Me gusta el humor; de hecho, me encanta, ya que aparte de divertirme, hace que me resulte más llevadero este terreno destierro con el que me ha tocado lidiar.
Y es que a veces, cuando la vida te golpea, la única salida honrosa que queda es la de reírse de uno mismo; o, lo que es lo mismo, burlarte de la vida, mientras ésta te machaca.
Una pobre venganza que no va a ninguna parte, ni a nadie importa, pero que en cierto modo nos devuelve algo de nuestra dignidad pisoteada, mientras nuestro rostro bañado en lágrimas de rabia, sonríe al destino que te zarandea, que te empuja, que te arrastra; que te da la vida y te la arrebata.
Mientras, el cuerpo cae y tiembla, y la razón no entiende nada, el alma se levanta, besa al destino, y al besarlo lo desarma.

