Los cráteres explosivos parecen contar la historia de un planeta que está cambiando, y quizás no para bien

Decenas de cráteres misteriosos estallan en Siberia

El Ártico ruso es una inmensa y solitaria extensión, un paisaje helado donde la vida parece haberse detenido hace miles de años.

Decenas de cráteres misteriosos estallan en Siberia
Un científico explora un cráter en la península de Yamal Centro Ruso de Exploración del Ártico

A mediados del 2014, la quietud de la tundra siberiana se rompió de la forma más violenta posible: un cráter gigantesco, oscuro y enigmático, emergió de la nada, rodeado de bloques de tierra y hielo lanzados como si fueran juguetes. Era un abismo que parecía no tener fondo, y quienes lo contemplaron no tardaron en esparcir rumores de su origen misterioso.

Desde entonces, el escenario se ha repetido. Un total de veinte cráteres han surgido en las penínsulas de Yamal y Gydan, siempre en medio de vastas zonas deshabitadas, donde solo los científicos llegan en expediciones para tratar de entender el fenómeno. Agosto trajo la aparición del más reciente de estos agujeros, y aunque han pasado casi diez años desde que comenzó el enigma, los investigadores aún no tienen una respuesta definitiva sobre el motivo detrás de estas explosiones.

Entre las teorías surgieron hipótesis tan disparatadas como un meteorito o la presencia de extraterrestres. Sin embargo, un grupo de investigadores cree haber hallado una explicación basada en la realidad: el cambio climático y la inusual geología del suelo siberiano parecen ser los detonantes.

Ana Morgado, ingeniera química de la Universidad de Cambridge y autora principal del estudio, explica la teoría como si fuera un caso de detectives: una acumulación de gases bajo el suelo helado, encerrados en bolsas de agua salada no congelada llamadas “criopegas”, podría estar a punto de estallar en cualquier momento, como un neumático al que se le infla demasiado el aire.

La investigación de Morgado y su equipo sugiere que el calor adicional que llega al Ártico debido al cambio climático está derritiendo las capas superiores del permafrost. Esta agua derretida desciende a las profundidades, filtrándose en las criopegas y aumentando la presión. Cuando esta presión supera la resistencia de la capa de suelo, la explosión es inevitable: un estallido de gas metano contenido durante siglos bajo el hielo. La explosión es, de hecho, un recordatorio brutal de que el planeta está cambiando.

Pero no todos están convencidos. El científico ruso Evgeny Chuvilin, quien lleva años investigando estos cráteres, considera que el estudio presenta ideas nuevas, pero no necesariamente aplicables a la geología específica del Ártico siberiano. Alega que la gruesa capa de hielo que recubre el permafrost sería difícil de atravesar para el agua, y que los mecanismos de acumulación de gas son más complejos de lo que el estudio plantea. Desde Hawái, la geofísica Lauren Schurmeier coincide en la duda: aunque la teoría suena plausible, hay muchas variables que podrían estar contribuyendo a la aparición de estos cráteres, y el misterio está lejos de ser completamente resuelto.

Mientras tanto, el calentamiento global sigue siendo el principal sospechoso. Los cráteres, de hecho, se vuelven un símbolo oscuro de este cambio: cada explosión libera cantidades significativas de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono a corto plazo, convirtiéndose así en un doble golpe para el clima. Cada nuevo cráter es, para los científicos, un aviso de que el Ártico está mutando, y a una velocidad alarmante.

Desde Moscú, los expertos monitorean cada nuevo montículo sospechoso que aparece en la tundra, esperando predecir el siguiente estallido. Aunque no pueden garantizar cuándo y dónde ocurrirá, se mantienen vigilantes sobre las zonas más vulnerables. Para Morgado, estos cráteres no solo son recordatorios del deshielo del permafrost, sino una advertencia de que los humanos están desestabilizando el equilibrio natural de la Tierra en formas y a ritmos que antes eran impensables.

En las heladas tierras del Ártico, donde los silencios cuentan historias de eras pasadas, ahora los cráteres explosivos parecen contar una historia distinta: la historia de un planeta que está cambiando, y quizás no para bien.

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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