Ser mortales nos hace ser morales, seres capaces de decidir, de errar, de perdonar, de amar. La muerte es nuestra constitución metafísica a partir de la estructura física
(Bernardo Pérez-Andreo).- Hoy, jueves 2 de mayo, tendremos la ocasión de disfrutar en el Instituto Teológico de Murcia de una magnífica ocasión para hablar del tema que siempre fue esencial y fundamental en la constitución del ser humano: la experiencia de la muerte.
Hoy también lo es, pues el momento se antoja finisecular; estamos ante el fin, la muerte, de una forma de entenderse el hombre en el mundo y eso nos ha llevado, dentro del ciclo de Mesas redondas Diálogos en la Frontera, a tratar este tema con tres de los mejores expertos en su ámbito de estudio:
José Martínez Hernández, «La experiencia contemporánea de la muerte». Catedrático de filosofía y profesor del Instituto Teológico de Murcia.
Miguel Ángel Hernández Navarro, «Imágenes de la muerte». Profesor de Arte en la Universidad de Murcia.
José García Férez, «Antropología y ética del buen morir». Doctor en Moral, profesor del Instituto Teológico de Murcia.
El hombre es el único animal mortal, el único que sabe que va a morir. Esta condición lo singulariza como especie y lo individualiza como ser único. Asumir esa experiencia es la única manera de ser hombre desde la antropología, la etnografía y la filosofía. La muerte es el momento decisivo para entendernos en un mundo que nos supera, pero que es nuestro hogar durante un tiempo. Si hemos de morir, la vida cobra sentido, no es un eterno vagar circular cuyo principio y fin coinciden. Los actos humanos, marcados por la finitud, se vuelven realmente eternos. Nuestras decisiones nos determinan, pues no tenemos muchas opciones de modificarlas. Ser mortales nos hace ser morales, seres capaces de decidir, de errar, de perdonar, de amar. La muerte es nuestra constitución metafísica a partir de la estructura física.
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