ANÁLISIS

JORGE DEL CORRAL: «FORMACIÓN PROFESIONAL: UN BUEN NEGOCIO PARA SINDICATOS Y PATRONAL»

JORGE DEL CORRAL: "FORMACIÓN PROFESIONAL: UN BUEN NEGOCIO PARA SINDICATOS Y PATRONAL"
Jóvenes en la cola del paro y a la búsqueda de empleo. ET

Conforme se han ido conociendo las distintas investigaciones policiales y judiciales sobre el fraude en los cursos de formación, más claro ha quedado que a varias patronales y sindicatos la formación de los trabajadores les ha importado un pito.

No les ha preocupado que muchos trabajadores en España careciesen de formación profesional y fueran los excluidos sociales tras la explosión del ladrillo. No les ha importado que esos «paletas» que solo servían para acarrear sacos y hacer la pasta pudieran progresar aprendiendo otros oficios con los que ganarse la vida y dejar de ser parias sin trabajo y sin estudios.

Lo importante era defraudar en los cursos, hacerlos pasar por dados y recibidos, para ingresar para otros fines los fondos públicos, nacionales y europeos, que cada año se habilitaban y que nunca eran suficientes para tantas bocas.

Los protagonistas de esta rapiña no han pagado aún sus tropelías a causa del marasmo judicial, los sumarios interminables y los recursos a instancias superiores que caracterizan a nuestra justicia. Y mientras esta administración lenta que deviene en injusticia no dicte sentencias firmes que condene a los culpables, el ciudadano, el contribuyente continuara perplejo por la rapiña y descreído con sus instituciones.

Nuestra antaño excelente formación profesional, dotada hasta con Universidades, como la Universidad Laboral de Gijón (270.000 m2, el edificio más grande de España y actualmente dedicado a otro uso tras declararlo Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento), de las que salieron entre 1950 y 1978 especialistas que se disputaban hasta en Suiza y Alemania, y cuya filosofía fue luego copiada por los alemanes para su prestigiosa formación profesional dual, es hoy en España, aún y a pesar de los esfuerzos de los últimos gobiernos, una enseñanza desprestigiada por culpa de haber querido dar títulos universitarios a todos los jóvenes, sin importar ni sus habilidades, ni sus aficiones ni sus talentos, tan solo para alimentar el demagogo lema de café para todos.

Y claro, la crisis económica y financiera y nuestra limitada capacidad para absorben a tanto licenciado como salía cada año de las Universidades, produjo el colapso, creó legiones de engañados a los que les dijeron que estudiar una carrera universitaria era garantía de trabajo seguro y buen puesto de chaqueta y corbata, y convirtió a nuestro país en «exportador de talento» y financiador de educación superior para economías extranjeras.

Fueron los años en los que las Universidades nacían en España como setas en otoño por culpa de los gobiernos autonómicos que para hacerse los importantes y no ser menos que la vecina Comunidad Autónoma construyeron para sus jóvenes y a la puerta de casa nuevos y suntuosos edificios universitarios aunque en ellos no habitasen (ni aún habiten) catedráticos y profesores con ingenio, formación y mérito, sino, por lo general, mediocres enchufados y descreídos.

Mejor y más provechoso hubiera sido destinar ese maná a pagar buenas becas a los más capacitados y comprometidos para que acudiesen a los mejores y más prestigiosos y veteranos centros superiores, y de paso que esos estudiantes conociesen otras partes de España y se sintiesen españoles, además de serlo de procedencias más chicas.

España no tiene buenas políticas para rentabilizar su inversión en formación y tampoco para atraer la aptitud que se va. Las políticas de inmigración no premian el ingenio, las universidades españolas no atraen ni a los mejores estudiantes ni a los mejores docentes ni investigadores por mor de su endogamia, privilegios e interesada burocracia, y las políticas de retorno de investigadores de primera fila no han sido sostenibles y han tenido un alcance limitado. Por otro lado, las condiciones financieras y laborales del mercado español no favorecen la creación de nuevas empresas y proyectos en la medida que lo hacen otras economías.

Promover estrategias de inmigración, educativas, laborales y empresariales que fomenten y atraigan inteligencia no es ni fácil ni rápido: requieren recursos, normas y constancia de sucesivos gobiernos. Y en paralelo, que la mayor parte de las empresas y no sólo unas pocas estimulen la innovación y los nuevos proyectos empresariales para competir en una economía global que requiere conquistar nuevos mercados y mantenerlos a base de investigación y desarrollo continuos con los que mejorar el producto año tras año.

JORGE DEL CORRAL

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