La actualidad política de nuestro país debería de llevar a hacernos reflexionar sobre lo que significa e implica la política en si misma.
La política debería de ser mucho más que discursos y elecciones y, desde luego, debería de estar alejada de actitudes deleznables llevadas a cabo por aquellos que se hacen llamar políticos, aunque en realidad, se les podría denominar “vividores de la política”.
La política, la verdadera política, engloba un conjunto de decisiones y acciones que afectan a nuestra sociedad. Es a través de ella que se generan leyes y normativas que establecerán el marco regulador de nuestra convivencia y debería de garantizar nuestros derechos y obligaciones. Siendo un pilar fundamental en nuestro Estado, el poder político tendría que estar en mano de todos los ciudadanos, tomando en cuenta sus decisiones a través del derecho al voto.
Creo que nuestra sociedad actual no tiene plena consciencia de lo importante que es votar pues ello influye en el desarrollo y modelo de nuestra sociedad. El resultado electoral y las políticas que se llevarán a cabo derivado del mismo, regirán nuestro sistema educativo, nuestras políticas de salud, nuestra economía, nuestro sistema de bienestar en general.
El futuro de nuestro país y de su sistema democrático está en gran parte en manos de la juventud. La mala praxis política ha llevado a que los jóvenes españoles no quieran saber de política, o saber muy poco.
Si unimos la actual mala imagen de la política española y de sus políticos al hecho de la poca importancia que durante las últimas elecciones generales y autonómicas se les ha dado a los jóvenes, llegamos a un resultado en el que la juventud de nuestro país muestra su desconfianza ante todas nuestras instituciones y que sean los partidos políticos el colectivo en el que menos confían.
El estudio “Así somos: El estado de la adolescencia en España”, realizado por Plan International, refleja que cerca de ocho de cada diez jóvenes creen que todos los políticos mienten, y más del 77% siente que sus opiniones no son tomadas en cuenta por la clase política.
La juventud española sufre un cúmulo de problemas económicos y sociales, y ante ello podemos observar como en muchas ocasiones se muestra un mayor interés por parte de las administraciones de los partidos políticos por cultivar con mayor énfasis el voto de las generaciones mayores. Decir que la población entre 15-64 años representa el 66% de la población y los mayores de 65 años el 20% aproximadamente. Las promesas electorales se enfocan a la mayoría del sector de población votante.
En España hay cinco millones de adolescentes, un 10% de la población total, los cuales en su mayoría, perciben la política como algo lejano y poco atractivo.
Son muchos los adolescentes que reconocen un escaso conocimiento del funcionamiento político en general lo que potencia su falta de interés por el mismo. Ciertamente, el actual sistema educativo español no fomenta el interés por ello. Es en la ESO donde se “enseña” la Constitución y los fundamentos del Estado, aunque esto es explicado de manera superficial, sin mostrar la gran transcendencia de una constitución en un sistema democrático.
En la encuesta realizada por Sigma Dos se nos muestra que el 40% de los jóvenes de entre 19 y 29 años no se sienten representados por la Constitución y el 58% opina que el estudio de la misma debería de ser obligatorio dentro del currículo académico. Por cierto, España no tiene un currículo nacional de Historia común en todo el país, lo que lleva a cada autonomía estudie periodos históricos distintos.
Ha llegado la hora de revertir una situación en la que nos encontramos con una política enquistada, con políticos que no nos representan por sus comportamientos y falta de ética y valores, y con una sociedad en la que las generaciones futuras sienten total insatisfacción e indiferencia hacia aquello que debe llevar a mejorar a nuestro país en todos sus ámbitos. En definitiva, llegar a conseguir que nuestro país se rija por verdaderos políticos que basen su esfuerzo en conseguir el bienestar de los españoles dejando al margen sus beneficios económicos y personales.
