BIOINGENIERÍA Y CONSERVACIÓN EN LA FRONTERA DE LA CIENCIA

Resucitar al moa gigante: la ciencia puede ya devolver la vida a las especies extintas

El ambicioso proyecto de revivir al moa gigante fusiona biotecnología, saber indígena y pasión por restaurar la biodiversidad perdida

El hombre, el avestruz actual y el moa gigante
El hombre, el avestruz actual y el moa gigante. PD

Imagina caminar por los bosques de Nueva Zelanda y, entre los helechos y la niebla, cruzarte con un ave de más de tres metros de altura, que parece sacada de un cuento prehistórico.

No es una escena de una novela de fantasía, sino el objetivo real de uno de los proyectos científicos más audaces de nuestro tiempo: la resurrección del moa gigante (Dinornis robustus), el ave más alta que ha pisado la Tierra, extinguida hace más de seis siglos.

El plan no es obra de un guion de Hollywood, aunque, paradójicamente, cuenta con la financiación y el entusiasmo de Peter Jackson, el cineasta detrás de “El Señor de los Anillos”.

Junto a la empresa de biotecnología Colossal Biosciences y el Centro de Investigación Ngāi Tahu de Nueva Zelanda, Jackson impulsa una iniciativa que combina la edición genética más puntera, la conservación ecológica y el saber tradicional maorí.

No solo buscan traer de vuelta a una leyenda alada, sino también reconciliar a las comunidades indígenas con su herencia ecológica y restaurar funciones clave en los ecosistemas del sur de Nueva Zelanda.

¿Cómo se resucita un moa? El laboratorio de la desextinción

El moa gigante desapareció en torno al año 1400, poco después de la llegada de los primeros humanos polinesios, que lo cazaron hasta la extinción.

Durante siglos, sus huesos y leyendas alimentaron la imaginación popular. Ahora, la ciencia quiere convertir la nostalgia en realidad.

El plan es tan fascinante como complejo:

  • Reconstrucción del genoma: Los científicos han extraído ADN de los restos subfósiles de las nueve especies de moa conocidas, con el objetivo de reconstruir su genoma lo más fielmente posible.
  • Edición genética avanzada: Usando herramientas como CRISPR, el equipo pretende editar el ADN de aves vivas emparentadas, como el emú y el tinamú, para introducir las secuencias genéticas del moa.
  • Reproducción asistida: Las células germinales editadas se insertarán en embriones de emú o tinamú. Con suerte (y mucho ensayo y error), estas aves darán lugar a descendientes que, en lugar de parecerse a sus padres, serán “moas funcionalmente equivalentes”. Es decir, no serán clones exactos, pero sí animales capaces de cumplir el mismo rol ecológico que sus antepasados.
  • Colaboración interdisciplinar: El proyecto integra la sabiduría tradicional maorí (Mātauranga) y las últimas tecnologías de cultivo celular, edición genética y conservación participativa.

¿Suena a ciencia ficción? Pues los expertos calculan que podrían lograr un primer resultado en un plazo de cinco a diez años.

Entre la fascinación y el escepticismo científico

La sola idea de ver de nuevo al moa en los bosques de Nueva Zelanda ha despertado entusiasmo y polémica a partes iguales. Por un lado, la iniciativa ha captado la atención global por su audacia y su potencial para restaurar ecosistemas degradados.

Sin embargo, la comunidad científica se muestra cauta.

El paleogenetista Nic Rawlence, de la Universidad de Otago, advierte que con la tecnología actual, revivir al moa no es científicamente posible en su forma original.

Otros expertos subrayan que, aunque se lograra “fabricar” un ave similar al moa, sería más bien un híbrido entre especies actuales y el genoma extinto, lo que plantea interrogantes éticos y ecológicos. ¿Se adaptarán los nuevos moas al entorno actual? ¿Qué impacto tendrán en la flora y fauna contemporáneas?

Colossal Biosciences defiende que su objetivo no es solo resucitar especies por nostalgia, sino también aplicar estas técnicas para evitar la desaparición de animales amenazados y restaurar la biodiversidad global.

