Frente al lastre de la deuda, el resultado bruto de explotación (Ebitda) se situó en 127 millones de euros al cierre de septiembre
La compañía Pescanova, una de las marcas más populares de los supermercados españoles y con un gran peso en Galicia, ha solicitado este viernes 1 de marzo de 2013 el preconcurso de acreedores en el decanato de Pontevedra, que derivará el caso a uno de los juzgados de esta comunidad, según ha informado la compañía a la CNMV.
El detonante para que la empresa haya decidido acogerse a esta opción ha sido el abultado peso de su deuda, que con 1.522 millones multiplica por ocho sus resultados de explotación anuales.
Las alarmas sobre la situación de la empresa empezaron a sonar a última hora del jueves, cuando en un primer comunicado informó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que no iba a presentar sus resultados anuales. Pescanova justificaba su decisión por «la incertidumbre de poder afirmar el principio contable de gestión continuada en relación con los hechos posteriores al cierre de las cuentas anuales de 2012».
Es decir, que había recibido aviso de que la viabilidad de la empresa estaba en duda. En la nota, además, solicitaba al regulador bursátil que suspendiera su cotización, lo que ha tenido lugar antes de la apertura de la sesión de este viernes.
Para superar sus problemas, la empresa añadía en su primer comunicado a la CNMV que contaba con dos opciones: cerrar la venta de ciertos activos de la actividad de cultivo del salmón en Chile o, en caso contrario, acogerse al artículo 5 Bis de la ley concursal y sentarse a negociar una refinanciación de su deuda con los acreedores.
Al final, tal y como Pescanova ha confirmado al regulador en una segunda nota a mediodía del viernes, ha tenido que adoptar esta segunda opción. Fuentes de la compañía presidida por Manuel Fernández Sousa, el hijo del fundador, han declinado realizar ninguna declaración adicional a los comunicados remitidos a la CNMV.
Aunque la decisión de acogerse al preconcurso ha corrido como la pólvora por los medios y las redes sociales -de forma totalmente inusual Pescanova ha llegado a ser uno de los temas más comentados en Twitter-, la empresa llevaba ya un tiempo afrontando serios problemas.
De hecho, sus planes de inversión de los últimos años para producir rodaballo, langostino y salmón habían provocado un agujero en el grupo que le forzaron a ampliar capital el pasado verano por 125 millones.
En el folleto de emisión de la operación, que acabó diluyendo en más de un 30% el peso de sus accionistas, la propia empresa ya advertía de que «podrían existir motivos tales como reducciones de resultados, necesidades de inversión o adquisiciones, así como necesidades mayores de financiación que podrían aumentar el endeudamiento del grupo».
Además del volumen del pasivo, que ascendía a 1.522 millones de euros al cierre de septiembre de 2012, un factor ligado a su deuda que atenazaba su contabilidad era los altos intereses que se había comprometido a pagar para financiarse.
En febrero de 2012 y con el grifo del crédito cerrado para el conjunto del tejido empresarial español, Pescanova llegó a ofrecer más de un 8% por emitir deuda.
Del total de la deuda, 459 millones correspondían a proveedores comerciales y entre sus acreedores también debería estar el FROB, ya que Pescanova había recibido créditos de cientos de millones de las cajas gallegas que, tras fusionarse en Novagalicia, han tenido que ser nacionalizadas.
Frente al lastre de la deuda, el resultado bruto de explotación (Ebitda) se situó en 127 millones de euros al cierre de septiembre, según sus últimas cuentas oficiales.
En ellas, Pescanova informó de un beneficio neto de 24,9 millones de euros en los nueve primeros meses del pasado ejercicio, un 2,2% más. La empresa atribuyó la mejora al avance de sus ventas en el exterior y a la buena marcha de sus proyectos de acuicultura.