  • La frase “en este país es más delito follar que robar” se ha convertido ya en meme político recurrente gracias al desparpajo verbal del propio Ábalos.

En definitiva, mientras Ábalos juega sus cartas entre amenazas veladas y declaraciones altisonantes, Marlaska aguanta estoico bajo fuego amigo… aunque cada vez le quedan menos paraguas dentro del propio Gobierno.

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