Ramón Pérez-Maura

Ahora resulta que el PNV era un partido antisistema y no nos habíamos enterado

Ahora resulta que el PNV era un partido antisistema y no nos habíamos enterado
Ramón Pérez Maura. PD

ESPAÑA recordará en los libros de Historia la sesión de apertura de la XII Legislatura. Y lo hará porque esa fue la jornada en que casi una tercera parte de los diputados -los de Podemos, PNV, los huérfanos de Convergència, los de Bildu, los de ERC y no sé si alguno más- mostraron ante el Rey, en silencio, su voluntad de quebrar la convivencia constitucional que encarna la Monarquía de todos.

La que se dieron los españoles en las urnas por medio de una Constitución de legitimidad incontestable. Porque estos intelectuales que se la niegan al Rey porque no le votaron y dicen que «nosotros estamos en el Parlamento porque nos han votado los españoles.

Algunos son jefes de Estado porque son hijos, nietos o bisnietos de una dinastía», como hizo Pablo Iglesias, lo que están cuestionando en verdad es la Constitución que se dio la inmensa mayoría de los españoles el 6 de diciembre de 1978.

Una Constitución que ciertamente refrendó un porcentaje muy pequeño de los españoles hoy vivos. Pero ese es un porcentaje infinitamente superior al de los estadounidenses vivos que han refrendado su Constitución incuestionadamente vigente.

Esa Constitución se ha convertido en el gran objetivo a batir por parte de ese tercio de representantes de los españoles (por más que les fastidie serlo) que quiere acabar con la convivencia pacífica e imponer su totalitarismo.

Ese tercio de españoles que es jaleado por empresarios capitalistas de medios de comunicación (me niego a llamarlos editores) que, en la mejor tradición leninista, quieren vender a estos intolerantes la soga con la que pretenden ahorcarles.

Una de las escenas más inverosímiles de la sesión inaugural de la legislatura fue la del PNV negando el aplauso al jefe constitucional del Estado. Ahora resulta que el PNV era un partido antisistema y no nos habíamos enterado.

¿Se sumarán también a Podemos cuando adopta el lema «¡Arderéis como en el 36!» y a estas alturas empezarán a quemar iglesias?

Su máximo representante en Madrid, Aitor Esteban, fue entrevistado ayer por Herrera y declaró que su posición es «muy centrada» (!!!) y explicó que «al Rey se lo dije durante su proclamación: que no sea una figura de cera que no sirve para nada. ¿Qué está haciendo la Monarquía? Nada».

Viva el centrismo del PNV que requiere una redefinición del parlamentarismo. Mi admirado Edward Luttwak explica en su magnífico ensayo «Coup d’Etat. A practical handbook» (Harvard University Press, 1979) que un un golpe puede darse desde cualquier posición ideológica: izquierda, derecha y hasta centro.

En esa línea, Aitor Esteban nos descubre ahora que el centrismo puede incluso querer acabar con el sistema. Cosas veredes, amigo Sancho.

Dicho todo lo cual, yo creo que esta sesión inaugural de la XII Legislatura ha reforzado a la Monarquía encarnada hoy por Felipe VI. Ha quedado claro quiénes quieren romper la convivencia y que el Rey está en el único sitio donde puede estar: con la Constitución.

Y en torno a él, la Familia Real con la presencia de la Princesa de Asturias, para furibunda irritación de Carolina Bescansa, que se cree que su propio retoño es equiparable a la futura Reina. Y con una Reina Letizia muy seria, motivo de cotilleo generalizado. Pero yo creo que, tal y como están las cosas, casi mejor no manifestar sentimientos.

La prueba del algodón del éxito del discurso del Rey ante las Cortes fue la reacción del presidente de la Generalidad, Puigdemont, que se sintió obligado a contestar al Rey el mismo jueves por la tarde en un acto presidido por el Monarca en Barcelona. El discurso del Rey había hecho efecto.

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