El espíritu de Guillermo del Toro palpita intensamente en cada imagen de Frankenstein, su tan esperada adaptación para Netflix.
No se trata solo de otra versión del clásico de Mary Shelley; es la película que ha habitado los sueños del director mexicano durante toda su vida, una exploración visual y emocional que aborda la soledad, el amor y la naturaleza monstruosa.
Con un estilo steampunk y un toque gótico, la cinta se aleja de los lugares comunes, apostando por una fisicalidad palpable: no hay efectos digitales ni fondos verdes; todo lo que vemos es tangible, desde los laboratorios hasta la piel cosida de la criatura.
La fascinación de Del Toro por los monstruos como representación del alma alcanza aquí su máxima expresión.
Para él, Frankenstein trasciende el terror o la ciencia ficción: es la narración de una criatura que anhela amor, rechazada por un mundo que teme a lo diferente. El cineasta renuncia a las tormentas eléctricas y sombras amenazantes, transformando el clima visual del nacimiento del monstruo en una secuencia repleta de frenesí y emoción.
Jacob Elordi: el bello monstruo que toma la palabra
La criatura, interpretada por Jacob Elordi, se erige como el núcleo emocional de la película. Su llegada al proyecto fue casi fortuita: tras la salida inesperada de Andrew Garfield por problemas de agenda, Del Toro y su equipo tuvieron que reinventar al personaje y rehacer meses de trabajo en cuestión de semanas. Elordi, con su imponente presencia y vulnerabilidad, brinda una actuación conmovedora, alejada del estereotipo monstruoso habitual. Su Frankenstein es un ser que no comprende el mundo a su alrededor, pero lo siente intensamente.
El actor australiano se embarcó en un proceso transformador tanto físico como emocional sin precedentes:
- Pasó entre 5 y 6 horas diarias en maquillaje, con más de 40 piezas de prótesis aplicadas manualmente y escaso uso de CGI.
- Su entrenamiento incluyó danza japonesa butoh, que explora el sufrimiento y la rigidez, además del canto gutural mongol y tibetano para dotar a la criatura con una voz inhumana pero profundamente emotiva.
El resultado es un Frankenstein que no encarna al villano típico, sino que refleja nuestra propia humanidad fracturada. Elordi lo describe como “la forma más pura de mí mismo. Es más humano que yo”. Observó a bebés y a su propio perro para captar esa inocencia primaria desarmante, logrando transmitir ternura y desamparo con cada movimiento.
Oscar Isaac y Mia Goth: secretos y matices de una tragedia moderna
El elenco se completa con figuras destacadas: Oscar Isaac interpreta a un Víctor Frankenstein más complejo y ambiguo que nunca; un genio obsesionado casi trágico que recuerda a aquellos “hermanos tecnológicos” contemporáneos: creadores que ignoran las repercusiones de sus actos. Mia Goth y Andrew Garfield añaden nuevas capas a personajes secundarios, enriqueciendo así la dimensión emocional del relato.
La relación entre creador y criatura se presenta como una tragedia íntima; un “amor trágico entre creación y creador”, según las palabras del propio Del Toro. El director transforma esta historia en una ópera gótica donde belleza y condena caminan juntas, rindiendo homenaje tanto a los cómics de Bernie Wrightson como al legado literario original.
¿Quién es el verdadero monstruo? Un espejo de la sociedad
La película dirigida por Del Toro plantea más que nunca esa pregunta fundamental del mito: ¿quién es realmente el monstruo? En esta versión, la criatura es víctima del rechazo social y la brutalidad humana; mientras que la verdadera monstruosidad se disfraza bajo capas de poder y arrogancia. Como menciona Elordi, “no hay nadie tan monstruoso como los hombres con traje”, refiriéndose a esos burócratas poderosos que instrumentalizan vidas ajenas para sus propios fines.
La interpretación de Elordi –teñida con gestos sutiles y una vulnerabilidad abrumadora– convierte a este Frankenstein en un canto a la inocencia perdida. Lejos del instinto homicida presente en otras versiones, aquí la criatura solo responde con violencia si es atacada, mostrando así una humanidad desbordante.
Curiosidades y datos locos del Frankenstein de Guillermo del Toro
La producción está repleta de anécdotas curiosas e insólitas que hacen de esta obra una de las más personales para Del Toro:
- La idea nació ligada al fallido Dark Universe de Universal Pictures; sin embargo, tras el colapso del proyecto, Del Toro recuperó la historia convirtiéndola en algo íntimo sin ataduras comerciales.
- Todos los decorados fueron construidos a escala real bajo la dirección artística de Tamara Deverell, desde el laboratorio hasta esa icónica mesa en forma ‘Y’.
- A medida que avanza el filme, el maquillaje evoluciona rindiendo homenaje a ilustraciones clásicas mientras muestra “una belleza condenada al fracaso”.
- Durante su preparación, Elordi observó a su perro buscando movimientos puros e inocentes propios de los infantes.
- En la novela original, la criatura era ávida lectora de clásicos como El Paraíso perdido o Las penas del joven Werther, revelando así su faceta filosófica y sensible.
Ranking de momentos y curiosidades esenciales
- Cambio repentino: La transición entre Andrew Garfield a Jacob Elordi obligó a rehacer prótesis redefiniendo al personaje en cuestión de semanas.
- Maquillaje artesanal extremo: Más de 40 prótesis requeridas junto con 6 horas diarias para transformar a Elordi.
- Rodaje auténtico: Prohibición total sobre fondos verdes; toda la película fue grabada en locaciones reales para aportar veracidad.
- Butoh y canto gutural: Un entrenamiento físico vocal insólito para dar vida al monstruo contemporáneo en el cine actual.
- La criatura más inocente: Inspiración en bebés animales para mostrar un Frankenstein incapaz de hacer daño salvo por necesidad.
- Escenografía excepcional: La mesa donde se crea al monstruo fue diseñada exclusivamente para este film rindiendo homenaje tanto a tradición como innovación visual.
- Sin clichés eléctricos: Del Toro evita rayos o tormentas durante esa escena clave; opta por emociones musicales intensas e impacto visual poderoso..
Frankenstein en Netflix: el mito renacido para una nueva generación
El Frankenstein dirigido por Guillermo del Toro llegará este noviembre al catálogo de Netflix, listo para atraer tanto a aficionados del terror clásico como a quienes buscan profundizar en historias sobre nuestra condición humana. Entre prótesis elaboradas, danza expresiva e historias sobre amor y soledad, esta criatura vuelve a enseñarnos que lo verdaderamente aterrador no es lo diferente sino nuestra falta para amar y comprender al otro.
En cada gesto torpe e imperfecto ofrecido por Jacob Elordi resuena nuevamente el latido del mito creado por Mary Shelley, tan hermoso como trágico. Y así, el cine se reafirma como ese laboratorio donde empatía asombrosa sigue siendo nuestra mejor fórmula.
