Fernando Jáuregui – Siete días trepidantes – Cumpleaños feliz, Obiang


MADRID, 11 (OTR/PRESS)

Qué duda cabe de que Teodoro Obiang Nguema, el presidente y brigadier de Guinea Ecuatorial, la que fue última colonia española, es una de las figuras más relevantes, por demasiados motivos del Africa subsahariana. Cierto que a ello ha contribuido el hallazgo de enormes yacimientos de petróleo, que las empresas españolas no encontraron, y las norteamericanas, sí; ahora, Obiang incluye este fracaso entre los reproches a la política española, que, dice, olvida sistemáticamente a Guinea. El también olvida que, en veinte años, la ex metrópoli, o sea, España, ha entregado más de cuarenta mil millones de pesetas a Guinea, entre ayuda directa y cooperación. Pero la cualidad reivindicativa, junto con su legendaria cara dura, es cualidad que anima la figura de este hombre que, dentro de unas semanas, celebra su trigésimo aniversario en el poder omnímodo.

En agosto de 1979, el entonces suboficial Teodoro Obiang, formado en la Academia de Zaragoza, da un golpe de estado para derrocar a su tío Francisco Macías, un dictador sanguinario que dejó la población ecuatoguineana reducida a la tercera parte durante los once años que duró su tiranía. Obiang derrocó (y ejecutó) a su pariente e instauró una dictadura acaso no tan feroz como la de Macías, pero no mucho más refinada. Desde entonces, ha afrontado la miseria de su pueblo mientras él y sus familiares se enriquecían, su hijo «Teodorín», hoy ministro de Agricultura, es particularmente citado en ese aspecto, ha salido airoso de varios intentos de golpe, él dice que alguno alentado desde España, aunque no cita nombres en público y ha encontrado petróleo. Mucho petróleo y mucho gas natural en el golfo de Bioko y aledaños.

Este viernes, en una insólita conferencia de prensa en su palacio de Bata, recibió a los periodistas españoles que acompañábamos al ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, a un significativo viaje a la ex colonia, hoy importante suministradora de petróleo a nuestro país. Obiang, que no es precisamente un amante de la prensa, desmintió a sus asesores en la materia levantando el veto a la libertad de hacer preguntas, nos habían obligado a presentar un cuestionario previo, nos echó un considerable rapapolvo, acusándonos de mentir en lo tocante a la situación guineana y de estar al servicio de intereses inconfesables y aprovechó para largar alguna patada a la espinilla del Gobierno español. O varias patadas, para ser exactos: que si España no tiene interés en la cooperación con Guinea, que si olvidamos a esta nación, la única que habla español en Africa. La «cara» de Obiang, ya digo, es legendaria.

A Teodoro Obiang Nguema, presidente de Guinea desde hace treinta años, nadie le tomaría por tonto. Pero su cinismo es notable y casi legendario. En la rueda de prensa, algo inédito, insisto este viernes con periodistas españoles, Obiang se convirtió en un frontón para negar las preguntas, acusaciones de los periodistas españoles que acompañaban al ministro Moratinos en su viaje a la ex colonia española. ¿Nepotismo? ¿Es nepotismo que tu hijo, hoy ministro de Agricultura y Bosques, haya obtenido diez veces más ingresos en este Ministerio que su antecesor? ¿Democracia? Aquí se presenta a las elecciones quien quiere ¿Corrupción?¿Qué corrupción, si yo no tengo ni un franco fuera de Guinea? etcétera. Se le fue un poco la mano al asegurar que «ni un solo guineano puede decir que se ha visto afectado por la crisis» y al enfatizar que «aquí no hay ni una tortura prácticamente». Textual. Cierto: pocos presidentes africanos, y de otros países se hubiesen sometido con rostro paciente a la sesión que le propinamos este viernes a Obiang, pero eso, claro, no le convierte en un demócrata tolerante.

Pero el grueso de la conferencia de prensa se le fue a Obiang en misiles a España, en general, y a Zapatero, por no haber viajado a esta nación africana, muy en particular. Y eso que Moratinos, todo diplomacia él, hasta se enfrentó con una periodista televisiva española de quien le habían dicho unos empresarios españoles de los que le acompañan en el viaje que había estado demasiado dura con el régimen guineano. «Los guineanos tienen razón en perder la paciencia con España», llegó a decir el ministro en una cena oficial, quizá pasándose un poco.

El caso es que Zapatero acabará viniendo en los próximos meses a Guinea, un país destinado a tener una importancia bastante grande en una zona estratégica, un país que a finales de año celebrará, no habrá sobresaltos, descuiden unas elecciones presidenciales en las que Obiang volverá a estar presente y la oposición tolerada tendrá como mucho una decena de escaños, un país en el que la primera dama, su hijo y su marido acumulan poder y riqueza, aunque cierto es que, para quien, como yo, ha estado hace algunos años en el país, el crecimiento en el bienestar y en el nivel de vida es evidente. Pero no al ritmo esperable en una potencia petrolífera.

Feliz cumpleaños en suma, Teodoro Obiang, a quien la vida le sonríe. ¿Hasta cuándo?

Fernando Jáuregui

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