Se nos acerca otro festival antifranquista con el anuncio de la próxima exhumación de los restos del frío dictador que al morir hace 43 años dejó una España que ya no estaba en el tercer mundo, sino que se acercaba a los países ricos.
Su herencia de semilibertad y semitotalitarismo pero con la economía en expansión lo hace especialmente odioso para la izquierda más dogmática durante las crisis económicas.
Crisis bien aceptadas en los mandatos de Felipe González, entre 1982 y 1996, y cuyo legado fue también una notable prosperidad.
Aunque lo más importante de aquella época, iniciada antes con Adolfo Suárez y la Constitución de 1978, fue la reconciliación aparentemente definitiva…
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