Andrés Aberasturi – Deslegitimar la democracia


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Empieza a ser preocupante que gentes que uno considera sensatas -cada cual con su ideología a cuestas- se deslicen hacia unas posiciones tan extremistas que llegan a situarse incluso fuera del sistema democrático.

Hace unos días un compañero al que respeto repitió y sostuvo en uno de esos debates televisivos que nos ahogan que el PP no podía desarrollar una posible ley que regularizara el derecho de huelga. Lo que negaba sin más era que un partido de derechas estuviera moralmente legitimado para hacer semejante cosa.

Claro, después de no sé cuántos años de democracia con toda su grandeza y toda su miseria, con sus encuentros y sus desencuentros, con sus aciertos y sus errores, lo que no se puede decir alegremente es que un partido con once millones de votantes -arrepentidos o no- y con mayoría absoluta, no esté legitimado para presentar y a en su caso aprobar una regularización del derecho a huelga como ocurre en el resto de Europa.

Después de negarlo una y otra vez y explicar que lo que pretendía el PP era cercenar ese derecho según el gusto de la CEOE, mitigó levísimamente su radical discurso admitiendo que el proyecto, cuando se haga, debería ser fruto del consenso y contando con los sindicatos.

Pues podíamos haber empezado por ahí -que en eso podríamos estar todos de acuerdo- en lugar de la negar la mayor que es tanto como negar el sistema democrático.

Se ha escrito mucho, sobre todo desde la derecha crítica, sobre ese gen de superioridad moral que parece tener la izquierda frente al complejo de inferioridad en ciertos aspectos que arrastra siempre la derecha.

Y no creo que sea del todo así, pero resulta sospechoso que en democracia se le niegue a un gobierno que llega al poder desde las urnas la capacidad ética para lo que sea tan sólo por ser de derechas.

No sólo no es serio sino que atenta contra sistema mismo. A mí no me gustan nada la mitad de las reformas que ha hecho el PP en Sanidad, sobre todo, en servicios sociales y en educación como tampoco me gustó nada que el PSOE despilfarrara nuestro dinero con unos absurdos «planes E» o que sacara una Ley de ayuda a la dependencia sin haber echado antes las cuentas de lo que eso podía costar y quien los iba a pagar.

Pero en ningún momento se me ocurrió poner en duda la legitimidad de unos y de otros para hacer lo que hicieron, acertando o equivocándose.

Vivimos malos tiempos, tiempos difíciles para todos en los que la crispación puede llevarnos a terrenos pantanosos que solo favorecerían al nacimiento de unos partidos extremistas que por suerte hoy no existen en España más que grupúsculos de amargados nostálgicos o utópicos anti sistema.

Mejor no pasara de ahí. Pero para eso es necesario que también los medios y quienes opinan en ellos colaboren para hacer de esta democracia el campo de juego de todos aun sabiendo que es manifiesta y necesariamente mejorable.

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