“Mi Iglesia y mi Credo”: el título es cuando menos equívoco, y puede parecer presuntuoso. No son de ningún modo “mi” Iglesia ni “mi” Credo. No soy fundador de nada. Los artículos posesivos están de sobra
(José Arregi).- 60 años no son muchos, pero es como si en ellos me hubiera tocado cambiar dos veces de era cultural y vivir en mi vida tres culturas distintas, tres visiones del mundo y tres paradigmas teológicos. Antes, las eras culturales perduraban milenios; creíamos que el cielo y la tierra estaban inmóviles, y que todo debía regirse por un orden inmutable; la Tierra era el centro del universo, y apenas el sol y la luna giraban lentamente alrededor de ella, para alumbrarnos de día y acompañarnos de noche y marcar los ritmos de la siembra y la cosecha.
Pero hoy sabemos que la tierra gira a 30.000 km. por segundo. Todo en el universo -las galaxias quasi infinitas en número y dimensión, y los átomos quasi infinitos en sus partículas y ondas y vacíos-, todo está unido con todo, y todo se mueve y corre vertiginosamente. Es admirable más que vertiginoso (lo que produce vértigo y estragos es el ritmo del llamado «desarrollo económico»).
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