Santiago López Castillo

Entre todas las mujeres…

Entre todas las mujeres...
Santiago López Castillo. PD

En el cerco del cordón sanitario contra el PP estaba el Día Internacional de la Mujer. Cómo no. Las feministas, ese azote que fumiga la sociedad toda en aras de desprestigiar al macho cabrío, mostrenco, se echan a la calle contra el PP cuando ha sido el partido que ha tenido a dos presidentas en el Congreso y en el Senado, Rudi, Pastor y Aguirre, respectivamente, además de no pocas ministras en el actual Gobierno: una vicepresidenta y tres titulares en distintos ministerios. Y encima nos sale el agitador de masas, Sánchez, que anda más perdido que una vaca en un garaje (metáfora feminista ad hoc, por lo tanto, admisible), pidiendo más mujeres como cuando el respetable clamaba «más caballos» ante el acoso y derribo de los equinos por asta de toro.

¿Como la Bibiana Aido, la Maleny, o la Pajin, pajón, pajonera?, vocablos estos aplicados a las rastrojeras. Es hermoso, pues, oír loas y alabanzas de los socialistas a féminas tan incalificables en cuanto a su acervo intelectual. Miren, señoras o señoritas en huelga: qué poco recuerdan la frase célebre de «La Pasionaria», «hijos sí, maridos; no». Se le dio un escaño, en cambio, en el Congreso igual que al carnicero de Paracuellos, y nos apestan con la igualdad y la pestilencial .

Damas y caballeros, que diría el tal Herrera, veleta de la información, todos somos amantes de la igualdad de sextos, aunque la locura feminista lo niegue. Y estamos, los bien nacidos, a favor de que se equiparen las remuneraciones por el trabajo. En mi dilatada carrera profesional en TVE, nombré a dos mujeres subdirectoras de los programas que yo dirigía: una me salió traidora porque estaba más en la política de izquierdas, Paz Fernández Sexta, que en la pura información, y la otra dejó la locución o rostro parlante -Adela Cantalapiedra- para asumir tareas de superior responsabilidad; y, por último, propicié el nombramiento como jefa de gabinete de Cruz Roja a Rosa Mª Mateo, otra locutora, que lee, llegándome a comentar Enrique de la Mata Gorostizaga, presidente de la institución, que «no sabe escribir ni una simple carta».

Sostengo, en mis continuos comentarios, que las reivindicaciones izquierdosas o impuestas por decreto son una afrenta para las propias féminas, antes «sexo débil». La valoración ha de llegar por la capacidad, sabiduría y conocimientos. Aquí, en París y en la Conchinchina. Pero estas hordas anti-machistas tienen un gran problema: que por lo general son muy feas y se refugian en su aspecto o esperpento. Por último, y ante la moda del lenguaje sexista, les diré que existe un masculino genérico que no está inventado para molestar a las mujeres. Estudien el libro de Miranda-Podadera. Por ahí se empieza…

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