Este lunes, el corazón de Madrid fue testigo de una velada que quedará grabada en la memoria colectiva. Rosalía, en plena promoción de su nuevo álbum Lux, decidió por primera vez sentarse en un plató de televisión tras meses de rumores.
Lo hizo en La 1, primero con Carlos del Amor y luego con David Broncano en La Revuelta. La expectación era palpable: desde su llegada al Teatro Príncipe Gran Vía, el ambiente era eléctrico. Cientos de fans se agolpaban, móviles alzados, mientras las redes sociales ardían con especulaciones.
Las cámaras captaron a Rosalía y Broncano entrando juntos, mientras los seguidores coreaban su nombre, rendidos ante una artista que ha convertido cada aparición pública en un auténtico fenómeno social.
Apenas comenzó el programa, el presentador lanzó una broma insinuando que la cantante podría no estar realmente allí, alimentando así la intriga. Pero la catalana apareció y, desde ese instante, La Revuelta se convirtió en un torbellino controlado.
La entrevista se transformó en un espectáculo donde el guion quedó relegado. Rosalía, consciente del terreno que pisaba, trajo consigo un bizcocho de naranja “de 14 quilates”, hecho la noche anterior con aceite de oliva y mucho cariño. Lo compartió con el público y con Broncano, bajando ella misma a repartir trozos entre los asistentes.
Este gesto, lejos de ser una anécdota más, marcó el tono de una noche donde la cercanía y la improvisación fueron las protagonistas.
La conversación dio paso a uno de los instantes más comentados cuando, ante las clásicas preguntas de Broncano, Rosalía reveló estar atravesando una etapa de “celibato total”, debido al estrés y al trabajo. Sin embargo, sorprendió a todos narrando un “sueño lúcido” donde experimentó un orgasmo, lo que llevó al presentador a crear una nueva puntuación: 1,2 para esa anécdota.
Rosalía se mostró natural, divertida y accesible. “Sé libre; que le jodan a quien esté mirando”, confesó haber repetido últimamente
Además, la artista aprovechó para interpretar en directo un fragmento de La perla, uno de los temas más celebrados del nuevo disco Lux, y no dudó en retar a Broncano a un pulso, despojándose de los tacones para evitar excusas. Ganó ante los vítores del público y la complicidad del culturista Joan Pradells, presente también en el plató.
En medio del intercambio verbal, Rosalía reflexionó sobre la espiritualidad y mística que han inspirado su reciente trabajo. “Hay muchas formas de santidad en las diferentes culturas”, compartió, dejando entrever una faceta más íntima y reflexiva alejada del personaje mediático habitual.
La presencia de Rosalía no fue solo un triunfo por su contenido; también lo fue por su impacto en audiencia. El programa emitido en prime time se convirtió en uno de los acontecimientos televisivos más seguidos esta temporada, superando ampliamente las cifras habituales para esa franja horaria. El interés era tal que incluso antes del programa ya circulaban vídeos y fotos del encuentro por las redes sociales, avivando aún más el fenómeno viral.
El fenómeno Rosalía parece lejos de agotarse; cada aparición trae consigo una nueva reinvención. Y si algo ha quedado claro tras su paso por La Revuelta, es el arrastre que tiene la cantante y su capacidad de crear momentos inolvidables que traspasan la pantalla.

