Antonio Casado – Cuestión de costes.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

En un reciente acto electoral la secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal, en línea con el discurso del presidente del Gobierno, presumía ante sus seguidores de que, a diferencia de lo que ocurría hace tres años, cuando los socialistas fueron desalojados de la Moncloa, España ya no está al borde del rescate europeo y ahora el Tesoro Público puede permitirse captar financiación a coste cero.
Unos días antes, el presidente del BCE, Mario Draghi, ponía a España como ejemplo de la actitud reformista de su Gobierno como palanca de saneamiento económico en la Eurozona. Ante una nutrida representación de altos directivos empresariales de la Unión Europea, se deshizo en elogios hacia las políticas de Rajoy, que han servido para recuperar la credibilidad como país ante los inversores.
Ese relato es el que inspira al propio Mariano Rajoy en vísperas de las próximas citas electorales. Un relato centrado casi exclusivamente en la recuperación económica, la salida de la crisis y el presunto fin de la pesadilla, tal y como quedó demostrado en su intervención de hace una semana ante la Junta Directiva del PP.
Sin embargo, en los sondeos no se refleja el agradecimiento de los ciudadanos por los aciertos reconocidos dentro y fuera de España al Gobierno. Es un hecho que pesa en los análisis de los expertos propios y ajenos, que se preguntan por qué el tan cacareado discurso de la recuperación económica no llega a los votantes. Y ahí es donde algunos pensamos que el presidente del Gobierno y su estado mayor están cometiendo el error de no afrontar las consecuencias de la respuesta a esa pregunta.
La respuesta no puede ser más que una. Es el coste social de la recuperación. El precio es la desigualdad, la pobreza y la pérdida de calidad en los servicios públicos. Y los paganos son millones de españoles que han visto recortado su salario (más de la mitad, por debajo de los mil euros mensuales), parados de solemnidad (de larga duración, en el lenguaje técnico) y los que siguen haciendo cola en los comedores sociales ¿Cuántos serán? ¿Ocho, nueve, diez millones? Ocho, nueve o diez millones de votantes a los que no les consuela el interés negativo de los bonos del Tesoro, la bajada de la prima de riesgo, la subida de la bolsa o el hecho de que en su día España no pasara por el bochorno de un rescate, como Grecia. De eso no comen.
Por tanto, la respuesta a la pregunta está clara. El discurso de la recuperación no vende porque no la siente una gran mayoría de los electores. La mejora de la economía llega a los despechos de las élites pero no a los bolsillos de los ciudadanos de a pie. Y por eso el PP está cediendo tanto terreno electoral frente a los partidos que sí se han dado cuenta del fenómeno. Uno viejo, que ya pagó en su día esa factura política (noviembre de 2011) y dos nuevos que competirán con los anteriores en la lucha por la Moncloa. Es la España que viene.

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