Su portafolio incluye otros proyectos igual de asombrosos: la resurrección del mamut lanudo, el dodo, el tilacino y el lobo terrible.

¿Quién era el moa gigante? Diez curiosidades de un coloso emplumado

La historia del moa gigante es tan intrigante como su posible regreso. Aquí tienes diez datos para presumir en cualquier conversación:

  1. Altura récord: El moa gigante del sur (Dinornis robustus) podía alcanzar los 3,6 metros de altura, el doble que un avestruz.
  2. Peso impresionante: Algunos ejemplares pesaban más de 250 kilos.
  3. No tenía alas: A diferencia de otros grandes pájaros, el moa carecía de alas funcionales, ni siquiera vestigiales.
  4. Nueve especies: Se han descrito al menos nueve especies diferentes de moa, con tamaños que iban desde el de una gallina hasta el gigante de la Isla Sur.
  5. Hábitat exclusivo: Era endémico de Nueva Zelanda; nunca existió fuera de este archipiélago.
  6. Extinción reciente: Desapareció hace solo 600 años, tras la llegada de los primeros humanos a las islas.
  7. Alimentación vegetariana: Se alimentaba de hojas, ramas, frutas y semillas, lo que lo convertía en un ingeniero ecológico clave para los bosques.
  8. Depredadores naturales: El único depredador del moa era el águila de Haast, otra especie extinta, que podía abatir a estas aves gigantes.
  9. Huellas misteriosas: En 2025, se descubrieron huellas fósiles que podrían pertenecer a una especie de moa aún desconocida, lo que sugiere que su diversidad era mayor de lo que se pensaba.
  10. Objeto de leyenda: El moa ocupa un lugar destacado en la cultura maorí y en las leyendas de Oceanía, como símbolo de la abundancia perdida y la fragilidad de los ecosistemas.

Especies extintas que pueden volver (y otras que están en lista de espera)

El moa no es el único candidato a “volver de la tumba”. La carrera por la desextinción tiene ya varios aspirantes:

  • Mamut lanudo: Otro proyecto de Colossal, que busca devolver a la tundra siberiana a este emblemático coloso del hielo.
  • Dodo: El ave no voladora de Mauricio, símbolo de extinciones provocadas por el hombre.
  • Tilacino o tigre de Tasmania: Un marsupial depredador desaparecido en el siglo XX.
  • Lobo terrible: Popularizado por la serie “Juego de Tronos”, aunque en la vida real era algo menos fantasioso.

¿Veremos algún día parques de animales “resucitados”? Por ahora, la ciencia avanza paso a paso, entre la emoción y el debate bioético.

Anécdotas y curiosidades científicas para la sobremesa

  • Peter Jackson, además de director, posee una de las mayores colecciones privadas de huesos de moa. Su pasión por estas aves nació en la infancia, cuando soñaba con ver un moa paseando por su jardín.
  • Las huellas fósiles descubiertas en 2025 en Kaipara son tan peculiares que los paleontólogos han propuesto un nuevo nombre científico solo para ellas: Tapuwaemoa manunutahi. ¿Quién dijo que la paleontología no era creativa?
  • El águila de Haast, que cazaba moas, era tan grande que podría haber inspirado leyendas de “aves gigantes devoradoras de hombres” entre los primeros maoríes.
  • El emú y el tinamú, protagonistas involuntarios del experimento genético, pronto podrían tener descendientes que les saquen varias cabezas de ventaja… literalmente.
  • La tecnología CRISPR, esencial en este proceso, fue galardonada con el Nobel en 2020. Ahora, podría hacer realidad los sueños de paleontólogos y guionistas por igual.

¿Estamos a las puertas de un “Parque Jurásico” real? Quizá no veamos tiranosaurios campando por nuestras calles, pero sí podríamos toparnos con el inconfundible silbido del moa entre los helechos neozelandeses. Si la ciencia y la ética encuentran el equilibrio, los fantasmas emplumados del pasado podrían volver a pisar fuerte.

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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