A veces la ciencia se parece más a una novela de detectives que a un laboratorio repleto de tubos de ensayo.
Durante décadas, los investigadores han rastreado las pistas del alzhéimer, esa enfermedad que borra recuerdos y desgasta identidades, sin lograr identificar la pieza clave del puzle.
Sin embargo, un reciente estudio firmado por la Facultad de Medicina de Harvard ha puesto el foco en un viejo conocido: el litio, ese mineral que ha acompañado tratamientos psiquiátricos desde hace más de medio siglo.
La sorpresa ha sido mayúscula. Los científicos han descubierto que el litio no solo forma parte natural del cerebro humano, sino que su déficit podría ser uno de los primeros detonantes del proceso neurodegenerativo asociado al alzhéimer.
Y lo mejor: restaurar sus niveles en modelos animales logra revertir daños y recuperar la memoria.
Todo ello publicado en la prestigiosa revista Nature, lo que ha disparado la expectación… y también las advertencias de prudencia.
El litio en el cerebro: mucho más que un estabilizador del ánimo
El litio es, para muchos, sinónimo de tratamiento para el trastorno bipolar. Pero su presencia natural en nuestro sistema nervioso era hasta ahora una anécdota bioquímica. El equipo dirigido por Bruce Yankner ha ido más allá, midiendo con precisión los niveles de litio en cerebros humanos sanos, con deterioro cognitivo leve y con alzhéimer avanzado. ¿El resultado? Aquellos con peores funciones cognitivas mostraban una reducción significativa del litio cerebral.
En ratones privados de este elemento, los investigadores observaron un rápido avance del deterioro cerebral: aumento de inflamación, pérdida de memoria y mayor acumulación de las temidas placas amiloides y ovillos neurofibrilares característicos del alzhéimer. Sin embargo, cuando a estos animales se les administró orotato de litio (una forma especialmente eficaz y segura), no solo se frenó la enfermedad sino que se revirtieron lesiones ya existentes y se restauró parte de su memoria.
- El litio actúa directamente sobre:
- Placas amiloides: impide su formación y facilita su desagregación.
- Tau hiperfosforilada: reduce su acumulación dañina.
- Neurotransmisores: estabiliza la comunicación neuronal.
- Inflamación cerebral: disminuye los procesos inflamatorios asociados a la neurodegeneración.
Estos efectos se logran con dosis hasta mil veces inferiores a las utilizadas en psiquiatría, lo que minimiza riesgos tóxicos y abre la puerta a una posible prevención o tratamiento seguro.
De ratones a humanos: esperanza cautelosa pero realista
Es inevitable ilusionarse ante hallazgos tan prometedores, pero los propios autores piden contención. La extrapolación directa de resultados en animales a humanos ha dado más de un disgusto en la historia de la medicina. Además, aunque el litio lleva décadas utilizándose en salud mental, su margen terapéutico es estrecho y puede provocar toxicidad renal o tiroidea si se administra sin control.
Los expertos españoles consultados insisten:
- No automedicarse ni iniciar suplementación sin evidencia clínica robusta.
- Es imprescindible establecer las dosis óptimas para proteger el cerebro sin efectos secundarios.
- Se necesitan ensayos clínicos rigurosos en personas para comprobar eficacia y seguridad.
Como explica Jordi Pérez-Tur, investigador del CSIC: “El uso de este metal permite albergar esperanza, pero no hay que caer en el optimismo descontrolado ni incorporar el litio a la dieta sin control médico”.
Marc Suárez-Calvet, neurólogo del Hospital del Mar (Barcelona), subraya que aún es pronto para hablar de un remedio milagroso: “El trabajo es prometedor porque pone el foco en las primeras etapas de la enfermedad y abre nuevas vías terapéuticas. Pero solo los ensayos clínicos dirán si es útil en humanos”.
¿Podría prevenirse el alzhéimer con litio?
Una derivada fascinante del descubrimiento es que medir los niveles de litio podría servir como marcador precoz para identificar a personas en riesgo antes incluso de que aparezcan síntomas evidentes. Si estudios posteriores lo confirman, bastaría un análisis rutinario para detectar déficits minerales y actuar preventivamente. El equipo investigador señala también que mantener niveles estables desde edades tempranas podría prevenir o retrasar la aparición del alzhéimer.
Mientras tanto, continúa la búsqueda:
- Ensayos clínicos internacionales ya están preparando fases iniciales para evaluar seguridad y eficacia en pacientes con deterioro cognitivo leve.
- Se están desarrollando nuevas formas farmacológicas —como sales orgánicas tipo orotato— capaces de atravesar mejor la barrera hematoencefálica y evitar su captura por placas amiloides.
- Los expertos estudian si existe interacción entre genética (por ejemplo, portadores del gen APOE4) y metabolismo del litio cerebral.
Litio, memoria y curiosidades históricas
El litio lleva siglos rondando nuestras vidas sin hacer mucho ruido. En el siglo XIX se añadía a refrescos como ingrediente relajante (la mítica “7Up” lo contenía originalmente), hasta que se descubrió su potencial psiquiátrico décadas después. Hoy sabemos que:
- Pacientes tratados con litio por trastornos bipolares muestran menor incidencia de demencia que otros grupos similares.
- Las aguas minerales ricas en litio han sido asociadas epidemiológicamente con menor prevalencia de suicidio y mejores resultados cognitivos en algunas regiones.
- El cerebro humano contiene trazas naturales de este metal alcalino —¡y parece necesitarlas para funcionar bien!—
- Algunos animales salvajes buscan fuentes naturales de agua ricas en litio durante periodos de estrés o migraciones largas.
Y como anécdota final: hay quien sostiene que pequeñas dosis presentes en aguas minerales podrían explicar diferencias regionales en longevidad… aunque eso sí sería hilar muy fino (y aún no tiene base científica sólida).
En definitiva, el litio vuelve a ponerse bajo los focos como posible aliado frente al mayor reto neurodegenerativo del siglo XXI. La ciencia avanza con paso firme pero prudente; mientras tanto, nos queda maravillarnos ante cómo un simple mineral puede cambiar —literalmente— nuestra forma de recordar.
